Capítulo 8

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Me miraba al espejo negando ante esa imagen, parecía cualquier cosa menos yo.

- Te dejaré tu puta cuenta en cero - dije furioso.

Apagué la luz del baño en dirección a la cama, intentaba sentarme lo más cómodo posible, pero ni siquiera podía tener las piernas abiertas debido a la falta de un bóxer.

La puerta se abrió dejando ver a Christopher con una ropa distinta, unos jeans del típico color azul y una camisa negra medio abierta.

- Eres una ternura.

Me miró en su totalidad, quería esconderme en cualquier lugar en donde no pudiera verme con esta peculiar ropa.

- ¿Qué es eso? - pregunté.

- Extiende tus brazos...las manos juntas, así - indicó.

Con un pequeño lazo color rosa ató mis manos dejando un casi perfecto nudo, no entendía el placer que podía provocar esto.

Desabrochó lo que le faltaba de su camisa, quise bajar la mirada pero me lo impidió.

- Qué ha...

- Shhh. No hables - pidió.

Cambiamos de posición, ahora quién estaba sentado era él.

Su mano recorrió mi pierna hasta levantar la sudadera que cubría mi parte más íntima. En un movimiento rápido me dejó boca abajo sobre sus piernas al igual que un bebé.

Cerré mis ojos en el preciso momento que su mano golpeó uno de mis glúteos, fue un ardor que en mi vida había sentido.

- Ah. ¡Me dolió! - exclamé.

- ¿Vas a ser un buen chico?

- S-Sí...¡AH!

- Si qué.

Solté el aire acumulado maldiciendo el momento, me sentía como un verdadero objeto sexual.

- Si daddy.

- Si coges como gritas, terminaré extremadamente caliente. ¿Vas a hacerlo para mí? - preguntó.

- Gritaré para ti, daddy.

Me dejó sentado en lo que buscaba algo entre sus cosas.

Ajustó aquel collar de cuero que iba en compañía de una pequeña cuerda, la jaló dejándome a centímetros de su pelvis mientras observaba aquel bulto en sus pantalones.

- Olvídalo - dije de inmediato.

- Obedece.

- Christ...osea...

- Sé que sabes mi nombre, pero una vez más y te castigaré my baby boy - advirtió.

Sí me trataba así, no sabía que me esperaba realmente con un castigo.

Me ayudó con su cierre ya que con mis manos atadas no podía hacer mucho.

Introdujo su erección en mi boca ayudándose de sus manos para impulsar mi cabeza, por momentos me sentía ahogado e inclusive debido a una arcada de mi parte se tuvo que detener.

Ya de pie nuevamente separó mis piernas y obligadamente me apoyé en la cama.

Un líquido particular ayudaba a que los masajes en mi zona anal fueran dando paso a sus dedos, quería que se detenga pero no podía negarme.

- Me ahogas - dije al sentir como tiró de la cuerda.

- Si tuvieras más cabello sería sencillo, te lo dejaras crecer.

Miré de reojo notando como lanzó el empaque del condón, estaba rogando que tenga compasión con sus embestidas.

- ¡Por favor!

- Qué.

- No seas torpe - pedí.

- Sh. No hables.

Apreté mis dientes en lo que mi nariz se mantenía arrugada junto con mi frente, ya entendía que cuidado no iba a tener.

- ...aaaaah Dios...

- Oh sí bebé, duele.

- A-A-A-A...

Inhalaba y exhalaba para no ahogarme más de lo que estaba, tenía que poner en práctica lo que le aconsejaba a mis antiguas conquistas.

Con mi cuerpo recostado levantó mis piernas, las rápidas penetradas me estaban desesperando como un loco.

- No te aguantes, grita y pídeme más - habló agitado.

- Desata mis manos - pedí.

- No.

- ¿Mmmno...? ¡Daddy daddy!

Se inclinó a besar mis labios, nuestras lenguas parecían debatir dentro de nuestras bocas.

No sentí mi espalda en el colchón, aprovechando su fuerza me levantó metiendo su miembro con más fuerza y más intensidad.

- ¿Qué quieres? - preguntó al ver que no me salían las palabras.

- M-M-M...masturbame, por favor hazlo, lo necesi...¡mmmierdaaa!

Solté gritos como nunca, sus movimientos de mano eran de otro mundo.

- Delicioso - dijo saboreando mi líquido seminal.

- Suéltame, las manos.

- Quiero ver cómo te mueves, quizás me convenza aquello.

Me subí sobre su regazo mientras me impulsaba con la poca fuerza que me quedaba, sus manos en mi pequeña cintura me apretaban sin cuidado.

- No puedo m-más - solté.

- Si puedes - respondió.

Soltó mis manos permitiendo que me aferre a su cuerpo, daba nalgadas mientras pedía una y otra vez que lo haga llegar.

No noté en que momento se quitó el condón, solo sentí que algo salía de mi zona anal, no tardó en llevar sus dedos para masajear tal cual en el comienzo.

- Tus pupilas - comentó.

- Daddy - solté rendido.

Mi Gran Solución - ChriserickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora