夜分 Yabun

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El sol seguía en lo alto, con su furia que delataba la cercanía del verano. Rebosante en la ciudad repleta de grandes edificios forrados de cristales, solo las brisas saladas del mar alivianaban un poco el calor. Estaban cansados, algunos más que otros. Una semana más de clases con sus entrenamientos agotadores estaba llegando a su final, mas no dejarían que eso les impidiera seguir con sus planes para aquella calurosa tarde; o no la mayoría, al menos.

Con una paleta helada, cuyo dulzor goteaba desde la madera hasta el ardiente asfalto, entre los labios. Sin poder hacer algo para sostenerla con alguna de sus manos por andar con la chica, exhausta por un riguroso entrenamiento bajo el sol impasible, sobre su espalda; sin mencionar la maleta y la mochila que Kazuo se había negado a ayudarle por cargar las de Keiko, después de todo, él también estaba cansado, pero aun le sobraba una mano para sostener su fría golosina.

—Sigo sin entender cómo es que no te cansas después de haber nadado siete kilómetros, Natsumi —señaló Asahi, saboreando su propia golosina —. No es que desapruebe la ayuda que le das a Keiko, pero me sorprende que hayas podido cargarla por más de veinte minutos sin hacer alguna pausa.

Natsumi giró su cabeza, dirigiéndole una sombría mirada, tratando de expresarse solo con ella al tener los labios entumecidos por el hielo. Kazuo volteó hacia las aguas del río tan solo a metros de ellos, sabía perfectamente lo que Natsu quería decir con aquella expresión, pero se reusaba a llevar acabo su petición por el entumecimiento de su brazo derecho. No podía con más. Fue hasta que Haru se dio cuenta de ello, adelantándose entre los chicos que iban al frente del grupo para llegar al lado de Natsumi.

—Déjame ayudarte —pidió Haru.

Natsumi asintió, haciendo un esfuerzo aún mayor en su brazo izquierdo para sostener todo el peso de Keiko. Apartó levemente el otro brazo, dejando que Haru tomara la mochila que colgaba estorbosamente desde su codo y la maleta deportiva que había empezado a lastimarle el hombro. Tomó el pegajoso pedazo de madera, apartándolo de sus labios antes de hablar.

—Gracias —dijo Natsumi con una sincera sonrisa. Mordía la azulada golosina, apresurándose a tragarla para volver a nivelar el peso en su espalda.

—Natsu... —canturreó entre sueños Keiko —. ¿Cuánto nos falta para llegar? Estoy muy cansada y no hay ni ha habido ni una sombra en todo el camino.

—Mejor ni digas —murmuró sarcásticamente Natsu —. Tú eres la menos indicada para quejarte, no has caminado nada desde que salimos de la universidad. Así que mejor calla. Ya nos falta poco.

—A propósito, Natsu —le llamó Kisumi, adelantándose hasta un poco atrás de Kazuo, quien también conocía el camino —. ¿A dónde vamos? Kazuo solo me dijo que iba a ser una salida, pero no me dijo a donde.

—Para ser sinceros, Natsumi tampoco nos dijo mucho sobre ello —comentó Asahi, caminando a la par de todos —. Solo nos dijo que iba ser algo divertido, y nos lo dejó en sorpresa. Estamos igual que tú, Kisumi, así que no te sientas mal.

—Ya estamos a nada de llegar, cálmense —rio Kazuo sin poder evitarlo, divertido de sobre manera con lo que pasaba a su alrededor —. El camino es algo largo, pero les aseguro que valdrá la pena.

Ambos jóvenes dijeron la verdad cuan confidentes pudieron, pero no fue suficiente para calmar a los demás. Seguían curiosos, haciendo varias teorías mentales mientras seguían por el largo camino bañado por los intensos rayos del sol. Solo pasaron un par de minutos cuando divisaron una estructura a la orilla del río, con un muelle de madera tras él. Pintada en azul, la gran parte de la estructura era poligonal, excepto la parte más cercana al muelle, apenas un poco más baja que el resto, cilíndrica.

•僕らの夢• (Haruka Nanase × Oc) [Road to the world]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora