快適 Kaiteki

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—Esto es una mala idea —murmuró para sí misma Natsumi entre las jadeantes respiraciones y el barrullo de la lluvia y de los autos que pasaban —. Esto es una pésima idea.

¿Cómo se le pudo haber, siquiera ocurrido, aceptado aquel plan? ¡¿Por qué?! Ahora estaban corriendo con toda la precaución posible para no resbalarse sobre la empapada acera. Simplemente no era buena idea. Entendía que no podían quedarse en el centro comercial toda la noche. Entendía que su casa era la más cercana de donde se encontraban. Pero eso no quitaba todas las posibles, y muy malas, consecuencias que podría traer consigo. Por si fuera poco, la presión en su pecho crecía a cada instante.

Maldición, Natsu pensó, ¡¿Por qué diablos estás temblando?!

Lo sentía, bien podía ser el frío que se colaba entre sus ropas o que estas estuvieran tan mojadas que empezaba a entumirse. Pero se conocía lo suficiente para saber que no era eso. Estaba preocupada, nerviosa, e incluso noto un dejo de vergüenza. No por Kazuo ni Keiko, ellos se conocían prácticamente de toda la vida; sabían dónde vivía, sabían gran parte de los problemas que tenía con su madre y como es que su personalidad tóxica y narcisista podría verse reflejada en un entorno como un departamento. Y no se los recriminaba, la castaña estaría agradecida por todo el apoyo que aquel par le había dado. Pero... ¿qué sucedería con Asahi y Haru?

Para empezar, apenas llegó a comentarles una vez sobre su madre, no sabían todo lo que conllevaba esas simples palabras. La decoración, la absurdamente extravagante decoración (más en el sentido económico que a la vista), el hecho de que fuera uno de los edificios más sobrevaluados de la zona y todo lo demás que se podría apreciar con solo entrar al departamento. No quería que ellos pensarán que todo eso era parte de su personalidad. No quería que esos objetos afectaran la forma en ellos pensaban de ella. Ni siquiera eran suyos; todas sus pertenencias se encontraban tras la puerta de su habitación.

Además, que ese no era el problema más grande en ese momento. ¡¿Qué sucedería si su madre estaba en casa?! Todas las horas que pasó fueran eran más que suficientes para que ella hubiera llegado e instalado. Solo le quedaba esperar, mejor dicho, implorar, porque resultara lo mejor posible.

El alto edificio se alzaba ante ellos desde unas cuadras atrás. Las intensas gotas de lluvia rebotaban sobre las hojas de la jardinera más alta que el nivel de la acera, salpicando la cara de la de ojos esmeraldas a pesar de la capucha. Tardó en reaccionar cuando las escaleras aparecieron a su izquierda. Cuando Natsumi trato de frenar, perdió un poco el equilibrio, patinando con el agua de la acera. Subieron a saltos firmes, tomando en ocasiones el barandal como soporte. Un par de pasos más y el tramo saliente del edificio los cubrió de la manga del agua. El rayo iluminó los cristales, el trueno los hizo temblar.

—Ah... Por fin lo logramos —exclamó Kazuo mientras recuperaba el aliento, el vaho salía cada vez que exhalaba.

—Mejor entremos antes de que nos resfriemos —propuso Keiko.

La puerta eléctrica se abrió de par en par. El agua que quedaba en las suelas de sus tenis quedó en los tapetes y cartones esparcidos por la entrada para evitar el lodo. La mayoría de las prendas, algunas ni siquiera de ellos, no era apta para el agua; la única más o menos decente era la parka que llevaba la castaña, en la cual envolvieron las demás para meterlas en la maleta y que no escurrieran a su paso.

Natsumi los guío hacia los ascensores que conducían a la parte más alta del edificio. Afortunadamente no había muchas personas en la recepción, aun así, la presión en su pecho se acentuaba a cada paso. Se sentía incomoda, expuesta, ante la mirada de los demás. Como si estuvieran criticándola en silencio; a pesar que las miradas de los demás denotaban todo lo contrario.

•僕らの夢• (Haruka Nanase × Oc) [Road to the world]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora