Park Jimin y Min Yoongi son una pereja a la que todos aman, no sólo por ser tal para cuál, sino porque han superado cosas que nadie más podría.
Aunque a veces el amor no es tan fuerte y puede llegar a romperse, ellos demostrarán que a pesar de todo...
—¿Te quedaste a dormir con él? —los ojos de asombro de Hoseok hicieron que Yoongi cayera en cuenta de que sus palabras no habían sido lo suficientemente claras como para explicar las cosas. Negó.
—Con él en sí no; dormimos en diferente habitación —aclaró Yoongi, y suspiró —. Si sólo lo hubieras visto, Hobi, en el poco tiempo que no lo había visto logró mantener la casa en orden, cosa que jamás pensé... Además llevaba mi sudadera, y se veía hermoso.
—Quién diría que terminarías tan enamorado de ese chico al que decías que no tenían nada que ver.
—Exagerado.
—¿Exagerado? —Hoseok levantó las cejas con asombro y después soltó una risa —. Sólo mírate; estás tan perdido que ni siquiera te has dado cuenta de que llevas en la muñeca la banda que Jimin siempre se pone para dormir. Me sorprende que no te haya dicho algo ya —el de cabello azul llevó su mirada a su muñeca derecha, notando en seguida que las palabras de Hoseok eran ciertas, sin embargo no le importaba que su amigo tuviese razón porque el motivo por la cual llevaba aquella banda rosa pastel con adornos de flores era porque le recordaba a Jimin, a su rostro y, aunque fuese algo raro, aún conservaba su aroma.
—Lo amo.
—Lo amas y no luchas por él, que ironía ¿no?.
—Calla de una vez —advirtió Yoongi —. Además ya decidí conquistarlo... bueno, reconquistarlo.
—Quiero saber cómo harás eso; Jimin está muy lastimado.
—Gracias por el apoyo, Hoseok.
—¿Qué piensas hacer entonces? —la pregunta del pelinegro lo tomó desprevenido, pues Yoongi quería en verdad arreglar las cosas con Jimin, sin embargo en esos momentos no tenía cabeza para pensar en un plan lo suficientemente bueno como para que el de cabello rubios lo perdonase. Entonces una idea llegó a él:
—Invitalo a salir —dijo Yoongi —. Llévalo a algún lado y después cuando estén ahí yo tendré una sorpresa para él —Hoseok frunció el ceño y soltó una risa burlona.
—No me parece buena idea.
—¿Por qué? Hoseok, estoy desesperado ¿que más puedo hacer?
—Bueno, bueno, yo sólo decía que si invito a Jimin a "salir" se va a dar cuenta de que planeas algo —Yoongi lo pensó, y asintió.
—De acuerdo, tienes razón. ¿Qué idea tienes?
—Mmm... —el de cabello negro llevó una mano a su cara y rascó su sien con una mueca —. Que tal esto: vas a su casa, lo besas y asunto arreglado.
—No es así de fácil.
—Lo es. Con Jimin sí. Vamos, Yoongi, lo conoces, sabes que no puede odiarte.
—Pues me habla como si lo hiciera como nunca.
—Ya te lo dije. Es porque está dolido.
—Yo igual, pero no lo trato como una mierda.
—Con la diferencia de que él no fue quien besó a otro chico.
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—Vamos, Yoongi, puedes hacerlo —susurró el mencionado a sí mismo —. Solo toca la puerta e invítalo a salir —con esa era la décima vez que intentaba darse ánimos para tocar el timbre y preguntar al menor si le gustaría salir. Ese era el primer paso de su plan para la reconquista, sin embargo se sentía nervioso.
Después de unos minutos se paró frente a la puerta y tocó tres veces como siempre lo hacía cuando estaba nervioso; se escucharon unos pasos rápidos hacia la puerta, y después el sonido de la puerta abrirse.
Jimin apareció en el campo de visión del mayor, llevaba puesto unos vaqueros, la misma sudadera de Yoongi, y su cabello revuelto, cosa que daba a entender que estaba dormido, notó además que sus ojos estaban algo hinchados y llorosos y su nariz tenía un tono rojizo que lo hacía parecer muy tierno.
Después un lindo estornudo, parecido al de un bebé, hiso a Yoongi salir de dudas.
Estaba enfermo.
—¿Qué? —preguntó el menor sorbiendo su naricita, desganado y frotando su ojo con su manita.
Yoongi volvió sus manos hacia el frente mostrando las flores rosadas que al menor le gustaban.
—Son para ti, Jimin —dijo, extendiendo los tulipanes en su dirección. Sin embargo el menor solo miro las flores y después a Yoongi. Los segundos parecían cada vez ir más lento. Yoongi afirmó su agarre al tallo de las flores y sintió el sudor adherirse poco a poco a sus manos. Su corazón comenzó un palpitar irregular, y sentía un pequeño dolor en su pecho, sin embargo, todo se detuvo cuando Jimin hiso un puchero y, después, aquella sonrisa que Yoongi adoraba apareció, formando aquellas medias lunas en los ojos del menor, que sonrió de una manera especial antes de tomar las flores y decir:
—Son hermosas, Hyung, me encantan. Gracias —como un pequeño niño.
Yoongi sentía una inmensa felicidad al saber que tenía una oportunidad de reconquista con el menor, y eso, aunque no lo demostrara, lo hacía sentir bien con él mismo.
—¿Estás enfermo? —preguntó el mayor al ver el sudor que empezaba a mojar el cabello de su frente.
—Sólo un poco —admitió. El mayor llevó su mano a la frente del rubio y negó.