Capítulo 4

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El rico aroma de su auto me hacía relajarme, en varios momentos estuve a punto de quedarme dormido, la bocina para él era la mejor forma de despertarme.

- No es cierto - dije al ver las luces de mi casa encendida.

- ¿Aquí?

- Sí.

Bajé del auto mientras me sostenía, ya veía el regaño de mi madre venir.

- Espera. ¿Por qué tan rápido? - preguntó pegandome al auto.

- Shhh. Baja la voz - pedí.

- Te hubieras ido a mi casa.

- Ya quisieras.

- ¿En que quedamos? No nos quedaremos solo con esto ¿verdad?

- Christopher, detente.

Sentí como metió su mano luego de desabrochar mi pantalón, estábamos en plena calle y eso parecía no importarle.

- Vamonos de aquí - susurró.

- Esto es acoso.

- ¿Por qué no me detienes entonces?

- Estoy...

- Dilo para mi bebé - susurró nuevamente.

- Excitado.

Recargué mi cabeza en su hombro mientras los movimientos de su mano se hacían más deseosos para mi.

Estaba tan tomado que por momentos no era consciente de lo que hacía, mis labios invadían los suyos con alta intensidad y no podía detenerme.

- ERICK.

- Por qué ahora - lamenté.

- ¿Te acompaño?

- Olvídalo.

- Oye - dijo pegando nuevamente mi cuerpo.

- Qué.

- Tu cierre, súbelo.

Miré hacia abajo aguantando las ganas de reírme, ni siquiera me atrevía a mirar por sobre el hombro de Christopher para ver la cara de mi madre.

- Tu...

- Quédatela, tengo muchas como esas - dijo referente a la chamarra.

Pasé por su lado intentando caminar lo más derecho posible, apenas sentí el ruido de su auto, me giré a ver como este desaparecía.

- Regañame mañana por favor - pedí.

- Mira como vienes y la hora que vienes - susurró.

- ¿Eh? Pero si es temprano.

- Son casi las cinco de la madrugada Erick.

- ¿Tú qué haces aquí? La metiche - hablé para mi hermana.

- Tu papá no se dió cuenta de esto, agradece que no le dije nada.

- Me regañaría durísimo. Mi papá - reí negando.

- El dinero que sacaste, sabes perfectamente que ese dinero es para tu educación. ¿Qué te pasa?

- Es cierto.

Metí la mano a mi bolsillo intentando no tirar nada. Me tomó un par de segundos pero logré juntar la cantidad de billetes suficiente.

- ¿Y ese dinero?

- Toma, no gasté nada.

- De dónde sacaste ese dinero Brian. Quién era ese chico.

- No me acuerdo - mentí.

- Lo estabas besando, osea qué te pasa - reclamó Yanelis.

- Alto ahí amargada, yo no lo estaba besando, y-yo...bueno y ti ¿qué te importa? - encaré.

- Me importa porque preocupas a mamá.

- Ay si.

- Yo de mis papás ya te hubiera dado tu lección, mírate apenas y puedes sostenerte.

- Solo salí a divertirme, dinero no te estoy pidiendo y no te metas en lo que no te importa, si te molesta lárgate tú...pero sin Thiago, él es mío - advertí.

- Si no eres capaz de cuidarte tú, mucho menos a mi hijo. Quién como tú que ni trabaja y tiene hasta para llegar con ropa nueva.

- Trabajar hace daño a la salud, yo por eso no lo hago ¡Y ORGULLOSO ME SIENTO!

- Vete a dormir, mañana hablaremos seriamente, tus actitudes no me gustan - dijo mi madre

Pasé a la casa al sentirme liberado de aquel interrogatorio, era la primera vez que llegaba en este estado a la casa.

Sin encender la luz y solo cerrando la puerta me lancé a la cama, sentía el aroma de aquel invasivo perfume caro.

- No tengo su número. Soy un idiota - insulté.

Mi Gran Solución - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora