veintidós☆

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—Mis padres quieren pasar unos días en esta cabaña alojada casi en la nada, sin señal o manera de comunicarte, es una tortura cada vez que vamos —me cuenta Luke, puedo notar su ceño fruncido sin importa que lleve gafas oscuras para que el sol no le moleste.

Estamos en el techo del garaje de su casa de nuevo, de hecho, es un excelente lugar para pasar el rato, tienes una buena vista desde acá. Luke está acostado, apoyando su cabeza en sus brazos flexionados. He decido quedarme sentada de piernas cruzadas a su lado.

—Diles que no te apetece ir.

—Claro, y dejar que los demás piensen que el pastor de la iglesia no tiene control sobre su único hijo —bufa y la verdad es que no puedo evitar sentir lástima por Luke.

Le ha pegado nuevamente.

Aun puedo recordar las 3 marcas de faja en su espalda si cierro los ojos, me hierve la sangre de pensar en la situación, me molesta, me llena de impotencia. Y aunque él diga que no es culpa mía y que no debo sentirme de esta manera, simplemente no puedo. Luke me dijo que no quería hablar al respecto cuando me lo mostró, no quise insistir porque sé que suficiente debe de ser con vivirlo.

— ¿Cuántos días son? —decido preguntar, apoyo mi barbilla en mis rodillas y me abrazo a mí misma.

—No sé, usualmente son máximo 5, él no puede dejar de faltar los domingos a la iglesia.

—Luke, sé que quizás no debería de meterme en esto, pero ¿Tu madre alguna vez no ha pensado en dejarlo?

Se queda en silencio, no puedo leer nada en su mirada por culpa de las gafas, quisiera quitárselas.

—He hablado con ella, pero en esta religión está mal visto un divorcio, lo sabes.

Asiento, ahora sintiéndome tonta por haber siquiera preguntado aquello. Luke alarga una de sus manos hacia mí, la coloca sobre mis manos y las presiona, dándome confort.

—Nunca le había visto defectos a mi estilo de vida —admito en un murmuro, aun me da algo de temor confesar esos nuevos pensamientos. Luke se quita las gafas y las pone sobre su cabello—. Ya sabes, pensé que esto era lo bueno, lo correcto, pero hay tantas cosas contradictorias, cosas que no deberían hacerte sentir menos, más para las mujeres.

Presiono mis labios en una fina línea, aquello era algo que quería expresar, sentía que si no lo soltaba iba a estallar.

Luke se ha reincorporado, se acomoda a mi lado para pasar uno de sus brazos alrededor de mis hombros, me empuja a sí mismo y no dudo en hundir mi cabeza en el hueco de su cuello.

—Ven con nosotros —me dice luego de un rato, retrocedo para verle con el ceño fruncido.

— ¿Qué? No podría.

—Oh, vamos, mi madre te adora, tus padres no lo dudarían tanto.

Me la pienso un momento, no estoy segura sobre si debería ir con los Hemmings a esa cabaña que ni siquiera conozco, pero saber que Luke estará también es algo que me hace reconsiderarlo.

— ¿Para qué pretenderías que vaya?

—Necesito a alguien que me lea un cuento para dormir y me dé un beso en la frente, pero lo del beso siendo en otro lugar se podría discutir-

—Luke, ya, para —le interrumpo en una risa. Él hace una mueca de inocencia, su sonrisa crece al verme a los ojos y puedo decir que la mía también.

Es algo que aún no llego a entender del todo, el proceso que dimos para pasar de Luke siendo nefasto y odioso, y yo odiándole para luego estar a como ahora, pasando el rato, juntos y dedicándonos sonrisas.

dear god | lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora