真相 Shinsou

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Los cristales parecían cuadros de una galería, atiborrados de pinceladas de luz naranjas y rosas. La tarde de un sábado, varios grupos de adolescentes se veían por las calles de la ciudad, yendo hacia alguna a algún karaoke, algún cine o alguna plaza comercial. El suyo no era una excepción, solamente que era menos numeroso, además que ser los mayores de los que se veían.

— ¿Estás segura de que quieres ir directamente a tu casa, Natsu? —preguntó Keiko, extrañada por la decisión de su amiga —. Aun es muy temprano, además que es fin de semana. Si quieres podemos ir al gimnasio, o algún otro lado.

—No hace falta Keiko —negó Natsumi, moviendo levemente la cabeza —. Sé de sobra que ambos están cansados, y creo que yo estoy peor. No te preocupes, puedo con esto.

—Aunque me duela admitirlo, creo que Keiko tiene razón esta vez, Natsu —comentó Kazuo —. Las otras veces no habías pasado más de treinta y seis horas afuera, y no habías vuelto cuando ella estaba. ¿Segura qué quieres ir?

—Sí, estoy segura —suspiró Natsumi —. No es del todo seguro que ella éste, hay veces en las que se puede pasar días enteros en la oficina trabajando sin siquiera poner un pie en la sala. Y por si no fuera poco, necesito dormir. Les aseguro que no pasará nada, chicos.

—Está bien, supongo. Tú eres quien se enfrenta a eso todos los días; si tú lo dices, te creo —suspiró Keiko —. Pero prométeme que si algo sucede nos llamarás de inmediato, ¿eh?

—Lo prometo —sonrió de lado Natsu —. Aunque... tampoco quiero que ustedes se involucren. Ya saben lo que puede llegar a pasar.

—Y es precisamente por eso que debes llamarnos, Natsu -repitió Kazuo —. Dudo que tu madre quiera exhibirse sabiendo que su imagen pública correría peligro.

—Bueno, ganas un punto —aceptó la de ojos verdes —. Pero les pido que dejen de preocuparse por mí. Casi siempre es al revés, ¿no?

—Sí, pero está vez se trata de tu madre —recordó Keiko.

—Ya sería demasiado si no pudiera con mi propia madre, ¿no crees? —rio Natsu.

—Este es un caso especial y lo sabes —señaló Kazuo —. No todos tenemos una psicópata con problemas extremos de narcisismo y egocentrismo como madre.

—Y eso no es todo —agregó Natsumi en un murmuro para sí —. No tengo la más mínima idea de lo que tengo que hacer ahora. Debo de pensarlo muy bien.

Nadie habló por unos segundos. En parte porque apenas distinguieron las palabras que salieron de los labios de la chica combinadas con el barullo de la calle, en parte porque no llegaron a encontrarle significado a las mismas.

— ¿Ahora que tanto susurras, Natsu? —inquirió Keiko con una mueca ladeada —. Te has estado comportando raro desde que hablaste con tu padre, ¿seguro todo está bien?

—Sí, sí —se apresuró a decir —. No es nada, en serio. Sólo... necesito descansar.

[...]

Los efímeros tonos digitales seguidos por el mecánico destrabar de la puerta dejaron apenas ver, a través de una diminuta rendija, el interior del edificio. Empujó una de las puertas tan lentamente como pudo, deseando que ni el más simple ruido la delatara. No le sirvió de nada la costumbre de asomar la cabeza primero antes de entrar por completo. La intensa luz naranja adornaba todo mueble o pared dentro del apartamento, a excepción de un largo pasillo que conducía a demás habitaciones que debían de estar sumidas en el mismo fulgor. Cerró la puerta a sus espaldas, sin poder evitar el chasquido de la cerradura. Entró a la sala con pasos lentos, deteniéndose al final del pasillo de la entrada.

•僕らの夢• (Haruka Nanase × Oc) [Road to the world]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora