~Cap. XVI~

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La jueza volvió a salir de aquella puerta con la mirada decidida y sería, se sentó con lentitud en la cómoda silla negra tras la tribuna. Había pasado un cuarto de hora de meditación leyendo cada uno de los papeles y debatía a susurros entre los miembros del tribunal supremo del estado de California la tensión se sentía en el ambiente Prinston agarraba la delicada y suave mano de Lydia temblorosa pero no más temblorosa que la de Prinston. Se miraban fijamente

-Sabes que todo irá bien ¿no? - dijo Lydia en un susurro

-No lo se Rubí no lo se, lo único que se es que esto tiene que acabar, esto ya ha podido conmigo

-Estaré aquí junto a ti en todo momento, si hace falta yo misma los mataré, sabes que puedo - en el rostro de Prinston se formo una leve sonrisa, finalmente la jueza se apartó del grupo lista para decir su decisión

-Silencio por favor. El jurado de California ha estado debatiendo y está listo para dictaminar sentencia, señores por favor, póngase en pie, el jurado de Beacon Hills, California ha decidido declarar al sargento William Prinston... Culpable - dijo dando un fuerte y sonoro golpe con el mazo de madera en la enorme mesa - A continuación, el secretario leerá los cargos que se le imputa y deberá cumplir - le pasó el documento al hombre canoso trajeado que estaba a su lado, agarró firme aquel papel y se decidió a hablar

-Al sargento William Prinston se le retirarán todas las medallas de honor concedidas desde su inicio en el cuerpo militar, la pérdida del cargo de sargento y la inhabilitacion completa del cuerpo militar de forma indefinida recogiendo todas sus cosas de la base en un máximo de 48 horas - la pelirroja se levantó de golpe impulsada por el dolor y la ira con los puños temblorosos apoyados sobre la fuerte mesa

-Esto tiene que ser una broma ¿no?, ¿después de todas las pruebas físicas en contra de esos dos especímenes le declara culpable? Me parece que esto está totalmente amañado

-Siéntate Lydia por favor - dijo Prinston levantándose difícilmente con las manos sobre su rostro y pasando los dedos por su castaño pelo. Su mirada estaba agachada fija en el parqué oscuro recordando en un fuerte flashback cada parte de su vida en lo que pareció ser un segundo pero realmente pasaron varios minutos mientras que arrastraba sus pies por el largo pasillo. Recordaba su entrada en la formación con tan sólo 8 años, lo pequeño que era, su ilusión y su tormenta de nervios por no saber si lograría sus sueños. Cuando le nombraron cabo pocos años después de entrar, todo lo que lucho para conseguir ese primer y pequeño logro pero que para ese niño lo significaba todo. Cuando acogió asustado de aquel basurero al pequeño bebé Zusmann, indefenso, apenas con dos años, prácticamente él lo había criado y ese momento fue lo más bonito que le había podido pasar, no lo queria cambiar por nada en el mundo. Tambien por su mente se cruzó cuando años más tarde conocío a Daniels, lo mal que se llevaba con él en los primeros años al entrar en la armada, sabía que se llevaban tan mal porque era el único que le desafiaba pero en el fondo lo apreciaba. La enorme ceremonia de sargento después de la muerte de su increíble amigo Turner y sobre todo repetidas veces la muerte de su pequeña María, el dolor inmenso que sintió aquel día.

Sin poder evitarlo lo último que recordó fue a Zusmann, su muerte, lo cual provocó que un fuerte mareo lo hiciera apoyarse en uno de los  bancos, en los que se sentaban los testigos, a punto de caer al suelo. Su vista estaba completamente nublada, no llegaba a creer que en un segundo todo lo que había logrado en su vida se hubiera evaporado, miraba el suelo distorsionado y notaba como Lydia le zarandeaba preocupada intentando llamar su atención, pero a Prinston le daba igual lo único que sentía era que no podía respirar, una fuerte angustia recorría sus pulmones, escuchaba su fuerte pulso retumbando en la sala, en su pecho y sobre todo en su cabeza, solo escuchaba eso hasta que una voz distorsionada llegó a sus oídos, reconoció la voz aunque no fuera nítida

-¡Prinston! - era la voz tan característica y rasgada de Zusmann, era su voz, era él y no podía creérselo, levantó la mirada y ahí estaba, de pie agarrandole de los hombros buscándo enderezarle. Prinston le miraba en shock ya completamente en erguido. Zusmann le cogió el rostro diciendole con los ojos llorosos y en un susurro

-Mírame, ya ha pasado, eres totalmente inocente, me salvaste, tu me salvaste y ahora todos lo saben - mientras que hablaban Stiles se acercó a la jueza poniendo sobre la mesa todas las pruebas demostrando que esos militares lo habían preparado todo. Prinston tiró de la nuca de Zusmann dejándole atrapado en un fuerte abrazo. Sin poder evitarlo dejo caer las lágrimas que nunca había llorado. No se lo podía creer, lo estaba tocando, a su hermano pequeño. Escuchaba cosas de manera difusa aún abrazandolo "Sargento Prinston inocente" "Acusados cada uno a cinco años y inhabilitación indefinida"

-Te quiero Zuss, te quiero

-Yo te quiero muchísimo más cabezota hermano mayor, gracias por salvarme la vida una segunda vez gracias -

Wolf of War III: Los secretos nunca acaban {Completa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora