Dorianne
Tuve que pestañear varias veces para no quedarme dormida en clase, el profesor hablaba de manera muy lenta y me arrullaba. De pronto mis compañeros se pusieron de pie para salir del aula, lo que me dio pauta para imitarlos. Cuando estaba cerca de la puerta, el profesor me llamó.
-Señorita Smith, ¿tiene un momento?
Me pellizqué el brazo con cautela para parecer más despierta en lo que me acercaba a él de manera amable.
-No le quitaré mucho tiempo, sólo quiero preguntarle si todo está bien... si sucede algo que le impida concentrarse en sus estudios.
Sus palabras me hicieron tragar saliva, tenía dos trabajos de medio tiempo, lo que me dejaba sólo cinco horas para dormir o estudiar (sólo una de ambas acciones), por lo que sabía que mis notas no eran las mejores de la clase, pero no estaba al tanto de que fueran tan malas como para que el profesor tuviera que hablar conmigo.
-Me disculpo si mi rendimiento no ha sido el deseado, me esforzaré más- dije al fin.
El profesor suspiró e hizo un ademán para que tomara asiento en una de las mesas de dos asientos frente a él. Así lo hice mientras esperaba sus palabras con temor.
-Sé gracias a tu tutora que eres una estudiante del departamento de asistencia social, tienes una beca que pide un mínimo de 8.5, pero en mi materia llevas 8.7 hasta ahora y eso que vamos a la mitad del curso... No eres una mala estudiante, créeme que en esta escuela he aprendido a identificarlos, lo veo en tus ensayos, tienes conocimientos de las obras, capacidad de narración y eres crítica, pero algo pasa que dejas las ideas sin terminar, como si apresuraras el escrito.
Le miré en silencio, hacía eso porque tenía aproximadamente una hora y media para escribir esos ensayos si quería terminar los de otras asignaturas también y dormir al menos un momento. Como no hablé, él continuó.
-Lo que sea que esté tomando tu tiempo, no es más importante que tus estudios y tu futuro, ten en mente eso. Puedes retirarte.
Asentí y me marché, "algunas cosas lo son", me hubiera gustado responderle. Salí del aula para encontrarme con Lineth, mi única amiga en la escuela... y en mi vida en general.
-Vaya, Dorianne se metió en problemas- se burló con una sonrisa. Lineth era guapísima, sus risos pelirrojos le caían sobre los hombros y sus ojos café desafiaban con astucia a quien los mirase; yo, a su lado, era más bien una chica sin chiste, cabello castaño, ojos café y más lunares en mi piel de los que me gustarían.
-Para nada, sólo me dijo que me esforzara más- respondí.
-¿De nuevo el trabajo?- preguntó con preocupación.
-No es algo que pueda solucionar, ayer mi compañera no asistió al café y tuve que cerrarlo yo, llegué a casa a las dos de la mañana.
-Si trabajaras para mí...
-Lineth- advertí.
-Vamos, serías mi asistente personal, estarías obligada a pasar todo el día conmigo mientras vamos de compras o vemos películas y te pagaría cinco veces más que tus trabajos.
-Y estaría abusando de tu generosidad, además no quiero que seas mi jefa, por lo general odio a mis jefes y no quiero odiarte, ¿quién me traería a clases entonces?
Lineth rió fuerte, me rodeó con uno de sus esbeltos brazos y caminamos hacia el estacionamiento. La conocí el año pasado, cuando ambas estábamos en el tronco común de la licenciatura en literatura, luego ella tomaría inglesa y yo universal.
Sus padres eran dueños de una importante empresa de electrónicos, por lo que vivía en lujos, nada parecido a mi vida. Ella era una de mis humanas preferidas en el mundo, después de unas cuantas semanas de tratarnos a diario se convirtió en alguien esencial en mi vida.
Justo cuando llegamos a su Jeep blanco, su novio Elías se acercó a nosotras; el chico era un verdadero encanto a la vista: alto, de rizos negros, tez pálida y una amplia sonrisa. Envolvió a Lineth por la cintura y le propinó un beso en la mejilla.
-Te extrañé- murmuró contra su cuello.
-Hola, sigo aquí- dije después de que ella se girara para abrazarlo también.
-Dorianne, tengo noticias- expresó de pronto él, le miré expectante para que continuara. -Adivina quién es el próximo objetivo en el reto.
-¿Quién?- pregunté con desgana, ese estúpido reto no me interesaba en lo más mínimo. Consistía en la gran mayoría de los chicos del campus eligiendo a una chica y apostando quién podía tirársela primero, cada semana que pasara la apuesta incrementaba así que quien lo consiguiera se llevaba una buena suma de dinero, cuando se ganaba el reto se elegía a otra chica y así hasta acabarse el campus.
De manera sincera, eso me asqueaba, no sólo lo inmoral de la situación, sino el despilfarro de dinero que hacían cuando yo dejaba mi cuerpo y alma por un salario que era menos del 10% de lo que ellos gastaban a la semana.
-Dorianne Smith, segundo grado en literatura universal- susurró mientras seguía abrazando a Lineth, ella le dio un codazo suave por reflejo.
-¿Estás bromeando?- preguntó divertida.
-No, la escogieron hoy, la describen como silenciosa, antisocial y fría, creyeron que sería interesante- relató él.
-Vaya, Elías, gracias- reproché con aspereza.
-Sabes que te quiero, Dor- se excusó sonriente.
-Bueno, como sea, pueden irse olvidando de eso, lo último que necesito ahora es un montón de niños de papi acosándome para cumplir un estúpido reto- determiné.
-Oye, no seas cruel, a veces resulta de maneras inesperadas- se defendió mientras besaba a Lineth en la frente.
-Lo de ustedes es diferente, le contaste todo en la primera cita y golpeaste a todos los que intentaran acercársele.
-¿Qué más iba a hacer? Me di cuenta de la maravilla que tenía enfrente y sabía que era la única manera en que pensara perdonarme- relató con una sonrisa tímida.
-Y por algún extraño motivo lo hice- río ella. -De cualquier modo, pierden su tiempo, de aquí a que Dorianne caiga, el dinero alcanzará para comprar otro campus.
-Pues ahora mismo la suma no está mal- murmuró él con astucia.
-¿Cuánto es?- pregunté con una pizca de intriga.
-¿En dólares, euros, pesos, yenes...?
-En algo práctico, Elías- apresuré.
-Pues te alcanzaría para comprar al menos cinco de estos- mencionó palpando el Jeep de mi amiga.
La quijada casi se me cae al suelo de sorpresa, cuánto podría hacer con ese dinero... mi mente comenzó a divagar hasta que Lineth me sacó de mi ensoñación.
-Dorianne, ¿qué estás pensando?
-Nada, es sólo que se me ocurrió algo- exclamé con orgullo.
-Dime que no planeas acostarte por dinero porque te paso el auto por encima- amenazó.
-No, claro que no, pero se me ocurrió que... qué tal si... sólo si... fingiera que cumplo el reto, que me acuesto con alguien y me quedo el dinero... bueno, la mitad porque el tipo también se llevaría su parte.
Lineth y Elías me miraron boquiabiertos, como si estuvieran contemplando algo inverosímil.
-Estás chiflada- anunció mi amiga. -Bueno, digamos que esto me parece una buena idea, ¿quién te ayudaría? No hablas con nadie además de mí en todo el campus y ni mires a Elías, te lo advierto.
-Creo que conozco a alguien, pero entonces sí me pasarás el auto encima- confesé con precaución, ¿en qué me estaba metiendo?
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Sentimientos de metal
RomanceLa universidad donde estudia Dorianne es bastante peculiar: además de estar llena de estudiantes adinerados, los hombres dedican sus días de estudio en apostar sobre qué chica pueden tirarse, el que lo consiga se lleva una buena suma de dinero recau...