気配りKikubari

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Las gotas de agua impactaban contra su piel y la licra del traje con la fuerza de un torrente, dejando un leve hormigueo sobre sus hombros y rostro. Pareciera que en lugar de estar bajo el chorro de agua de la regadera, estuviera bajo una granizada. Sus pies descalzos sobre las claras baldosas que empezaban a convertirse en un borroso espejo de laguna, sus brazos sometidos a la fuerza de la gravedad, ensimismada con el ruido del diluvio.

¿Quién era ese chico?, pensó Natsumi. Solo quiso observar la competencia varonil para ver sus tiempos y, si era el caso, superarlos. Nunca imaginó que su curiosidad la llevaría a impresionarse con el estilo de nado de alguien. La forma en el que el chico se movía por el agua, el ritmo de sus brazadas, le transmitieron más que una nueva admiración. Le tomó tiempo, pero se percató de un leve calor que ahora inundaba su pecho, aludió que era el cansancio espontaneo por el cambio de respiraciones. Se hubiera quedado horas bajo la manga de agua sino fuera por Keiko.

—Oye, Natsu —le llamó Keiko, acercándose a la ducha en la que ella estaba, haciendo que la cerrara —. ¿Cuánto tiempo piensas quedarte ahí? Sé que aún falta mucho para tus otras competencias, pero intuía que querías ver la de los chicos. Por cierto, hace un momento unas chicas te trajeron el uniforme oficial. Parece que los entregaron el primer día, pero como no fuiste... Ya te has de imaginar.

—Sí —murmuró Natsumi, peleando para salir de su trance —. Gracias, Kei.

— ¿Estás bien, chica? —interrogó preocupada Keiko ante su reacción —. Pensaría que después de haber impuesto un nuevo récord en el torneo tus niveles de endorfina estarían por los cielos. ¿Qué pasó con la alegría de hace un rato? ¿Eh?

—No, no es nada, Keiko —se apresuró a decir la de ojos verdes con una sonrisa, saliendo del compartimento de la regadera —. Solo estaba pensando. Dijiste que me habían traído el uniforme, ¿verdad? ¡Qué alivio! No quería volver a ponerme la parka. Es cierto que te protege del frío, pero es un estorbo para caminar.

— ¡Esa es la Natsumi que conozco! —rio Keiko, caminando junto con ella a los casilleros.

Natsumi se colocó los pantalones y la chaqueta de Hidaka entre las risas que los comentarios de Keiko le provocaban, una vez se terminó de sacar. Ya con los tenis puestos, guardaron la maleta en uno de los casilleros. Salieron de los vestidores con toda la tranquilidad del mundo, caminando por el corredor principal del centro deportivo. Iban charlando de trivialidades cuando el ruido proveniente del teléfono de Keiko llamó su atención.

— ¿Qué pasa, Kei? —preguntó Natsu unos pasos delante de ella —. ¿Kazuo se volvió a perder?

—No esta vez —sonrió Keiko, viendo la pantalla de su teléfono —. Parece que encontró a Kisumi y está con él y sus amigos. Pregunta por donde estamos.

—Ah, ¿solo es eso? —se quejó Natsumi —. Pensaba que iba ser algo más interesante.

— ¿Qué esperabas de él, Natsu? —inquirió Keiko con una sonrisa burlona —. Es Kazuo, ya que pregunte por nosotras es una ventaja. No es el rey de la caballerosidad y lo sabes.

Keiko le mandó un mensaje al chico, informándole sobre el lugar donde podían encontrarlas. Ambas jóvenes se decidieron a esperar sentadas en una de las bancas del lugar. Natsumi, algo aburrida, contemplaba los jardines alrededor del centro deportivo a través de los cristales. Keiko, por su parte, estaba entretenida con el aparato entre sus manos.

La tranquilidad y el sopor de la estancia la llevaron a entrar nuevamente en un trance, jugaba con sus piernas sin tener conciencia de estas. Pensó en el chico: iba a la misma universidad que ella, así que no sería difícil averiguar de quien se trataba, inclusive si llegaba a conseguir un libreto del torneo, con eso era más que suficiente.

•僕らの夢• (Haruka Nanase × Oc) [Road to the world]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora