~Cap. XXXIII~

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*Escuchar canción mientras leea*

Se hacía de noche y se veía al sol esconderse creando un atardecer con una mezcla de colores preciosos en el despejado cielo.

Los nervios de Prinston volvieron a recorrer su cuerpo cuando la madre de Lydia dijo que los novios tenían que abrir el baile con una lenta y armoniosa balada. Lydia se levantó dirigiéndose a paso tranquilo hasta su ahora marido, según se acercaba los escasos pasos que los separaban le notaba nervioso y tenso, eso la hizo sonreír.

Ella estaba tan nerviosa que creía que en cualquier momento la fallarian las piernas, cuando finalmente se encontraron, la música empezó a sonar y sus cuerpos se movían guiados por la suave melodia, con sus cuerpos pegados, apreciando el calor del otro y disfrutando de su aroma

-Como es posible que me escogieses a mi maravillosa pelirroja, aún me parece imposible - dijo Prinston mirando los ojos verdes de Lydia brillosos de la emoción

-Y a mi me parece imposible que alguien tan bondadoso como tú se fijará en alguien como yo más allá de mi apariencia, y como no elegirte si tu fuiste el que agregaste color a mi vida falsa de una niña guapa y que siempre se hacia la tonta. Contigo puedo ser inteligente sin prejuicios - Prinston no podía apartar su mirada de su hermosa esposa, seguía el ritmo que ella marcaba disfrutando de la música que de vez en cuando Lydia susurraba la letra apoyada en su pecho.

Tenía los ojos llorosos, la miraba fijamente perdiéndose en su delicado rostro. Decidió levantar la mirada y observar el paronama a su alrededor, Zusmann bailaba con Agnes con una sonrisa tonta mientras apartaba un mechón de su pelo, Daniels también bailaba pegado a Derek con su cabeza apoyada en su hombro hasta que su mirada se topó con Stiles que se encontraba sentado con gesto triste y apagado entonces después de pensar unos segundos volvió su mirada a Lydia

-Mi bello y hermoso Rubí, ¿por qué no sacas a bailar a ese paliducho?

-¿Estás seguro?

-Segurisimo - dirigió su mirada a otra dirección y gritó - ¿¡Maravillosa y perfecta señora Martín, me concede este baile!? - la señora Martín se bebió de un trago el vaso de vino dejando la copa sobre la mesa

-Ven aquí bombón - dijo llendo con paso rápido hacia él, Prinston la ofreció su mano cogiendo la de la madre de Lydia llevándola al centro de la pista.

  Lydia se situó en el mismo sitio en el que había estado su madre, veía a su marido y a su madre bailando sonrientes, hablando mientras lo hacían, pero debido a la distancia no alcanzaba a oírlos. Les dedico una última sonrisa y se colocó delante de Stiles con una enorme sonrisa.

-¿Lydia? - preguntó confuso

-Mieczyslaw Stilinski, ¿me harías el honor de concederme este baile?

-¿Con... Conmigo? - dijo echando una mirada confusa a Prinston - ¿No tendrás problemas con Don Terminator? - dijo acomodándose mejor en el asiento

-Me lo ha ofrecido él - le extendió la mano - ¿Bailamos o tengo que sentarme aquí contigo? - Stiles sonrió ampliamente, dio unas sonoras palmadas sobre la mesa y se levantó emocionado ofreciendo su brazo a Lydia, esta lo tomó encantada y fueron a la pista.

Stiles colocaba sus temblorosas manos en la cintura de Lydia mientras la pelirroja rodeaba con sus brazos el cuello del chico, Stiles miró sonriente a la chica y ella lo miró confusa

-¿Qué?, ¿Qué pasa? - Stiles la colocó un mechón detrás de la oreja

-No lo sé, solo te miró, te observó...

-Stiles...

-Quiero memorizarte, memorizar cada rasgo de tu cara, los pequeños y pocos lunares que tienes, tus expresiones, esa mancha de un verde más claro en el ojo derecho justo debajo de la pupila - Lydia bajo la cabeza soltando una risita y la volvió a subir al oír que su amigo seguía hablando - quiero recordar todos los detalles de esta mujer de metro sesenta, todo, porque no habría cosa en el mundo que más me doliera que olvidar la causa por la que no he perdido la cabeza - Lydia le colocó una mano en la nuca haciendo que se acercarán y apoyará su cabeza sobre su hombro fundiéndose en un cariñoso abrazo. Ella acariciaba su negra cabellera mientras el susurraba un apenas audible

-Te voy a hechar tanto de menos - pero Lydia no oyó aquellas palabras camufladas en la música.

Stiles alzó la cabeza conectando su mirada con los de la ojiverde

-Lydia... Solo... Solo déjame decirte algo, se que es tu boda y que no tengo derecho a decírtelo, pero yo... - en ese mismo instante sonó una estruendosa alarma en todo el pequeño pueblo que todos tenían muy asimilado, era un ataque del bando enemigo militar, todas las personas empezaron a correr desesperadas en todas las direcciones buscando la salida en la oscuridad de la carpa formando una estampida cargada de gritos.

Cuando Prinston quiso darse cuenta la señora Martín ya había salido corriendo gritándole que saliera junto con ella escuchando en la calle un gran tiroteo. El salió de la carpa agarrando a la madre de Lydia de la cintura antes de que diera un paso más unos coctel molotov cayeron sobre el techo provocando que se incendiara la carpa y su interior. Se giro mirando el oscuro interior y grito a pleno pulmón notando como se desgarraban sus cuerdas vocales.

-¡Lydia! - corrió hacia la entrada con intención de entrar en ella hasta que una mano lo paró agarrandole del brazo haciéndole girar, se topó con los rostros llenos de preocupación de Zusmann y Daniels

-¡Tenemos que irnos!

-¡No!, si Lydia sigue ahí dentro ¡no!

-Lydia sabe cuidarse, estará bien, ¡es necesario que vayamos a ayudar!

-¡Sin Lydia no Zusmann!, ¡¿no te ha quedado claro?! - el ojiverde no sabía lo que iba a decir, de echo podría estar equivocado en lo que iba a decir pero no tenía tiempo de pensar una escusa

-La he visto salir y entrar a l casa Prinston, Lydia esta a salvo, por favor necesitamos a nuestro jefe, necesitamos un guía! - Prinston miró con gesto triste a lo lejos la casa vigilada por unos cuantos militares de su equipo, a duras penas sabía que en ese momento el deber lo llamaba. En un segundo cambio su gesto a uno completamente neutro

-Vamonos chicos

Wolf of War III: Los secretos nunca acaban {Completa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora