Capítulo 6

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La semana pasa rápido y sin ningún cambio significativo. Pese a que estoy un tanto desesperada, no me voy a lanzar sin más a la boca del lobo. Primero debo estudiar bien a mi objetivo, y he de decir que es un poco difícil, por no decir imposible.

He conocido cientos de hombres desde que tengo memoria y siempre ha sido sencillo para mí saber quiénes son, qué piensan, cuáles son sus defectos y sus más oscuros deseos. Incluso Taras, que fue un hombre muy reservado e inexpresivo, era un libro abierto para mí en muchísimas ocasiones, lo que me llevó a conocerlo bien y a depositar mi confianza en él... cuando esto es un privilegio del que no gozan muchos. Sin embargo, Dierk Liebeskind es un reto que se me ha hecho un tanto dificultoso. Es muy cerrado, sabe guardar muy bien sus emociones, tanto que parece que observo a una estatua y no a un hombre de carne y hueso. Sus ojos son tan fríos e inescrutables que me recuerdan a Slava, e incluso a este lo podía descifrar.

No había conocido a un hombre tan acerado como el nuevo jefe de la mafia alemana, pero su falta de humanidad en su mirada no me va a detener. Todo lo contrario: despierta más mi vena curiosa.

He decidido por enésima vez tomarlo con calma, todo a su debido tiempo sin alterar el curso de las cosas más de lo recomendado. No obstante, Sergéy, Dasha y James, no están de acuerdo conmigo, quieren que actúe de inmediato y me parece que eso es algo estúpido. Aunque tengo que darles la razón, pues cada día Lavrov está más cerca de encontrar a las familias que escaparon de su dominio, entre ellas la mía.

Con un suspiro, salgo del auto luego de detenerme frente a nuestro edificio. Como siempre, hago un rápido escaneo del lugar antes de abrir la puerta del lobby y cerrar luego de estar resguardada dentro de la seguridad del complejo. Subo hasta nuestro piso para encontrarme caras pálidas, enojadas y preocupadas. Toda mi piel se eriza en señal de malas noticias.

Grandioso. Después de un día de mierda en la oficina, más problemas en la casa. Ya casi siento cómo es ser una persona normal.

—¿Qué pasa aquí? —indago con voz resignada.

El primero en levantarse es Sergéy.

—Tenemos problemas. Graves —contesta extremadamente serio.

—Oh, vaya. Si no me lo dices, no me doy cuenta —comento con sarcasmo a la vez que lanzo mi bolso en el sofá. A mi hombre no le gusta mi tono, pero no dice nada al respecto. Una decisión inteligente.

—Es muy en serio. No te gustará lo que tenemos para decir.

—Adelante —resoplo con cansancio dejándome caer en el sofá individual.

Juro que desde que todo ha pasado, siento que tengo algunos cincuenta años más. Todo este peso y responsabilidad me están volviendo loca, y es solo el comienzo. Si mi orgullo, mi sed de venganza y poder no fueran más grandes que yo, tal vez consideraría desaparecer para siempre.

—El imbécil de Dominic se ha comunicado con Ruslan Lavrov.

—Eso capta de inmediato mi atención y me pongo rígida, así que el muy idiota ha decidido desafiarme—. No le ha dicho exactamente nada, pero le ha pedido que se reúnan porque tiene cosas importantes que hablar con él.

—Piensa delatarte —agrega Dasha con voz acusatoria. Asiento—. Confiaste demasiado en esa rata de alcantarilla.

—No he confiado en él, solo necesita un incentivo para mantener su boca cerrada. —Miro a Sergéy—. Llama a Maxim y dile que traiga a uno de sus mejores hombres.

Él intenta decir algo, sin embargo, se queda callado. A su vez saca su móvil del bolsillo y pulsa un botón antes de ponerse el aparato en el oído. —Hay más —suelta mi protegida mientras mi guardia habla con Max. Desvío mis ojos hacia ella—: Lavrov tiene a los Kórsacov. Han visto a Olesya y a Denis en la mansión.

La Rusa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora