- Estás loco - dije al ver la ropa.
Evidentemente no me pondría nada de lo que estaba ahí, de lo poco que había en realidad.
Lo dejé tal cual, ni siquiera me animé a tocar algo, sus placeres sexuales eran algo que iban más allá de lo que mi imaginación daba.
- ¿Qué? - preguntó al abrir la puerta.
Me quedé en silencio al ver como se acercó a la cama, direccionó su mirada al baño sin percatarse en dónde estaba yo.
- Quédate quieto - ordené rodeando su cuello con mi brazo.
- Qué te pasa.
- No soy tu juguete sexual, en eso no habíamos quedado.
- ¿Y qué eres? - preguntó riendo.
- Era solo sexo Christopher.
- ¿Y esto qué es?
- Ideas enfermas, no soy tu animal y mucho menos tu prostituto.
- Suel...
- Pídelo anda, siente lo que siento yo - ordené apretando más.
- No.
Le comencé a susurrar cada cosa que me nacía en esos momentos, incluso aún viendo el color rojo de su cara debido a la falta de aire.
Comenzó a toser al instante en que lo solté, ví como perdió el equilibrio quedando sentado en el suelo.
- Mierda. Christopher ¿estás bien?...oye que yo no...
- Cállate - ordenó empujando.
Su cuerpo sobre el mío no me permitía ningún movimiento, se tomaba su tiempo hasta sentir que el aire le volvía por completo.
- Si piensas que me voy a disculpar, te quedarás esperando - dije.
- Quién está pagando soy yo.
- Búscate a quién aguante tus estupideces entonces, me cansé de esta mierda.
- ¿Eso quieres? Perfecto.
Se quitó de mi cuerpo esperando a que me levante, lo hice algo confundido, estaba cediendo muy rápido para ser él.
- ¿Estás hablando en serio?
- Fuera - apuntó la puerta.
Sin más salí de la habitación y de la casa, ni siquiera sabía qué hacer, mi familia fue muy clara al decir que no me querían de vuelta.
Caminé por las calles cercanas, mi casa quedaba bastante lejos de este sector de la ciudad y no tenía los ánimos de caminar para ser rechazado por ellos.
Busqué la tarjeta que me había dado Christopher, posiblemente se me cayó en la habitación con todo el forcejeo que hice.
- No puedo volver - decía intentando convencerme.
No tenía a dónde llegar, estaba solo y sin darme cuenta ya era un dependiente de mi sugar daddy.
Caminé de vuelta a la casa, la mirada de Christopher acompañada de su sonrisa solo demostraban lo vencedor que se sentía.
- Solo te diré algo Erick, yo perdono pero no olvido, lo que me hiciste te lo voy a cobrar sí o sí.
- ¿Podemos...?
- Arrodíllate y extiende tus manos.
Bajé la mirada al suelo obedeciendo a su orden, por más que no quería, no me quedaba otra opción.
- Sabías que iba a volver - dije al ver como tomaba un azotador de goma.
- Tú no estás dispuesto a perder lo que has conseguido, tu ambición te puede Erick.
- AH NO NO - pedí.
Sentía el ardor en mis manos de aquel cuadrado pedazo de goma, humillado era una palabra diminutiva.
Me paró recostando mi cuerpo sobre sus piernas, bajó mi pantalón lo suficiente para ver el pedazo de piel que él deseaba.
- Sé que te duele - dijo luego de varios golpes.
- Esto no me gusta - dije bajo.
- Lo sé bebé, pero me haces enojar.
- ...detente - pedí con los ojos húmedos.
- Tu familia no te quiere de vuelta, surge Erick, no vuelvas a tu miseria anterior.
- ¡AAA...! - grité.
- Eres mi sugar baby favorito, eres...precioso. ¿Te irás?
- No.
- ¿No qué?
- No daddy, seguiré siendo tuyo - respondí.
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Mi Gran Solución - Chriserick
FanfictionSí el dinero no compra la felicidad. ¿Por qué disfrutamos tanto con él?