Capítulo 19

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Finalmente llega el día de la boda. Apenas y son las siete de la mañana y ya tengo el móvil reventado de llamadas de Zelinda. Que dónde estoy, que necesito ir a peinarme, a hacerme las uñas y el maquillaje. Un sinnúmero de mensajes de textos y de voz que me ha sido imposible revisarlos todos. La ceremonia es a las seis de la tarde, dentro de casi doce malditas horas. No comprendo cómo una persona puede ser tan molesta, no sé cómo su familia puede aguantar su intensidad.

Giro sobre la cama de Dierk. Si ella supiera que he pasado la noche con su hijo, estoy segura que pegaría el grito al cielo.

—¿Quién mierda está marcando tanto a tu teléfono? —gruñe.

Abro los ojos solo un poco; la luz que entra por el ventanal me quema las retinas y dejo salir un gemido.

—Tu madre —contesto buscándolo con la mirada.

Está recién salido de la ducha y no puedo negar que se ve demasiado bien así mojado.

—Qué mujer más exasperante. —Agarra mi móvil ruidoso y al segundo vuelve a dejarlo en la mesa de noche ya en silencio. Al parecer, lo ha apagado—. Tengo cosas que hacer antes de la boda. Jens se quedará para llevarte donde desees.

—Bien. —Me acomodo más entre las sábanas y vuelvo a cerrar los ojos para fingir quedarme dormida—. Nos vemos más tarde.

No obtengo respuesta, pero al poco rato siento sus labios sobre los míos y un fuerte golpe en mi nalga izquierda. Gruño en protesta y lo escucho reír. Hijo de puta. Cómo odio que haga eso.

Me quedo tranquila en la cama oyendo cómo se mueve en el armario y luego sus pasos desvanecerse. Espero unos segundos más para separar mis párpados, y cuando creo que estoy sola, me levanto lentamente de la cama. Tomo mi vestido del diván, me lo coloco antes de tomar mis cosas y salir de la habitación. Tengo solo cinco minutos para buscar respuestas en el estudio de Dierk, es el tiempo que puede Milenka mantenerme oculta de las cámaras de seguridad sin levantar sospechas.

Cojo mi teléfono y lo enciendo para enviarle un mensaje a la chica.

Ignoro las llamadas perdidas de Zelinda y paso a la aplicación de mensajería.

Tengo que esperar unos segundos para que ella me dé la vía libre, entonces procedo. Me meto en la oficina luego de colocar la contraseña en el panel táctil, todo esto utilizando un pañuelo fino que cubre mis dedos para no dejar mis huellas. Dentro es como una versión pequeña de despacho en las Empresas Liebeskind.

Hago un escaneo rápido de las instalaciones y me acerco al escritorio. Con cuidado de no mover nada ni tocar más de lo necesario, reviso los cajones. No sé con exactitud qué busco, pero cualquier cosa que me sirva para arruinar al Linaje... es perfecto.

Secretos, problemas, estados de cuenta. Lo que sea. Sin embargo, no hay nada, todo está extrañamente en orden. Me acerco a un estante y doy con una caja fuerte. Dejo salir un bufido frustrado y le escribo a Milenka:

No hay nada aquí, solo una caja fuerte. Nos tomará horas abrirlo.

Con rapidez llega la respuesta a mi dispositivo.

Milenka: No te preocupes por eso, buscaremos otra manera. Sal de ahí, te queda poco más de un minuto.

Al leer eso, salgo corriendo de allí y me aseguro de que no he dejado nada desordenado ni se me ha caído ninguna de mis pertenencias.

Cuando estoy satisfecha con mi inspección, salgo al pasillo y me pongo mis zapatos para salir del apartamento. Me iré a mi casa, todavía quiero dormir unas horas antes de aparecer en la mansión Liebeskind para soportar mi infierno personal.

La Rusa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora