siete☆

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—¿Qué rayos quieres que diga, Juliette? —espeta con una ceja alzada y una gran sonrisa en su arrogante rostro y eso solamente hace que mis mejillas ardan porque he caído en la cuenta de que lo que acabo de hacer fue una completa estupidez.

Por supuesto que tratar de aclarar las cosas con Luke otra vez después de que él y yo hablásemos aquel día en mi porche no fue suficiente vergüenza para mí, ja. Estoy creyendo que a veces no pienso muy bien las cosas.

Estamos en el parqueo de la iglesia, algunos carros entran para estacionarse y la suave melodía de la música de bienvenida llega levemente a nosotros.

Paso mis manos por la tela de mi blusa verde, miro hacia mis zapatos negros y trato de que Luke no persiva mi vergüenza, pero eso es ya muy tarde porque el rubio se vuelve a reír.

Sí, sin dudas tratar de arreglar todo por segunda vez diciéndole que no me interesaba para nada él y que jamás de los jamases diría algo sobre lo que hace fue una tontería, sin mencionar mi mediocre intento de negar algún sentimiento hacia él. Oh Dios. Luke Hemmings realmente me vio la cara de tonta.

—En serio esto me causa gracia porque creíste que venir con tu mejor sonrisa angelical y un "estemos en paz" haría que todo regresara a la normalidad... —se detiene de hablar para fruncir su ceño con exageración y gracia—. Claro, si con normalidad nos referimos a tu monótona vida, entonces sí... Una mierda, ¿no?

Hago un mohín sutilmente al oírle decir una mala palabra porque por muy tonto que suene, no me he acostumbrado a Luke siendo a como es.

—Al menos yo no fingo ser otra persona —arremeto, cruzándome de brazos y soltando un suspiro. A lo lejos puedo observar al pastor Hemmings salir de la Iglesia para contestar una llamada. En seguida veo a los ojos azules del chico que tengo al frente, quien me ve completamente divertido, a como siempre. Me molesta que mis palabras no le hayan afectado.

—Ah, Juliette, por supuesto que lo haces, oprimir quién eres y seguir una doctrina aunque tú no lo quieras cuenta como fingir o ocultar.

Sus palabras me golpean como una ráfaga de viento, dejándome una sensación extraña, sin saber muy bien qué decir a continuación.

—Creo que no te entiendo —suelto, alzando mis manos en exasperación. Luke solamente me ve confundido—. Ahora eres un cretino y andas provocándome con esa actitud pícara cuando aquella vez que te encontré en aquel barrio, tú estabas tan enojado que hasta me amezaste, parecías odiarme y luego...

— ¡Ey, ey! —me detiene, alzando su mano—. No estaba enojado contigo ese día, ya estaba así desde antes, mi humor no tuvo nada que ver contigo y si te dije lo que te dije fue porque me estabas viendo como un jodido criminal y quería hacértelo creer, supongo que lo logré, ¿No es así, Juliette? Crees que soy lo peor por no seguir a la iglesia o la basura que suelta mi padre.

Parpadeo unas cuantas veces antes de salir del impacto de sus palabras, estoy sorprendida por lo último que ha dicho, el hecho de que él no tenga respeto a su padre me hace sentir mal de alguna manera, pero a Luke parece no importarle porque ahora me ve como si solamente me hubiese dicho la hora.

Realmente Luke es así. Dios.

— ¿Cómo puedes decir que lo que dice tu padre es basura? Es el pastor de la iglesia y, agh... Él ayuda a varias personas.

Claro está que eso fue lo que decidí decir de todo lo que me dijo. Y la reacción de él llega de inmediato: Luke se ríe, pero es una risa carente de humor, fingida.

—No sabes nada, Juliette.

— ¿Qué se supone que no sé? Dime.

Luke pone los ojos en blanco mientras niega con algo de decepción, decepción que me hace fruncir el ceño porque no sé de dónde ha venido. El rubio pasa sus manos por su cabello hasta dejarlas en su nuca, entrelazas, ahora ha adoptado una postura casi perezosa y no puedo evitar ver cómo sus brazos se ciñen en la tela blanca de su camisa de botones. Es tonto que niegue que Luke es demasiado atractivo, pero no son pensamientos que deba tener.

—Si tanto te aflige que esté provocándote y yendo tras tuyo, no te preocupes, trataré de bajarle dos rayitas —suelta con ironía, recobrando su ánimo, le veo pasar la punta de su lengua por sus dientes de arriba de manera inconsciente y me obligo a verle a los ojos, su mirada ya está puesta en la mí.

— ¿Tan difícil es dejar todo en paz y entender que no quiero nada contigo? —cuestiono con una ceja alzada, ignorando la mirada profunda que tiene sobre mí.

Luke retrocede unos cuantos pasos, posa sus manos en sus caderas de forma despreocupada y hace un mohín con su boca.

—Lo es.

Tomo una gran bocanada de aire.

—Dios, eres un intenso engreído —espeto exasperada y cruzándome de brazos, pero lo único que me gano de su parte es un guiño.

—No es eso, Juliette, negar el hecho de que realmente te gusto no creo que sea justo para ambos, son hechos reales, acéptalo, no dejaré nada en paz hasta que dejes de mentir y lo aceptes —aclara con tono de voz sueve y normal, como si me hablara del clima o algo por el estilo. Qué nefasto.

— ¿Y qué ganas si lo que dices es verdad?

Luke sonríe de lado y deja caer sus brazos ambos lados de su cuerpo, encorvando su postura. Su expresión seria cambia a una jocosa.

—Oh, dejarías de ser una mentirosa e irías al cielo, por supuesto —espeta, su voz está cargada de sarcasmo y diversión, tiene una ceja alzada que le da ese aire de superioridad mezclado con arrogancia. Luke está jugando, a como siempre lo hace.

Y antes de que pueda contestarle, Luke se da la vuelta para comenzar a caminar lejos de mí, en dirección a las puertas de la iglesia, donde el culto ya está empezando.

Quiero gritar de la frustración que me causa que él sea de esa manera, pero solo me muerdo los labios y hago mis manos puños. Si Luke cree que puede salirse con la suya, pues está equivocado.



dear god | lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora