Capítulo 36 - Deseos

27 3 1
                                    

[Tienen un mensaje en mi perfil. Espero que les guste este capítulo!]

De todas sus responsabilidades como madre, ir al médico con Garnet era una de las que más odiaba Ruby. Debido a la heterocromía de la niña, su pediatra habitual había recomendado a sus madres que junto a la revisión de los seis meses visitaran un oftalmólogo para descartar cualquier problema derivado. Y allí se encontraban las tres, bajo la atenta mirada de un nuevo doctor que se disponía a hacer preguntas a diestro y siniestro. Y no parecía que esta vez se iban a librar de “La Conversación”.

Cada vez desde que Garnet nació hasta la actualidad el tema tenía que salir en la consulta médica. No importaba si era una revisión o un médico especialista, era como una especie de pregunta tabú que todos compartían y se morían por preguntar cuando veían a dos mujeres con una bebé que extrañamente se parecía a ambas. El oftalmólogo terminó de revisar los ojos de la niña, que había comenzado a quejarse por la luz tan molesta dirigida a sus ojos, y miró con curiosidad a la pareja sentada frente a él. Ruby suspiró y se resignó. Sabía que Sapphire iba a responder a todas las preguntas, pero eso no la hacía estar menos incómoda teniendo que discutir un tema así con gente desconocida.

“La niña parece estar bien. Puede que con el paso de los años desarrolle cierta sensibilidad a la luz pero nada que nos preocupe por ahora. Lo que es curioso es que tenga heterocromía completa. ¿Quién es la madre?” Las dos intercambiaron una mirada rápida de frustración y la peli azul no tardó una milésima de segundo en responder. “Ambas somos sus madres. Creía que eso estaba claro en el historial médico”. El médico afirmó incómodamente, rascándose la barbilla y preguntándose cómo plantear la siguiente cuestión. “Sí, bueno. Me refiero a la madre biológica”. El silencio absoluto y la mirada penetrante de la peli azul le hicieron aclararse la garganta y moverse en la silla, evidentemente incómodo. “Entonces, ¿Quién dio a luz?” Sapphire asintió, dejándole saber sin palabras que había sido ella. “Entonces asumo que fue inseminación artificial y tú eres la madre genética”. Ruby no lo podía soportar más. El tipo había enrojecido tanto que su cara podría avergonzar a un tomate. “No. Las dos somos sus madres genéticas”. El doctor le lanzó una mirada confusa a la morena. “Pero… ¿Cómo?”. Sapphire miró a su prometida y evitó reírse de la expresión de hastío máximo que le estaba produciendo el doctor. “Soy trans, doctor”. Toda la rojez de la cara del hombre desapareció, dejándolo con una palidez extrema y susurrando una rápida disculpa antes de rápidamente recomponerse y volver a tomar su posición profesional. “Entonces supongo que conocerán bien ambas partes de la familia, ¿les importa si les hago unas preguntas más para saber de dónde puede venir la condición de la niña?”.

Tener que salir del armario ante desconocidos no era tan malo si es por el bien de tu hija, decidió Ruby. Sobre todo cuando cada día que pasa no puedes evitar enamorarte más de ella. Cuando su madre le había advertido que se iba a volver loca de amor, Ruby no la había creído en absoluto. Pero con cada cosita que Garnet hacía, la morena se encontraba a sí misma al borde de las lágrimas. Con seis meses Garnet ya había recorrido un largo camino junto a ellas, ya no era una bebé indefensa que necesitaba estar junto al pecho de Sapphire a todas horas. Era una pequeña semindependiente que sabía lo que quería y lo demandaba entre balbuceos y gorjeos, estallando en carcajadas en el momento en el que sus madres o cualquiera que ella considerara de su familia le prestara atención suficiente. Y hoy tenían un gran reto por delante. Era la primera vez que Garnet se iba a enfrentar a un alimento que no fuera leche y Sapphire la había puesto al mando.

Seguro, Ruby se había leído las decenas de libros que se habían comprado y se había visto trescientos vídeos en internet. Su madre, su abuela y sus tías le habían dado consejos y recetas para este momento. Pero la atenta mirada de su prometida y su hija no dejaban de ponerla nerviosas mientras preparaba la comida. Sapphire y ella habían acordado seguir el método BLW desde que Garnet pudiera sentarse sola y se manejara bien ella sola con las manos, cosa que hacía divinamente porque se pasaba el día con algún juguete en la boca, pero ahora no estaba tan segura de si era una buena decisión. ¿Y si a la niña no le gustaba la comida o no podía masticar sin dientes? O peor, ¿Y si se ahogaba? Como sintiendo su malestar, Sapphire se acercó a ella y plantó un beso en su mejilla. “Todavía podemos cambiar de idea y volver a los purés si te vas a sentir más segura, Ruby. Esto es sólo un comienzo y vamos a estar las dos pendientes de ella. No te preocupes”. Y Ruby trató de no preocuparse más.

Al final resultó que Garnet adoró la comida y dada su naturaleza curiosa pasó más tiempo explorando las diferentes texturas y sabores que comiendo en sí. Pero Ruby se quedó con buen sabor de boca y con algo de zanahoria masticada en el pelo y en la ropa, así que no podía estar más feliz de haber seguido el instinto de su pequeña. Ahora tocaba un baño para ambas y una merecida siesta bajo la atenta mirada de Sapphire, que les había prohibido terminantemente alargar el baño más de lo debido con juegos.

El primer baño, la primera sonrisa, el primer accidente con un pañal, las noches sin dormir, las nanas de Sapphire, la sensación del contacto piel con piel, la primera enfermedad, la primera vez probando comida tras seis meses de lactancia exclusiva, el primer diente, la primera palabra, los primeros pasos.

Todos eran recuerdos que Ruby llevaba forjados a fuego en su memoria y que se habían reproducido en su memoria como la más bonita de las películas en el instante en el que cerró los ojos para soplar la vela de su pequeña mientras ella y Sapphire la sujetaban junto a la tarta, rodeadas de su familia y amigos. Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando abrió los ojos y se encontró con Sapphire mirando a Garnet con la misma expresión que seguramente ella tenía y sabía que habían pedido el mismo deseo. Estaba segura de que las dos habían pedido para su pequeña una vida llena de felicidad y éxito, porque el amor ya lo rezumaba ella por cada poro de su pequeño ser. Sin pensárselo dos veces, ambas besaron una mejilla de la niña haciéndola reír encantada y los presentes volvieron a aplaudir. Si Ruby pudiera desea cualquier otra cosa, estaba segura de que no podría desear una familia mejor. 

El amor a primera vista no existe [Rupphyre - Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora