~Cap. XXII~

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Prinston entró por la puerta cuidadosamente, ya que eran las tres de la mañana y no quería despertar a su pareja. Se oían pasos y sonidos de alguien hablando en la parte superior de la casa, no era nada más y nada menos que Lydia andando nerviosa de un extremo del pasillo a otro vestida con su pijama que constaba de una suave camiseta olgada de Prinston y uno de sus cómodos calzoncillos, mientras decía:

-Las tres, ¡las tres!, que le ha pasado, le han secuestrado las marujas salidas del supermercado que siempre que vamos a comprar le ponen ojitos, o le han dejado inconsciente o... - Prinston subió las escaleras y se asomó viendo en la mitad del pasillo a Lydia que nada más verle lo miró boqueabierta hacia su dirección

-¿Qué haces despierta Rubí? - rápidamente corrió hacia él y le abrazó muy fuerte

-Me tenías preocupada, te esperé para cenar pero no venías, te llamé al móvil, pero no tenías cobertura y, y yo, yo...

-Rubí sabías que estaba con Zuss e iba a venir tarde, además sabés que nadie puede contra tu fuerte prometido, ¿podrán contra Zuss y conmigo? - dijo correspondiendo el abrazo a su prometida

-Ya lo se, pero no puedo evitar preocuparme por ti - dijo alzando la cabeza para mirarle a sus preciosos ojos azules

-No me iré más, además ahora que tenemos un mes de descanso del trabajo gracias a que el grupo rebelde se haya retirado prácticamente por completo podemos pasar mucho más tiempo juntos. Y pienso disfrutarlo - dijo dándola un dulce beso en la frente. Lydia sonrió

-¿Sabés que?

-Dime - respondió observandola con un gesto curioso

-Hoy he ido a escoger el vestido - dijo aumentando cada vez más infinita sonrisa de su rostro

-¿Có-como? - dijo trabandose - ¿fuiste al final con tu madre? Quiero verlo

-Sí, fui con mi madre y no, no puedes verla, pero... Puedo darte un adelanto... - dijo ella mirandole ilusionada

-Dámelo

-Ve al salón y espérame allí. ¿Entendido sargento? - dijo alejándose hacía el dormitorio. Prinston bajo rápidamente sentándose en su nuevo y grande sofá rojo esperando la bajada de Lydia. Se oyó la pelirroja bajando por las sonoras escaleras de madera.

Esta se puso enfrente de su prometido exactamente igual que como había estado en el piso de arriba, pero con las manos escondidas tras la espalda

-Sácalo ya por dios, no seas mala conmigo - Lydia sonrió

-Extiende la mano - Prinston hizo exactamente lo que le mandó su prometida de ojos verdosos y esta le puso con cuidado un tacón blanco como si de una perla se tratase, era muy alto, de satén, una de las mejores telas con un tacto muy suave y delicado. Prinston pasó sus dedos rozando el borde para más tarde tocar el tacón rígido y afilado de color oro lentamente observando cada centímetro del zapato

-Por fin te acercaras quince centímetros más a mi, de metro sesenta a metro setenta y cinco, solo te faltan otros dieciocho centímetros - dijo con una sonrisa embobada sin poder evitar imaginarse ese día. Lydia le dio un leve empujón en el hombro

-¿Te gustan?

-Dios... Me encantan, no me puedo creer que queden tres días, creo que me voy a morir de las ansias porque seas mi mujer - la chica se sentó al lado de Prinston

-Quiero preguntarte algo

-Pregunta lo que desees

-¿Cómo vamos a sentar a la gente en el banquete?

-Tengo pocos familiares será fácil mis compañeros de la base son cinco, irán juntos, Zusmann con su hermano y una acompañante que quiere traer, Daniels con Derek, mis primos y... Por cierto vienes mis padres - dijo levantandose intentando huir disimuladamente. Lydia le cogió rápido del antebrazo impidiendole irse

-¿Tus padres? - dijo asustada

-Si mis padres, las personas que unieron un espermatozoide con un óvulo y me crearon a mi

-Hasta ahí llegó, no soy imbecil - dijo empezando a jugar con su pelo

-¿Dónde está el problema Rubí?, sólo hablamos del teniente de la marina de Canadá y una de las ministras del gobierno estadounidense, seguro que les caes bien, será fácil - Lydia soltó de golpe su pelo, le miró con los ojos como platos sin parpadear con una expresión de puro terror en el rostro

-¿¡Qué?!

-Tienen que venir, son mis padres no tengo más remedio, ellos a mi lado y tu madre junto con Chris al tuyo en una enorme mesa central - Lydia se levantó y se acercó peligrosamente a Prinston poniendole el dedo índice en el pecho

-El problema aquí no es donde se sienten tus padres, el problema aquí es el no saber si les gustaré, si les caeré bien, ¡ah! - dijo frustrada - ¿y si me desprecian?, ¿y si no les gustó? - se llevó las manos a la cabeza, Prinston cogió el blanquecino rostro de su prometida entre sus manos delicadamente

-Tú, rizitos de Rubí, cualquiera te amaría... menos mis padres. Mis padres tienen el cariño en el inframundo, tienen un concepto del cariño muy extraño, dejaron a su propio hijo solo para que se formase en una academia militar además no me han hablado en un año y porque los he escrito yo. Debes saber que me da igual lo que digan porque tu eres el que amor de mi vida, no te preocupes tu se formal y los medio gustaras, ellos tienen que respetar mis decisiones quieran o no

-¿Formal? - dijo elevando una ceja

-Si, una Prinston femenina, y ahora vamos a la cama. Mañana será el último día...

Wolf of War III: Los secretos nunca acaban {Completa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora