~Cap. XLIII~

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*Escuchar canción mientras lees*

Se despertó con un gran dolor de cabeza como si le estuvieran taladrandola, lo último que recordaba era la mordida de Derek en su brazo, y después, todo negro haciéndole caer contra el suelo, giró la cabeza examinando la habitación para ver dónde estaba, respiró aliviado al ver que estaba tumbado en casa de Derek, se incorporó levemente y lo notó, al apoyar sus brazos sobre el colchón para incorporarse notó que ya no solo le temblaban las manos, sino que ahora también le temblaban los brazos mucho peor que antes y se asustó, intentó llamar a Derek, de verdad que lo intentó, pero solo se quedó en eso, en un intento, el moreno se quedaba con la boca abierta sin emitir ningún sonido aunque lo intentase.

Así que ya frustrado, asustado y desesperado optó por llamar al lobo a base de golpear la mesa, unos minutos después Derek llegó al cuarto y miró a Stiles extrañado:

-¿Qué tal el mordisco, te encuentras bien? - Stiles empezó a vocalizar sin emitir sonido alguno, lo siguió intentando con desesperación aunque el resultado no fue muy bueno.

-...no...habla… - Derek cambió su gesto de golpe a una mirada realmente asustada, de dolor, tragó saliva dolorosamente intentando comprender que había pasado, que había pasado con la voz dulce y alegre de su cachorro que ahora había cambiado a una ronca y asustada, tras unos segundos consiguió llegar a una conclusión lógica y horrorosa.

-Lo hemos hecho demasiado tarde… -dijo llevandose las manos a la cabeza

-...no...culpa...no...im.importa… -dijo forzando una sonrisa alzando el rostro y dejando ver que estaba aún más pálido que antes, con enormes ojeras, como si Derek tuviera delante al cadaver de aquel que fué el alegre y sarcástico Stiles.

Derek sin poderlo evitar se apoyó sobre la mesa de cristal, bueno, mas que apoyarse se dejó caer sobre ella mirando a su ancla, el destrozo físico y psicológico que tenía, no sabía que hacer, en ese momento solo tenía miedo, tenía muchísimo miedo, el sentimiento de perder a Stiles se había hecho presente no como antes, sino que de manera intensa, haciéndole notar el dolor cada vez que intentaba respirar.

-¿Qui-quieres que llame a tu hermano?, ¿qué quieres que haga por tí?

-No...Zuss...yo...hos-hospi-hospital...morir… -dijo sin poder retener la lágrima que ahora rodaba por su mejilla acabando en el frío suelo de madera

-¿No quieres despedirte de él?

-Antes...casa...carta...da...a Zuss… -dijo señalando el bolsillo de sus vaqueros donde Derek se había guardado el sobre

-No me puedes pedir esto, no me puedes pedir que te lleve a morir y luego tenga que ver a tu hermano para darle la carta de tu muerte, ¿como puedo yo encararle así?No puedo Stiles... -dijo mientras sus ojos comenzaban a enrojecerse

-Solo...tengo...a ti…-dijo con ojos cubiertos de lágrimas que no dejaba correr ante la impotencia que sentía

Derek avanzó unos pasos para terminar abrazando a su mejor amigo, a su ancla, a la mejor persona de su vida, le abrazaba fuertemente dejando correr sus lágrimas por su rostro, nunca se había sentido así, notaba cómo su alma se desgarraba a pedazos, sabía que no se recuperaría de esta, sabía que no habría un dia en el que no fuera a extrañar a su cachorro, pero debía hacerlo, debía hacerlo porque así lo quería él, así lo quería Stiles.

-Quiero...mucho...Der.Derek.

                          ~~~**~~~

Blanca, silenciosa y fría, así era la habitación 37, la habitación en la que moriría dentro de unos minutos, al llegar no hizo falta decir nada, el doctor Stephen, el cual llevaba el caso de Stiles supo a lo que venía, les tomó un cuarto de hora preparar la habitación y poner a Stiles esa bata azul que tanto odiaba, ya que sus músculos empezaban a no responderle.

Sabía que Derek le estaba viendo desde el otro lado del cristal de la ventana, pero no podía evitar sentir esa sensación de soledad, de vacío, de saber que no volvería a gastarle esas estúpidas bromas pesadas a Derek hasta el punto de hacerle gruñir por pura desesperación.

Que no volvería a abrazar a su hermano y a pelear para ver a quien le tocaba el mejor avatar en la consola o por ver quién se comía la última pasta.

Que no vería más ese pelo pelirrojo y esos ojos verdes que se apoderaban de su mente a cada minuto, que no volvería a oirlos reir, o a gritar su nombre por pura desesperación para hacer que se callara, no podía quejarse, había tenido una buena vida y aunque sabía que su padre se pondría histérico al enterarse de lo que estaba haciendo, sabía que era lo mejor que podía hacer.

Sonó la puerta al abrirse, escuchó pasos acercarse a la camilla y esos mismos pasos alejarse y acto seguido escuchó cómo se cerraba la puerta, enseguida empezó a sentir cómo un extraño líquido empezaba a recorrer sus venas, empezó a sentir paz, una inmensa paz y antes de sumergirse en ella para al fin poder descansar un último susurro escapó de sus labios:

-Lydia...

Wolf of War III: Los secretos nunca acaban {Completa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora