~Cap. XXXVI~

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Prinston y Lydia se encontraban en su cuarto preparando las maletas, cuando terminó fue a ver la maleta de su recién esposa.

Cuando entró al vestidor había una maleta rosa chillón casi más grande que Lydia

-Nos vamos cinco días, no tres meses

-¿Qué? ¿¡Cinco!?, creí que eran tres - Lydia cogió otra bolsa de mano color morado un poco más pequeña que la otra y empezó a meter más ropa

-Acercame los zapatos de plataforma que están al lado de los de aguja de Gucci

-Em... Si... Ajam - miró detenidamente unos segundos hasta que finalmente abrió sus brazos agarrando todos los zapatos de la estantería que había señalado la pelirroja tirandoselos en el suelo junto con la maleta. Lydia cogió los que le había dicho solo por el tacto sin siquiera mirarlos

-¡Ah!, y pásame el vestido ajustado añil de Prada y las gafas de sol Ray Ban - Prinston se rasco la nuca

-Mira, me voy. Me habré enamorado y casado contigo pero no estoy preparado para descubrir que significan cada una de esas palabras. Te espero en el coche, lo bueno es que llegaremos a las tres de la tarde a España, justo para comer. ¡Date prisa!

-¡Militares!, ¡menos mal que estás bueno! - dijo gritando asomándose al pasillo

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Horas más tarde ambos se encontraban sentados en el pequeño pero espacioso avión de dos plantas con poca gente por lo temprano que era.

Lydia tenía agarrado el brazo de Prinston clavando levemente sus largas y cuidadas uñas

-¿Por qué hay tan poca gente?

-Todavía es muy temprano, apenas son las seis de la mañana. Mucha gente coge los vuelos más tarde, además volamos en primera, no todos vuelan en primera. La sección turista está llena

-¿Y ese ruido?¿Qué es ese ruido?¿Qué hace?¿Por qué lo hace?

-Rubí es el motor, está arrancando el avión

-Suena mal, ¿por qué suena tan mal?, ha parado, ¿que pasa?¿Por qué ha parado?

-Sólo estaban calentando los motores, los encienden y apagan un par de veces, relájate - el avión comenzó a moverse poco a poco por la pista iluminada con luces a los lados

-Prinston, se mueve - pasaron unos diez minutos y Lydia se tensaba cada vez más - Lleva mucho tiempo moviéndose, este piloto siquiera sabe despegar. Por eso está dando vueltas porque le están enseñando a despegar

-Lydia... No dejan pilotar a quien no se ha hecho por lo menos cinco años de experiencia, relájate y no te pongas histérica - unos segundos después dio un fuerte aceleron levantando el morro del suelo despegando con pequeñas turbulencias por el viento

-Porque se mueve, ¡Ay la madre que le parió! - dio una turbulencia aún más brusca - vale, ¡vale!, la madre que te parió no, te quiero, no te muevas avioncito ¡te quiero! - aferró sus uñas al bíceps de Prinston que estaba relajado.

Prinston colocó su mano sobre la de Lydia, y cuando se quisieran dar cuenta, el avión ya estaba completamente estabilizado. La pelirroja rápidamente cogió sus audífonos y acostandose para dormir

-Voy a dormir - no tardo ni cinco minutos con los ojos cerrados, abrió sus ojos esmeralda con los labios apretados en una fina línea - no puedo dormir, ¿estoy durmiendo?, no, no lo estoy - se quito los cascos - dame una revista, quiero comer, bueno lo he pensado mejor la verdad que no - volvió a tumbarse

-Recuerdame que la próxima vez que vayamos en avión te sede

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Daniels se encontraba montando la mesa acelerado sabiendo que tenía el tiempo limitado hasta que Derek volviera de correr.

Había preparado los platos favoritos de Derek con una preciosa decoración junto con unas bonitas velas aromáticas lo cual le hizo sonreír orgulloso.

El sonido de la llave entrando en la cerradura resonó por todo el salón, cuando se abrió, por la puerta entró Derek sudado, con la melena negra pegada ligeramente a la frente y los cascos con la musica a todo volumen mientras se dirigía a la cocina sin fijarse en nada a su alrededor

-¡Ya estoy en casa! - dijo abriendo la nevera y bebiendose una botella entera de agua. Daniels se apoyó levemente en la encimera de mármol observándole con una gran sonrisa

-Hola mi deportista - Por culpa de los cascos Derek no escuchó el saludo de su pareja, pero al girarse con otra botella esta vez de Sprite en la mano vio a Daniels vestido con una camisa azul claro ajustada y unos vaqueros blancos ceñidos, se quito los audífonos y dijo sonriendo

-¿Celebramos algo?

-Celebramos que te tengo - dijo dando un paso hacia el quedándose a un brazo mordiendose el labio intentando sin éxito ocultar su tonta sonrisa

-Amo tenerte conmigo, pero voy a ducharme, huelo peor que un cadáver putrefacto - le dio un corto beso para después cruzar el comedor y dirigirse a las escaleras, pero al casi terminar de cruzarlo se quedó estático mirando con una sonrisa todo

-¿Tenías planeado cenar con tu amante mientras yo estaba corriendo? - preguntó sarcástico sin poder apartar la mirada de la decoración

-La verdad es que si, solo es una mera coincidencia que le haya preparado tus platos favoritos a ese amante... Idiota. Corre a ducharte y cambiarte, no me hagas esperarte demasiado.

Se oyó el agua de la ducha durante unos minutos, y a los dos minutos de parar ya estaba bajando por las escaleras un Derek completamente cambiado con una camisa negra que le ajustaba los puntos justos para verse sexy y unos vaqueros con el pelo aún empapado

-¿Mejor? - preguntó acercándose a él, Daniels le miró detenidamente varias veces de arriba a abajo tomándose su tiempo en cada detalle

-Puede que si, puede que me guste más el Derek sudoroso o puede que el Derek sin nada - bajo la mirada de sus ojos verdosos hasta su brazo, tenía la camisa remangada hasta la altura del codo dejando ver el tatuaje con su nombre cosa que le hizo acercar la mano para tocarlo sin poder evitarlo.

Derek poso su mano en el cuello de su pareja y le acercó a él, cuando estaban a centímetros de tocarse le dijo:

-Te amo...

-Yo también te amo, pero por favor vamos a comer que se enfría la cena y no es lo que quiero con lo que me ha costado.

Ambos estaban sentados en la mesa, el mantel blanco conjuntaba perfectamente con la vajilla escogida por el rubio, las velas aportaban un olor y un ambiente más privado y romántico, sin duda lo mejor para Derek no era la decoración, sino la comida, Daniels le había preparado su comida favorita. Lasaña acompañada de un seco vino blanco, sin duda era perfecto, y estar en la compañía de Daniels lo hacía inmejorable

Wolf of War III: Los secretos nunca acaban {Completa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora