Dierk Liebeskind—¿En serio irás tras el culo de Svetlana Záitseva? —pregunta incrédulo Ancel mientras me ve meter ropa en mi maleta de mano. Lo doy una breve mirada que responde a su pregunta. Él resopla—. ¿Estás seguro de que solo la quieres para tus propios beneficios? Porque no recuerdo la última vez que hayas arriesgado tanto tu vida por una mujer. ¡Joder, Dierk, es Rusia! El puto territorio que por años ha sido nuestro mayor enemigo.
Ruedo los ojos ya cansado de su voz y sus palabras. Al parecer ha olvidado que no soy solo su hermano y mis decisiones son ley.
—No voy detrás de Svetlana, voy tras mi hijo y conocer el lugar que ambiciono dominar —argumento cuando bajo la maleta de la cama—. Lana puede ser la mujer perfecta, no lo voy a negar. Sin embargo, ella, al igual que yo, es una alfa, y aunque esté enamorada de mí, eso no es suficiente como para mantenerla cerca y hacerla doblegarse ante mí.
—¿Y qué ganas yendo a Moscú?
Suspiro con exasperación.
—Estudiar sus debilidades y ver su comportamiento cerca de los suyos para así utilizar su amor a mi favor.
—¿Y si no vuelves? —Levanta una ceja.
Sonrío antes de palmear su hombro.
—Eso no sucederá. Si corro con tan mala suerte, entonces sabes lo que tienes que hacer.
Él asiente y nuestra conversación termina ahí.
No soy un estúpido, sé cuáles son los riesgos de presentarme en territorio hostil.
Por años la Bratva y el Linaje han mostrado su odio sin sutilezas, y ahora solo es una línea muy delgada la que mantiene las cosas en paz; una línea que se puede romper en cualquier momento, y es por ello que tengo que tener cuidado. Cientos de mis hombres están allá y al tanto de mi inminente llegada, cualquier movimiento sospechoso hacia mí será el incentivo para empezar una masacre, esto aprovechando lo vulnerable que está la Organización. Ancel tomaría mi lugar en el Linaje y terminaría de arremeter hasta exterminar esa mierda rusa.
Estoy resguardado por todos los flancos. Solo espero que esto último no suceda y pierda todo por lo que he trabajado.
Cuando mi avión aterriza en Moscú y soy llevado a la casona, pienso en mi esposa. Tan hermosa y tan fuerte. En otra ocasión incluso me enamoraría de ella, pero seguimos siendo rivales.
Ella lucha por su posición, no querrá renunciar a ella y no puede haber dos cabezas en un mismo matrimonio.
Cuando el auto alquilado atraviesa las puertas luego de un permiso de entrada concedido por su soldado Sergéy, me percato de una caja transparente en medio del jardín. Levanto las cejas cuando veo a un hombre dentro, desnudo y temblando de frío. Me bajo del vehículo y me acerco al tipo, no sin antes ordenarle a uno de mis hombres dentro del terreno para que avisen a Svetlana de mi llegada.
Me detengo frente a la caja y es entonces que reconozco, en medio de los cortes, a Ruslan Lavrov. ¿Lana hizo esto? Es sádico, bestial. El hombre está completamente desfigurado y casi azul por el frío.
—Dierk —escucho la voz de mi esposa.
Me giro a verla.
Lo primero que capto es su cuerpo muy descubierto para el clima que hace. Lo segundo es el hombre que sale de un vehículo y nos ve con el ceño fruncido, y el tercer hombre que emerge de la casa y se queda a una distancia prudente. Aunque el parecido de este último con Lana me da una idea de quién puede ser.
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La Rusa©
General Fiction***DISPONIBLE LIBRO EN FÍSICO*** Muchos piensan que estoy abatida, que han acabado conmigo. Se regocijan porque creen que exterminaron a Lana Záitseva. Sus mentes tan pequeñas no se detuvieron a pensar que podría estar viva. ¡Pobre crédulos! Estoy...