Capítulo 41

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Tres meses después...

Contemplo la vista del frondoso bosque que crece luego de un crudo invierno. Mis hermanos corren detrás de Dasha por entre las sillas perfectamente acomodadas en el césped del patio trasero. Más atrás y con pasos torpes, van las crías de Cleo y Mac. Al final mi loba sí estaba preñada; tuvo seis lobeznos igual de traviesos que los niños.

Mamá y Sherlyn les gritan para que se alejen de la decoración que con tanto empeño han realizado, pero es un esfuerzo en vano. Me río cuando Yarik, quien ha mejorado su actitud caprichosa, se lleva por delante una de las columnas de rosas que forman el camino hacia el altar.

—¡Yaroslav! —lo regaña mi madre mientras este se carcajea cuando se levanta. El niño le dice algo que no logro escuchar y ella se cruza de brazos—. Estás castigado. ¡Y tú también, Dasha! Eres la mayor, debes poner el ejemplo.

—¡No es justo, Larissa! —manifiesta la adolescente con el ceño fruncido.

No puede librarse del enojo de Larissa.

—Deberían ir adentro a vestirse, dentro de poco inicia la boda —añade Sherlyn y los niños hacen muecas de disgusto—. Por favor, antes lleven a los cachorros a su hábitat.

—Les sugiero que hagan caso. No quieren a estas dos enojadas detrás de ustedes —les digo recostada en el barandal del balcón con media sonrisa. Todos miran hacia arriba; los chicos me saludan con las manos.

—¿Y tú por qué no estás maquillada y peinada? —cuestiona mi madre.

Viro los ojos.

—Paso —canturreo.

Me alejo de su vista antes de que inicie su discurso sobre la importancia del tiempo y lo impecable que tiene que lucir una novia en su boda.

Me siento en la cama de mi nueva habitación. La principal, la que alguna vez perteneció a Slava y a mamá. Ahora la compartiré con Taras a partir de esta noche oficialmente como marido y mujer.

No era mi idea inicial hacer una fiesta con una posible amenaza tan cerca, pero luego de varias semanas sin noticias de mi atacante, y sin saber nada de Mallory y Jessika por tanto tiempo, mamá, Sher y Taras, me convencieron de que era un buen momento para relajarse un poco. Es por ello que hoy contraemos nupcias en una ceremonia íntima y sencilla, solo con nuestras familias y aquellos más cercanos a nosotros. A pesar de todo, no me iba a arriesgar a algo llamativo, además, tampoco son mi estilo las fiestas grandes.

Mi matrimonio con Dierk es nulo, así que no tengo problema con ello, y eso me lo ha hecho saber mi abogado. Él se casó legalmente con Bárbara Koch y yo soy Svetlana Záitseva. Nunca hemos estado casados en verdad. Aunque era obvio, todo lo que pasó después me hizo olvidar ese detalle importante.

Llevo mis manos a mi vientre cuando siento una patada de mi bebé. Voy a la mitad de mi quinto mes y pese a que el médico dice que todo está bien, yo encuentro mi vientre más pequeño de lo que yo considero normal. Sherlyn tiene solo un mes más que yo y su barriga es enorme, en cambio, a mí apenas se me nota. Lo único que me dice que mi pequeño está perfecto es su constante forma de manifestarse. Patea, se mueve mucho y se pone en algunas posiciones que me quitan el aire.

He decidido no saber el sexo hasta el día del parto, cosa que no le ha agradado a mi familia. Sin embargo, es mi decisión, solo mía. Si bien este bebé llegó como un motivo de ambición, siento que él o ella es lo que más amo en mi vida, alguien que viene de mí, que es parte mi cuerpo. Será grande y quien heredará el imperio de su padre. El último con el apellido Liebeskind.

La Rusa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora