Capítulo 5

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- Maldición.

Desperté completamente descubierto, todo indicaba que ni siquiera me molesté en cubrirme.

Sentía mi garganta excesivamente seca y mi cabeza daba mil vueltas al mismo tiempo.

Un baño de agua tibia fue mi relajo más grande, de todo lo de ayer solo recordaba prácticamente la mitad.

- Hola - saludé algo ronco.

- ¿Estás bien? - preguntó mi padre.

- Sí, solo dormí algo incómodo.

Tanto mi madre como mi hermana estaban en completo silencio.

- ¡Tío!

- Ven acá - dije elevándolo.

Sus pequeños labios fueron a dar en mi mejilla, ambos éramos muy cercanos, me consideraba un buen tío.

- ¿Saldremos al parque?

- Claro que sí, hoy te voy a raptar - susurré.

- ¿Comeremos golosinas? - preguntó despacio.

- Muchas, a desayunar.

No me quedaba de otra que escuchar la conversación entre ellos, no había intenciones de involucrarme en ella.

Me devoré todo lo que estaba en el plato, como si llevara tiempo sin comer.

- Te buscan - dijo mi madre desde la puerta.

- Voy.

- Estás castigado, no pienses en salir y mucho menos con él - advirtió.

Apenas dijo "él" supuse de quién se trataba.

Procuré cerrar la puerta ya que no quería ni malas miradas y mucho menos comentarios fuera de lugar.

- Qué cara.

- ¿Qué haces aquí y tan temprano?

- Vine por ti, andando.

- Espera, no puedo salir.

- ¿Todavía te castigan?

- No es mi casa, qué quieres que haga.

- Vente a vivir conmigo, ahí nadie te molestaría.

- Estás loco, quizás otro día, si salgo posiblemente me corran.

- Eso quiero, vamos - insistió.

- Qué no puedo.

- Cierra los ojos - pidió.

Sin preguntar nada hice lo que me pidió.

Me pidió extender mi mano, no entendí nada hasta que sentí algo helado colgar en mi muñeca.

- Wow, está...increíble - dije sonriente.

- ¿Entonces qué?

- Dame un momento, ya vengo.

Subí las escaleras lo más rápido que pude, traté de buscar lo mejor que tenía entre mis prendas para al menos lucir bien.

Analicé aquella pulsera, era realmente hermosa y fina.

- Te dije que no ibas a salir - dijo mi madre cerrando la puerta.

- Mamá, está Thiago - dije mirando a la mesa.

- ¿Qué pasa?

- Nada papá.

- Claro que pasa algo. Tu hijo anda en pasos muy raros.

- A ver Erick, cómo está eso.

- Papá, no estoy en malos pasos, mi mamá exagera.

- Llegó de madrugada, ebrio, con un chico al cual estaba besando...y con un dinero que no era de él - contó.

- Brian - nombró mi padre con un tono serio.

Desvié la mirada siendo incapaz de contar lo que verdaderamente había pasado, de todos modos no me iban a entender.

- Esto no es tuyo - dijo ella tomando mi mano.

- Erick. Última vez, en qué andas.

- Me están esperando, al rato hablamos de todo, volveré temprano.

Abrí la puerta que mi padre cerró de un solo golpe, no niego que me asusté, él pocas veces se enojaba conmigo.

- Cruzas esa puerta y prefiero que busques tus cosas y te vayas - amenazó.

- ¿Serías capaz de correrme? - pregunté.

- Es lo que te estás buscando - respondió mi madre.

- Creo tener la edad suficiente para tomar mis propias decisiones, no les daré explicaciones porque no quiero y voy a salir les guste o no.

- Perfecto, ve a buscar tus cosas si te crees tan grande - señaló mi padre.

- No necesitaré nada de eso, y por el dinero de mis estudios no se preocupen que no estudiaré, estoy cansado de darles en el gusto, me merezco mejores cosas y ustedes no pueden dármelo, yo quiero lujos, no baratijas.

Mi Gran Solución - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora