veinticinco☆

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—Vamos, dilo, di que lo quieres, sé que lo deseas, Juliette —su voz manda cientos de escalofríos a mi espalda, haciendo erizar los vellos de mi piel. Mi boca de repente se siente seca y hago un esfuerzo para tragar y relamer mis labios. No debería de estar aquí. ¿Qué hago aquí?

Luke me observa minuciosamente, dando cortos pasos alrededor mío, su sonrisa mostrando diversión al igual que su mirada azulada.

—No deseo nada —miento, las palabras salen rápido teniendo en cuenta que el ambiente está demasiado pesado. A mi lado escucho la risa del rubio, sabe que estoy mintiendo y eso solamente hace que mis mejillas se calienten más de lo posible.

—Mentir es pecado, Juliette, ¿Acaso tu padre no te lo ha enseñado? —se mofa, esta vez poniéndose justo en frente de mí. Trago duro cuando él drena cualquier pizca de diversión de su rostro para postrar sus ojos dilatados en los míos, casi inclinándose para estar a mi altura. Entonces Luke comienza a negar lentamente, justo como lo haría un padre decepcionado porque su hijo hizo una gran travesura—. Dilo, te doy una última oportunidad.

Necesito que se aparte de mí, la presión sobre mí es demasiado, pero a la vez me fascina sentir el calor que me brinda su cuerpo, la adrenalina de estar encerrada en mi habitación con él.

—Yo... —cierro mi boca al notar que la vista del rubio sigue con detenimiento cada movimiento que hacen mis labios. Eso sin dudas hace que mi pulso se acelere más.

—Vamos, Juliette —su voz es un susurro, ha disminuido más la distancia entre nosotros, puedo sentir su tibia y lenta respiración.

—Te deseo, quiero... —por alguna razón se me hace tan difícil decir estas palabras, se siente tan pesadas en mi boca, dejándome con un mal sabor, pero sé que Luke quiere oírme decirlo—. Quiero acostarme contigo.

—No sabes cuán duro me has puesto —confiesa, bajo la mirada con curiosidad hacia sus pantalones y me veo sorprendida cuando siento el tacto de él sobre mi mano para luego ponerla sobre su bulto. Mi palma pica y mi cara arde—. Ay, ¿Cuándo vas a entender que me prendes demasiado sin hacer mucho esfuerzo?

No digo nada, y no porque no tenga algo que decir, sino porque los labios de Luke ahora están sobre los míos. Sus manos me rodean la cintura pegándome más a él y yo enrollo mis brazos alrededor de su cuello, para inclinarme mejor.

Nos hemos besado ya antes, pero nada iguala esta vez, puedo jurar que es diferente, hay más deseo rondando la habitación y eso se es comprobado cuando le escucho gemir mi nombre sobre mi cuello a la vez que va dejando besos por toda esa trayectoria. No puedo explicarlo, pero le necesito. Y como si él leyera mis pensamientos, nos conduce hasta orilla de mi cama, empujándome suavemente sobre esta, a los segundos su cuerpo está sobre el mío, apoyándose con uno de sus codos para no aplastarme.

—Quiero —hace una pausa para darme un beso sobre los labios—. No, realmente necesito que te deshagas de toda la ropa que traes puesta.

Oh.

Luke nunca me ha visto desnuda, de hecho, nadie jamás lo ha hecho. Estoy a punto de decirle que no me siento cómoda del todo cuando una de sus manos se cuela debajo de mi blusa hasta llegar a uno de mis pechos. Luke lo aprieta con gentileza mientras su boca está ocupada dejando besos en mi mandíbula, suelto un gemido cuando vuelve a presionar mi busto.

—Te necesito, Juliette —murmura sobre mi piel y eso es lo último que necesito para poder agarrar todo mi coraje y llevar mis manos hacia el broche de su pantalón jeans, deslizo mi mano dentro, acariciando sobre la tela de su bóxer y algo dentro de mí se enciende cuando le oigo chistar entre dientes en respuesta a mi movimiento.

dear god | lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora