~Cap. XXIV~

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Derek llegó a la casa de Lydia y tocó el timbre impaciente, Prinston abrió la puerta mientras introducía el brazo por la manga del polo ajustado blanco

-¿Otra vez aquí?

-Necesito ver a Lydia, es urgente - dijo el chico bastante serio intentando pasar nada más acabar de hablar, Prinston recargo su brazo en el marco de la puerta cortando el paso a Derek

-¿Para que?

-Cosas de banshee - dijo encogiendose de hombros intentando pasar por debajo del brazo de Prinston consiguiendolo, rápidamente Prinston agarró el fuerte antebrazo de Derek. Lydia bajó por las escaleras aún con su pijama puesto

-Prinston calmate, déjale - dijo aún con voz adormilada

-Sube a cambiarte, tienes visita, te quiere decir algo - dijo observando a Derek desafiante, aunque hubieran pasado casi dos meses Prinston era incapaz de olvidar sus actos. Lydia bufo e ignorando a Prinston se sentó en el rojo sofá junto con su perra Nala

-¿Qué pasa Derek?

-Necesitó comentarte algo - dijo acercándose junto a la chica y acariciando al peludo y cariñoso cachorro

-Bueno Rubí yo me voy, ten muchísimo cuidado, ten - dijo tirándola un aparato muy familiar para Derek, el aturdidor - no dudes en usarlo - la mandó un beso antes de que saliera por la puerta. Lydia dejó el aparato en la mesa rodando los ojos

-¿Qué pasa?

-Necesito que me cuentes algo

-Claro, dime

-El día de la hoguera, ¿que oíste?

-¿A qué te refieres?

-Quiero decir, se que oíste algo, en "modo banshee" - dijo haciendo comillas - ¿Qué fué?

-Ah, eso, oí a alguien decirme que le dijera a su hermano, un tal Red, que le quería - dijo sin darle mucha importancia - Y lo último que recuerdo que me dijo fué que no se preocupase, que ese lobo estaba muerto, que ese lobo lo había apuñalado para siempre

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Prinston llegó con una sonrisa al restaurante en el que le había citado la chica repetidas veces hasta que decidió ceder por Zusmann, el conocía perfectamente a esa chica, los observaba tener citas a escondidas por la noche hasta que un día desapareció, desde ese día hasta ese día Zusmann la había estado enviando una carta por día, mil noventa y cinto cartas

-Hola, tengo una reserva a nombre de William Prinston

-Oh si, su acompañante ya se encuentra en la mesa - el camarero lo acompaño a la mesa redonda donde se encontraba Agnes. La chica se levantó y se acercó a Prinston para darle un abrazo, la chica llevaba la camiseta de Zusmann metida por dentro de sus pantalones vaqueros y unas converse negras

-Hola - dijo sonriendo y volviendo a su silla, Prinston la agarró haciéndola girarse. En su rostro se formó una sonrisa pícara

-¿Y esto? - dijo tocando la manga de la camiseta mostrandosela. Ella le dio un suave empujón y le contestó:

-Tengo órdenes del pentágono de no compartir esa información - se sentía en el ambiente que se conocían, ella lo recordaba a la perfección, sus consejos y su ayuda con Zusmann lo hizo como una especie de protector para ella

-Que sepas que se que es de Zuss y que sepas que me encanta que no hayas cambiado de carácter pero te va a durar poco ese misterio que intentas crear. Vamos a pedir la comida, vamos a necesitar muuucho tiempo - Agnes pidió y ambos esperaron a que trajeran su pedido, en cuanto tuvo la comida delante, empezó a comer para intentar evitar las futuras preguntas de Prinston, aunque no se sentía como con Zusmann, a Zusmann lo había fallado, a Prinston sentía como si hablará con un viejo amigo

Wolf of War III: Los secretos nunca acaban {Completa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora