Capítulo 27 - Segundas primeras veces

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Sapphire tumbó a Ruby en la cama y desapareció tras la puerta del baño después de haberle dado a su novia una instrucción muy simple: no te muevas. La morena pretendía obedecer, por supuesto, pero el ansia de saber qué tramaba Sapphire detrás de una puerta semiabierta le estaba ganando, queriendo moverse aún más. Cuando pensó que no podría aguantar más, Sapphire salió del baño con las manos vacías y la misma camiseta vieja y extremadamente grande que usaba como pijama. Ruby comenzó a frustrarse, ¿Para qué tenía que esperar tanto si Sapphire ni siquiera le había traído algo? Oh, pero se había recogido el pelo. ¿Igual había vomitado? "Sapph, ¿estás bien?". Su novia, confusa, revisó su boca y camiseta y asintió con la cabeza. Cuando iba a preguntar el porqué, cayó en cuenta de dónde estaba fijada la mirada de Ruby. "No, tranquila. Ven, corazón. Túmbate conmigo".

En el momento en el que la cabeza de Ruby tocó la almohada, Sapphire se sentó a horcajadas sobre sus caderas con firmeza, dejando a la morena saber sin palabras qué iba a seguir. Fue entonces cuando ambas sintieron el peso del embarazo, física y emocionalmente.

Desde que los síntomas aparecieron, Sapphire había estado totalmente asqueada hacia cualquier cosa relacionada con el sexo. Desde caricias en zonas erógenas hasta a hablar de ello. Con la llegada del segundo trimestre, la líbido volvió en su máximo esplendor, a tal punto que Sapphire había estado avergonzada de compartirlo y lo había intentado remediar a solas. Lo que condujo a la situación actual. Más de cinco meses sin tener sexo, sin sentir el cuerpo de la una fundirse con el de la otra. Sapphire se sentía tan mal que quería llorar, pero no era el momento. Ruby estaba prácticamente vibrando con anticipación y no había un incentivo mejor que ese.

La parte favorita de la peli azul siempre era quitar la ropa de su prometida. Sus pijamas eran adorablemente ridículos y su ropa interior era la menos sexy del mundo, pero el cuerpo de ébano esculpido por Miguel Ángel que se escondía debajo nunca fallaba para dejarla sin aliento. Las redondeadas curvas de sus caderas y la suavidad de sus muslos y bajo vientre siempre era un gran contraste con el duro músculo con sus brazos y gemelos. Ruby sonrió pícaramente y flexionó el bíceps, habiendo pillado a su prometida una vez más admirando su cuerpo sin pudor alguno. "¿Te gusta lo que ves, nena?" Sapphire soltó una carcajada y la cogió de las mejillas para besarla entre risas, casi emocionada por echar tanto de menos esos momentos de juegos que antes formaban parte de su rutina como pareja.

Habiéndose dejado llevar con los besos, la peli azul casi olvidó que el objetivo era dar placer a Ruby en señal de gratitud. Ruby había estado a pie de cañón desde el minuto uno, dando masajes de pies, sujetando el pelo, aguantando enfados innecesarios hacia ella, comprando caprichos y, sobre todo, siendo una madraza incluso antes de tener un bebé en el mundo. Se había estado volcando en su prometida y su bebé en cuerpo y alma, y Sapphire estaba eternamente agradecida, pero también sabía que Ruby iba a apreciar más esto que un viaje o una cena o algo material, porque la morena siempre había sido una persona conducida por lo físico y el tacto. Esto iba a ser una de esas experiencias que no podría olvidar.

Cuando los ojos azules de Sapphire volvieron a cruzarse con los ojos castaños de Ruby, Sapphire no pudo evitar sonreír. La morena la estaba mirando con una devoción y un amor que era embriagador. Tras besarle la nariz, volvió a su postura inicial sobre las caderas de su novia y lentamente comenzó a quitarse la camiseta. Bajo ella podía sentir a Ruby tensarse, como si fuera la primera vez que se iban a ver desnudas. Cuando la camiseta cayó al suelo junto la cama, Sapphire quedó ataviada en un minimalista conjunto de braguita y bralette de encaje azul eléctrico que contrastaba perfectamente con su piel color caramelo y actuaba como un canto de sirena para Ruby, que estaba boquiabierta bajo su prometida. Sapphire no pudo evitar sonreír e invitarla a tocar. Lo que no esperó fue que en lugar de a su pecho o caderas, Ruby fuera directamente a tocarle la tripa. La bebé respondió al contacto de inmediato, pateando con fuerza, como sabiendo quién era la persona al otro lado. Ninguna pudo evitar reír. Cuando la risa se les pasó, Ruby continuó con su tarea de tocar toda la suave piel a su disponibilidad.

El amor a primera vista no existe [Rupphyre - Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora