Una semana hemos tardado para preparar la infiltración de James en el equipo de Dominic Lexington. Extrañamente uno de sus escoltas murió y ha tenido que conseguir otro. Allí entra mi más leal hombre, quien ahora está haciendo el check-in en el aeropuerto para abordar un vuelo hacia el otro lado del mundo.
A mi lado está Sergéy y hemos decidido dejar a Dasha en la casa bajo custodia de los hombres de Maxim.
Boris nos ha enviado el dinero solicitado, mi madre no puso objeción para ayudar a la chica y me duele no contarle que estoy detrás de todo, que estoy viva y que mi muerte es una farsa.
Pero debo mantenerme firme. Mis planes se realizarán mejor mientras menos personas sepan que aún vivo.
Cuando James vuelve con nosotros, le doy una sonrisa satisfecha. Confío en él más que en nadie y sé que nunca me va a defraudar. Su lealtad está conmigo y gracias a su rostro desconocido para Dominic, es la mejor opción.
—Que te vaya bien. Es importante que te comuniques solo con Maxim, él me hará llegar tus mensajes.
—Entendido. —Se acerca y besa mi frente. El contacto más íntimo que hemos tenido hasta ahora. Escondo una sonrisa de melancolía. Al alejarse, observa a Sergéy y le da la mano—. Cuídala como si fuera tu propia vida; ella es parte de todos nosotros —le dice con seriedad.
Mi otro escolta asiente igual de serio y le devuelve el apretón de manos.
—No te preocupes, la mantendré a salvo.
—Buen viaje —comento para que ya se marche. No es que quiera que se vaya, pero las despedidas son exclusivas para los funerales.
Vemos cómo James se va sin mirar atrás, con ropa informal y una maleta de mano. Parece un turista cualquiera, un extranjero que va viajando por el mundo. Cuando desaparece en migración, me doy la vuelta y Sergéy me sigue. Extiendo una mano en su dirección y, sin decir nada, él deja una tarjeta en ella.
—¿Es este? —indago sin expresión alguna en mi rostro.
—Así es.
—Hagámoslo, entonces.
Nos acercamos a un teléfono público antes de volver a nuestro vehículo. Analizo el número en el pedazo de papel que me ha dado mi hombre y marco sin dudar, es hora de hacer una llamada en particular.
—Lexington —responde una voz gruesa, enojada y masculina, luego de timbrar algunas veces. Pese a que él no me pueda ver, sonrío.
—Hola, Dominic. Ha pasado tiempo —saludo en inglés.
Siento un gran vacío en la línea.
—¿Quién habla? —curiosea, confundido.
—¿En serio no reconoces mi voz? Qué decepción —ironizo—. Te habla Svetlana —agrego para ir directo al punto.
—Imposible, ella está muerta. —Se ríe el cretino, se burla.
—¿Eso crees? ¿Acaso piensas que alguien osaría pasarse por mí?
—Espero a que diga algo, pero se queda en completo silencio—. Eso pensé. Quiero mi dinero si quieres seguir recibiendo mercancía. Y te conviene no decir nada de mí y acudir a Lavrov, ya que él odia a los Estados Unidos y no dudará en meter una bala entre tus ojos.
—¿Y quién me garantiza que vas a cumplir con nuestro acuerdo? —Tiene el descaro de desconfiar.
Casi me río.
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La Rusa©
General Fiction***DISPONIBLE LIBRO EN FÍSICO*** Muchos piensan que estoy abatida, que han acabado conmigo. Se regocijan porque creen que exterminaron a Lana Záitseva. Sus mentes tan pequeñas no se detuvieron a pensar que podría estar viva. ¡Pobre crédulos! Estoy...