Luke aparca a las afueras de mi casa, los faros de luz alumbran a duras penas en el interior del auto, ha apagado la radio y el silencio nos envuelve con cierta incomodidad. Veo a través de la ventana hacia la entrada de mi casa, las luces de la sala están prendidas, lo que me hace saber que mis padres deben de estar esperando por mí.
Es tonto, pero una parte de mí quiere quedarse acá con él, en este espacio donde podemos escuchar la respiración del otro y ser conscientes de los movimientos ligeros que hacemos; la otra parte quiere salir huyendo, entrar corriendo a mi casa y esconderme en mi habitación. Estoy tan confundida con todo lo que ha pasado que ni siquiera puedo formular una oración con sentido por más que quiera romper el silencio.
Por suerte, es Luke el que lo hace.
—Lamento lo de hoy.
Su voz sale en un susurro casi íntimo, giro mi postura para verle mejor y apoyo mi hombro en el asiento, observándole con el semblante fruncido. Sus ojos están puestos en los míos, no sabría decir qué emoción trasmiten.
— ¿Por qué estabas tan amable y cuidadoso de repente?
Mi pregunta parece tomarle por sorpresa porque hace un gesto extrañado y sacude su cabeza.
— ¿Esperabas que te vertiera soda encima o te pegara chicle en el cabello? Madre santa, Juliette —pone los ojos en blanco, le he irritado.
—No, es que no lo entiendo —suelto frustrada. Y soy honesta, no lo hago.
— ¿El qué?
Nos quedamos viendo por unos largos segundos hasta que tomo una gran bocanada de aire, sintiendo los nervios crecer en mi interior.
— ¿Acaso haces todo esto porque sigues con miedo de que cuente tu secreto?
Luke suelta un bufido de cansancio.
— ¿Es eso? —Empujo, empiezo a morder mi labio inferior cuando no recibo respuestas—. Te dije que no pensaba contar nada, pensé que eso ya había quedado atrás, no diré nada, Luke, así que puedes dejar esto ya…
—No, no es eso, Juliette —me interrumpe de golpe, coloca sus manos sobre el volante y observo como ejerce fuerza sobre este. Su mirada va hacia el otro lado de la calle, donde un hombre pasa caminando tranquilamente, ajeno de que dos chicos están discutiendo en un auto—. Eso ya no importa —vuelve a hablar, esta vez mirándome directamente— ¿Recuerdas cuando me preguntaste qué era lo que quería de esto?
—Sí… creo —musito. Aquel recuerdo golpea en las paredes de mi cabeza, ocasionando un leve sonrojo en mis mejillas.
—No mentía, te quiero a ti.
Silencio. Quiero apartar la mirada porque me siento rara, pero hay algo que hace que mantenga el contacto visual con Luke.
— ¿Por qué? —termino susurrando, Luke se encoge de hombros—. Nunca mostraste interés en mí en todos estos años que nos llevamos conociendo, nunca te me acercaste, no puedes mostrar interés de la noche a la mañana, es absurdo, ¿Sabes? es como si mintieras.
—No lo hago.
—Pues pareciera.
—No perdería mi tiempo saliendo contigo o yendo detrás de ti si no me gustases —habla, abro mis ojos ante su confesión, creo que me he quedado sin aire. Luke observa mi reacción con cautela.
— ¿Te gusto?
Soy una mezcla de confusión y asombro en estos momentos.
—Sí.
Su respuesta es seca y la suelta rápido.
—Está bien.
Coloco la mano en la manija de la puerta, apretando duro por el impulso de querer salir corriendo, pero la voz de Luke me lo impide.
— ¿No dirás nada más?
—No.
La verdad es que tengo tantas cosas rondando en mi cabeza que no soy competente de formular algo.
— ¿En qué piensas, Juliette?
Cierro los ojos unos segundos, buscando las palabras correctas, tratando de mantener la calma cuando en realidad soy un lío de emociones extrañas que no puedo explicar, pero volteo a verle directo, hay algo que domina en mí y me hace soltar todo de una vez.
—En que esto no tiene sentido, primero eres intimidante y andas con esos tontos juegos provocándome, teniendo esa actitud intimidante, coqueto e imbécil, luego le pides a mis padres una cita conmigo y tu actitud cambia radicalmente… ah, sin mencionar que vives cambiando tu personalidad como si tuvieses un bendito interruptor programado, ya sabes, chico bueno que va a la iglesia, hijo del pastor, luciendo perfecto con la familia perfecta y luego, de la nada aparece el chico malo que se junta con satánicos y hace cosas a escondidas y es engreído.
Lo he soltado todo. Tengo que tomar pequeñas respiraciones para tranquilizarme. Luke solo me observa en silencio, con cierta expresión anonadada.
— ¿Satánicos?
— ¡Dios! ¿Solo de eso eres capaz de captar de todo lo que dije? Sí, Luke, satánicos… ese chico, Andrew, llevaba un pentagrama…
—Ashton —me corrige y yo solo le veo mal.
—Lo que sea.
Me cruzo de brazos, estoy enojada por dejar que esta situación tenga una reacción en mí, no debería de estar dándole explicaciones a Luke o siquiera hablando con él si es que vamos al grano.
No pienso decir nada más y creo que ya no tengo nada más que hacer en su carro, por lo que despego mi espalda del respaldar para abrir la puerta, pero lo que dice Luke con tono serio y casi molesto me hace quedarme.
—No sabes nada sobre mi familia perfecta, Juliette —eleva sus dedos para marcar comillas en el aire al copiar el término que he utilizado—. Sí sabes que a veces las personas se esconden bajo fachadas, ¿No? Yo soy un ejemplo, tú lo has dicho, pero no vuelvas a hablar sobre cómo crees que mi familia es cuando en realidad no sabes nada.
—Luke… yo…
—Ya —me corta, ahora ve la hora en el reloj que lleva en su muñeca—. Creo que ha sido suficiente, le dije a tu padre que te dejaría a las 9 y ya ha pasado la hora, te dejaré en la entrada, vamos.
Le veo apartar el cinturón de seguridad, pero le detengo.
—No, yo puedo ir sola, quédate.
Nos quedamos viendo un rato hasta que él asiente, desganado.—Vale.
No sé qué decir, lo mejor es que baje de una vez, y cuando ya estoy afuera, antes de cerrar la puerta, me dirijo a Luke, quien tiene la mirada hacia otro parte.
—Buenas noches, Luke.
—Buenas noches.
Es lo último que me dice antes de que cierre con cuidado y le vea encender el vehículo. Retrocedo unos cuantos pasos mientras observo cómo arranca, alejándose, hasta que las luces traseras se hacen en pequeños destellos a lo largo de la calle.
Suelto un largo suspiro, decido dirigirme hacia el interior de la casa, abro la puerta y no es mi sorpresa que mamá y papá estén sentados en el sillón viendo alguna película. Cuando se percatan de mi presencia, ponen en mudo la televisión y mamá se inclina con una gran sonrisa en el rostro, ansiosa de saber cómo me fue con lo que es para ella la “cita perfecta”.— ¿Cómo te fue, linda?
—Excelente, vimos una película —respondo, obviamente ni loca pienso contarles la verdad, aunque ocultarles algo y mentirles esté mal y me haga sentir peor.
Ambos me sonríen, me excuso diciendo que estoy cansada, subo a mi habitación y me encierro, sintiendo una sensación de malestar subir por toda mi garganta. Voy directo a dormir, ni siquiera me detengo a orar.
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Tenía esto escrito desde hace una semana y se me había olvidado subirlo, meper¿
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dear god | lrh
FanfictionJuliet Sheldon ya no le temía a las prédicas sobre el Apocalipsis o cómo era el infierno y satanás porque con Luke Hemmings llegó a temer mucho más. // ashtonxiety 2019 // Gráficos por @sheisbea Portada por @d-dumb