El rostro de Dierk se desfigura con furia cuando su chofer le dice que su neurótica ex es quien nos está golpeando por detrás. Rápidamente y con voz glacial, le ordena que se detenga. Aprovecho los segundos para guardar mi arma y de paso arreglar mi apariencia desaliñada.
Cuando el hombre detiene el auto en un arcén prohibido de la carretera, bajo tras Liebeskind solo por curiosidad. Él se acerca con pasos duros hasta el otro vehículo de alta gama, el cual tiene el frente destrozado. Abre la puerta del conductor y saca de un tirón a la chica. Su pelo rojo se le pega a la cara llorosa, y sus ojos, desde mi perspectiva, están desolados, de mirada perdida. Podría decir que está ebria, incluso drogada.
—¡Dame una razón para no matarte ahora mismo! —le espeta Dierk mientras la zarandea. Ella solloza y lo ve con miedo.
Me cruzo de brazos y con un suspiro respondo por ella:
—Está borracha, ni siquiera piensa en lo que está haciendo. No vale la pena. —Me acerco a ellos, agarro a Jessika de la barbilla y aunque me da una mirada de odio y muerte, sus facciones están bastante relajadas. Estudio sus pupilas dilatadas y orbes rojos. Luego reviso sus brazos; encuentro pinchazos—. Cocaína o heroína. —Hago una mueca y la suelto.
Ella deja salir una carcajada tenebrosa y Dierk la observa con asco.
—Me dejaste por ella. Los odio, quiero matarlos —dice con voz extraña.
Bizqueo la vista.
Produzco drogas, es el mayor negocio de la Bratva y aún no me acostumbro al ridículo y patético comportamiento de aquellos que son consumidores. Es como perder la maldita dignidad.
—Tú y yo hablaremos cuando estés lúcida —gruñe. La agarra del antebrazo y trata de meterla en el asiento trasero de su auto. —¡Suéltame, maldito! ¡Te odio por arruinar mi boda! —grita fuera de sí y me mira con rabia—. ¡Asquerosa secretaria, te voy a matar!
Se le escapa a Dierk y corre en mi dirección. Calculo sus movimientos torpes y preparo mi mano. Espero cuando está lo suficientemente cerca de mí, encajo los dedos entre su hombro y cuello, justo detrás del hueso. Aplico mucha presión allí y ella abre mucho los ojos hasta que comienza a desvanecerse. La sostengo en mis brazos cuando cae inconsciente y le echo una mirada a Dierk.
—Tómala, o la dejaré caer al suelo —le advierto. Un segundo después está levantándola en brazos y dejándola en el asiento trasero del auto.
Hace mucho tiempo no usaba esa técnica. Recuerdo que Aleksei me la enseñó cuando aún no sabía pelear para que así pudiera defenderme de cualquier ataque. Lo dejé inconsciente dos veces y casi morí de miedo en cada ocasión. Una sonrisa nostálgica estira mis labios y por un momento me pierdo en los recuerdos.
—Bárbara —me llama Dierk y me giro a verlo—, ¿nos vamos? —Hace una seña con su cabeza hacia el Rolls Royce y frunzo el ceño—. Jens se llevará a Jessika a su casa. Tú y yo volveremos al apartamento solos.
Levanto una ceja. ¿Acaso cree que después de esta escena tengo ganas de continuar?
—Ya no tengo ganas de nada. ¿Me llevas a mi casa? —Camino hasta el asiento del copiloto y lo escucho reír con suavidad.
—No creas que te vas a escapar de mí.
Pongo los ojos en blanco y me deslizo en el asiento recordando que no llevo bragas. Joder. Me giro al asiento trasero, empujo las cortinas y busco con la mirada mi ropa interior, mas no veo nada.
—¿Buscas esto? —indaga Dierk con voz ronca. Lo determino y aprieto los labios al ver mi tanga en su mano. Se la lleva a la nariz y aspira—. Delicioso.
ESTÁS LEYENDO
La Rusa©
General Fiction***DISPONIBLE LIBRO EN FÍSICO*** Muchos piensan que estoy abatida, que han acabado conmigo. Se regocijan porque creen que exterminaron a Lana Záitseva. Sus mentes tan pequeñas no se detuvieron a pensar que podría estar viva. ¡Pobre crédulos! Estoy...