試練 Shiren

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No era buena idea tener el descanso para el almuerzo justo antes del entrenamiento; y mucho menos si el entrenamiento de ese día implicaba las pruebas para el torneo dentro de una semana. Comer, aunque sea un pequeño tazón de lo que sea que estuvieran sirviendo en la barra de la cafetería, no era una opción. Pero, ¿qué había de los jóvenes que llevaban desde la noche anterior sin probar un bocado de comida? Para ellos, entrenar así, tampoco era una opción; y sólo podían conformarse con una pequeña barra de cereales rebajada con agua.

Si tan solo tuvieran más tiempo, que no fueran solamente los treinta minutos, contando los doce minutos en los que tenían que adelantarse hacia la alberca para cambiarse, tal vez, y solo tal vez, hubieran podido comer algo sin la preocupación que las carreras, el movimiento y la velocidad a la que someterían sus cuerpos no les provocará una indeseada reacción. ¿Quién había pensado que esos minutos alcanzarian siquiera para tener un almuerzo decente? ¿Dónde quedaba el descanso de los jóvenes?

A pesar de todo, Natsumi y los demás estaban sentados en una de las mesas de la cafetería. La castaña comía en silencio una barrita de cereal con trozos (casi nulos) de chocolate, interrumpida en bastantes ocasiones por la conversación que los demás estaban llevando. Keiko y Kazuo, si bien ellos podían ir por algo a la barra y comer como normalmente, decidieron unirse al sacrificio de los demás; mas Natsumi sabía que en cuanto ellos se fueran, no dudarían en ir a alguna de las máquinas expendedoras por algún aperitivo.

— … ¿entonces, las crías de delfín, !nacen nadando!? —preguntó Kazuo, impaciente.

—Sí, Kazuo —suspiró cansada Natsu, después de haber acabado el último bocado de su “almuerzo” —. Por decimoquinta vez: sí.

—¿Pero cómo es que le hacen? —volvió a preguntar el castaño —. Aún no me lo puedo creer. ¿Cómo es posible que naden sin siquiera haber respirado? Es prácticamente imposible.

—De hecho, lo primero que hacen al nacer es nadar a la superficie en busca de aire —agregó Natsumi —. Lo usual es que la madre lo ayude a hacer eso y que el parto sea en aguas poco profundas. Pero es más un instinto. Un misterio de la madre naturaleza, como casi todo lo demás.

—Sí ese es el caso, bien que Natsu y Haru pueden ser delfines —Asahi rio estruendosamente —. Parece como los dos hubieran nacido nadando. Aún no puedo creer por cuantas vueltas me rebasaron ayer.

—También tuvimos entrenamiento extra en la noche —agregó Haru como no queriendo la cosa.

—¡¿Eh?! —Asahi dejó que la interjección se llevará toda su sorpresa.

—Por lo menos Natsu sí —dijo Keiko, siguiendo la broma que había quedado interrumpida al ver la expresión de la castaña.

—Sí, tienes razón —rio Kazuo —. No dudo que el señor Hamasaki haya sacado a Natsu en su bote apenas nació. Prácticamente ha nadado desde que tiene memoria.

—Con Haru pasa lo mismo —añadió el pelirrojo entre risas.

—¿Desde cuando esto se volvió en nuestra contra? —Natsumi le preguntó a Haru en un susurró, bromeando.

—No lo sé —dijo el azabache —. Pero en parte, creo que tienen razón. Casi todos los recuerdos que tengo de mi infancia son nadando, o con alguna relación.

—No lo dudo —murmuró Natsumi, riendo por lo bajo  —. Por lo menos argumentos son válidos.

Las risas siguieron. Se sintió como si estuvieran de vuelta en la escuela secundaria. Riendo por nada, y aún así su risa era genuina. Natsu miró por el rabillo del ojo hacia Haru, advirtiendo su brillante mirada azulada, y una leve sonrisa surcando sus labios. Le sonrió de vuelta.

•僕らの夢• (Haruka Nanase × Oc) [Road to the world]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora