Capítulo 24

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Siento que los días se hacen meses y las horas años mientras pasa la semana para volver a Rusia. He tenido que soportar dos eventos sociales donde pasé la mayor parte del tiempo alejada de la multitud. Había creído que Dierk seguiría con su comportamiento irracional y no iba a permitir que asistiera a esas fiestas, pero me equivoqué. Tuve que soportar horas de falsas sonrisas y halagos forzados, también felicitaciones llenas de veneno hacia mi embarazo, el cual anunciamos hace poco a todo el equipo.

Casi todo el mundo sabe quién soy y eso me preocupa, temo que llegue mi paradero a oídos de Lavrov, pero Dierk ha dicho que traicionarme a mí, sería traicionarlo a él, y el Linaje se destaca por la lealtad de sus hombres, eso no lo voy a negar. No he querido creer en sus palabras, sin embargo, según nuestro contacto en la casona, no ha habido comentarios con respecto a mi persona. No obstante, que nadie hable no significa que no me odien o que me respeten. He visto miradas despectivas y de odio dirigidas a mí en los lugares que asisto.

No es como si me importara caerle bien a los demás, pero a mis planes les afecta que ellos no me consideren más que una intrusa.

Salgo de la ducha con el estrés todavía pesando en mis hombros. Estoy a dos días de perder o ganar, y definitivamente no quiero la primera. Esta tarde debo reunirme con los soldados y explicarle la estrategia de ataque, que con mimo he perfeccionado con Milenka y Sergéy. Nuestra idea es derramar la menos sangre posible, atacar a través de los puntos ciegos e imponernos sobre aquellos que aún en la guerra son leales a Lavrov.

Cuando voy a vestirme, escucho mi móvil sonar. Lo busco con la mirada y dejo salir un bufido al ver que Dierk otra vez lo ha cambiado de lugar. Quiere revisarlo, me lo ha pedido explícitamente de vez en cuando, mas eso es algo que no voy a aceptar. Es mi teléfono, es mi privacidad, y él que se joda. Allí están los números y la información de mi familia.

Nunca le permitiré acceder a los datos de aquellos a quienes más amo y protejo con mi propia vida. Eso podría ser peligroso, de hecho, lo podría usar para chantajearme... y creo que lo conseguiría.

Tomo el teléfono y abro el texto. Todo mi cuerpo se tensa al leer el contenido.

Milenka: Tenemos problemas. Ruslan Lavrov ha encontrado a los Dobrovolski.

Maldigo entre dientes y con celeridad me visto con lo primero que encuentro en mi guardarropa. Le contesto que estaré en la oficina de su hermano de inmediato, y termino de arreglarme. Recojo mis pertenencias y de la mesa de noche de Dierk extraigo una de las llaves de sus autos. No me detengo a mirar cuál, no tengo tiempo para eso. No le gustará que tome uno de sus tan costosos vehículos, pero tengo una emergencia y él se ha llevado a Jens.

Su idea inicial ha sido que me quede en casa encerrada mientras él iba al depósito a contabilizar las armas a utilizar, esas que nos llevaremos Rusia. Es una pena que sus planes se hayan desmoronado.

Como no conozco el código del elevador privado, decido irme por el de servicio, que está fuera del apartamento; llego al parqueo subterráneo y acciono el mando. Las luces de un bonito Aston Martin se encienden y me dirijo allí. Pocos segundos después, estoy saliendo del garaje e incorporándome al tráfico.

Cuarenta minutos después, estoy aparcando frente a la entrada del edificio de Maxim. Los dos hombres en la puerta me reconocen y me dejan entrar de inmediato. Subo las escaleras y entro a la oficina sin tocar. Sergéy y Maxim murmuran entre ellos; Milenka habla por teléfono con alguien.

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