El amor a primera vista no existe [Rupphyre - Human Au]

Capítulo 7 - La temible Ágata

El reloj marcaba diez minutos para las doce en punto. Ruby respiró hondo para intentar calmar sus nervios, se aferró al recipiente que llevaba en su mano derecha y con la izquierda trató de alisar unas arrugas inexistentes de su vestido. Había llegado el momento de enfrentarse a su temida... ¿Suegra? Sí, quizá ya le puede decir así. Otra respiración profunda y un intento de su mejor sonrisa más tarde, la morena se atrevió a llamar al timbre.

Pasos apresurados se podían oír desde el otro lado, Sapphire abrió la puerta sólo para dejarla boquiabierta, su precioso pelo azul estaba recogido en un moño y su flequillo dejaba ver por completo sus ojos. Atónita, Ruby saludó a su novia con un beso en la mejilla y le cedió la bandeja que llevaba en sus manos antes de que se le cayese en el inmaculado suelo de mármol. Tras colgar su bolso en el recibidor, Sapphire la invitó a pasar al comedor donde tendrían el almuerzo. Allí estaba Ágata, con sus imponentes botas blancas y su camisa de cuello vuelto, echándole una mirada que dolía tanto como haber sido golpeada con un látigo. Aquamarine se apresuró para saludar y romper el espeso silencio que se había instalado en la habitación, dándole dos besos a la recién llegada con una sonrisa amable. "Buenas tardes, Señora Ágata. ¿Cómo está usted? Mi nombre es Ruby, la... compañera de su hija. Le traje un postre, espero que no le importe" dijo Ruby con voz restringida, sus nervios estaban atacando directamente a su capacidad de hablar de forma correcta. Ágata sonrió y le cedió la mano a la morena, manteniéndose firme en todo momento. "Encantada de conocerte por fin, Ruby. Me picaba la curiosidad saber quién se escondía detrás de la sonrisa de mi niña" concedió Ágata tras invitarlas a tomar asiento.

El comienzo del almuerzo transcurrió casi en silencio, sólo interrumpido por Aquamarine para preguntar a su hermana cosas banales que mantuvieran el ambiente entre Ruby y Ágata ligero. De alguna manera, en la hora del postre llegó el temido tercer grado, y Ruby podía sentir como cada centímetro de su piel se prendía fuego bajo la mirada interrogante frente a ella. "Y dime, Ruby, ¿qué deportes practicas? Porque para jugar a beisbol, ciertamente tienes una forma física un tanto... masculina" Sapphire juró que en ese momento podría matar a su madre y morir tranquilamente, desde el rabillo del ojo espió a Ruby moviéndose de forma incómoda en su silla. Su novia no merecía ser arrastrada fuera del armario de esta manera tan sucia.

Con evidente gesto de desagrado, Ruby por fin rompió su silencio. "Verá, Señora Ágata, quizá tengo una forma más masculina porque... Bueno, porque digamos que nací siendo chico? Realmente siempre he sido una mujer, pero al nacer se me asignó varón y hasta hace poco no me había dado cuenta realmente. Espero que no sea un inconveniente para usted". En un momento de confusión, Ágata rompió el silencio con una carcajada sarcástica "¡Ya decía yo que no podía encontrar en la base de datos a ninguna Ruby Corundum! ¿Entonces cuál es tu nombre real?" Sapphire pudo prácticamente sentir el dolor de Ruby ante la pregunta de su madre y lo confirmó tras ver cómo su novia cerraba los puños bajo la mesa. "Mamá, ya es suficiente. Su verdadero nombre es Ruby y es horrible que hayas mirado su historial. Creo que te ha tratado con el suficiente respeto para que la trates como se merece, ¿cierto?".

En el momento en el que un puño golpeó la mesa, Sapphire supo que su boca debía haberse quedado cerrada. Su madre se levantó y sonrió fríamente a ambas tras disculparse de Aquamarine e hizo un gesto para que la pareja la siguiese hasta el recibidor. "Bueno, como ves, 'Ruby', mi hija parece que no recuerda la educación que le di. Te voy a pedir que por favor te vayas para poder tener una debida charla con ella. No te molestes en volver a por el plato de tu postre, me haré cargo de que llegue a ti" y con eso le entregó su bolso y chaqueta y abrió la puerta. Ruby y Sapphire intercambiaron una rápida mirada de preocupación por la otra y, sin poder decir adiós, la puerta se había cerrado entre ambas.