Capítulo 3

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- Qué estabas pensando. ¿Qué te iba a llevar a otro lugar?

- Es que no te conozco.

- Nadie nace conociéndose.

- Claro.

- Señores - habló un trabajador a nuestro lado.

Abrió la carta de tragos, el bar se veía a lo lejos bastante elegante, me daba curiosidad saber quién era él.

- Tráeme un Sazerac con whisky...¿tú?

- No sé - dije elevando mis hombros.

- Mmm. Eso y un Tom Collins para él, por favor.

En realidad ni siquiera sabía si me gustaría, no suelo beber en excesos y mucho menos tragos fuertes.

- No me has dicho tu nombre - comenté.

- Tú tampoco.

- Christopher Vélez Muñoz, un gusto...

- Erick, Erick Colón - respondí.

- Lindo nombre, como el que lo lleva.

Hice un movimiento de manos muy propio de cuando me ponía nervioso, sentía un atrevimiento muy evidente de su parte.

- ¿Sueles ser así siempre?

- Solo a veces. Disculpa - dijo poniéndose de pie.

- Si mi mamá supiera que estoy con un desconocido, me mata - susurré para mi.

Lo observé a lo lejos en lo que respondía una llamada.

Bebí un poco de aquel cóctel que trajo el chico del bar, nada mal para mí gusto.

- ¿Y?

- ¿Y qué...?

- ¿Te gustó? - preguntó señalando.

- Ah sí, está refrescante, es suave.

- No te confíes. Aunque mucho no te va a hacer, es un cóctel muy bebido por mujeres, suave.

- ¿Estás insinuando algo?

- No te quiero emborrachar, la fiesta apenas comienza bebé.

- Si me tocaste la pierna, no me extrañaría que me quisieras emborrachar para hacerme quizás que cosas - respondí.

- Oye una pierna te la puede tocar cualquiera, tampoco te toqué el pene.

- Ganas no te faltaron.

- ¿Piensas que quiero tener sexo contigo?

- Sí.

- Qué dices, claro que no. Por el momento - insinuó.

- ¿Por el momento? No tienes pechos, tienes pene. ¿Por qué me interesarías?

- Porque tengo cosas mejores que ofrecerte, muchas cosas Erick.

Analicé la forma en la que me hablaba, cada vez se hacía más provocadora y me sentía extraño.

El contacto visual era poco, su mirada era demasiado intensa.

- ¿Cuántos años tienes?

- Veinticinco.

- Ah eres...

- Cuidado con lo que vas a decir, a mi edad tengo más que cualquiera.

- ¡Uy perdón!

- ¿Tú?

- Dieciocho.

- Realmente eres un bebé.

- Lo soy - contesté en una sonrisa.

- Debes ser un consentido.

- ¡Uf sí mucho! - exclamé sarcástico.

- Deberían consentirte mucho, príncipes como tú ni un dedo deberían mover.

- Eso mismo digo yo, pero ya ves. Dame eso.

- Yo que tú no lo haría, es fuerte - comentó.

- Si no le pido permiso a mis padres para hacer algo, mucho menos a ti.

Sentí aquel líquido que para mí gusto si era fuerte.

Me gustaba la visión de grandeza en Christopher, su forma de pensar era justamente muy similar a la mía.

De a poco fui entrando en confianza, las horas pasaban y yo ni cuenta me daba, estaba impresionado con él.

- ¿Ya te pegó? - preguntó.

- ¿A mí? N-No solo que...

Reí al ver su cara, sus mejillas estaban algo rojas, supuse que por el alcohol.

- Ya está. La cuenta - dijo para uno de los trabajadores.

Me levanté algo mareado, el golpe del alcohol me llegó de un momento a otro.

- Oh diablos - dije abrazándome.

- Oye no salgas solo y así. Toma.

- Te diría que no, pero tengo frío - reí.

- Hey cuidado - dijo afirmando mi cuerpo.

Quería estabilizar mi equilibrio, pero no era capaz de lograrlo.

- No no no...

Aparté su cuerpo de inmediato al sentir un beso en mis labios.

- ¿Por qué? - preguntó pegándome a la pared.

- Y-Yo...¡Atrás pervertido!

Ambos reímos ante eso, articular cada palabra era ya un gran trabajo.

- ¿Cuánto quieres? - preguntó sacando su cartera.

- No juegues - negué viendo la cantidad de billetes.

Besó nuevamente mis labios sin dejar espacio entre nuestros cuerpos.

Sacó una cantidad de billetes dejándolo en el bolsillo de mi pantalón. Volvió a besarme una y otra vez sumando más y más dinero.

- Para para - pedí al sentir su mano en mi entrepierna.

- ¿Ves este anillo? Podrías tener muchos. ¿Ves ese auto? Te daría hasta el diseño más moderno.

- ¿Qué quieres?

- Solucionarte la vida, favor por favor y tendrías la vida que tanto deseas.

Mi Gran Solución - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora