Capítulo 9: Maldad De Dos Mundos

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—Vamos, Neal, deja de llorar. Shhhhh.

Henry estaba a punto de entrar en pánico.

El bebé no había dejado de llorar desde que la abrupta sacudida lo asustó. El adolescente no sabía cómo calmarlo, ya hasta había intentado darle una papilla pero no quiso comerla. Ahora caminaba de un lado a otro dándole ligeros golpecitos en la espalda que lo único que hacían era todo menos hacer que dejara de llorar. El pequeño niño lloraba con una fuerza impresionante.

—¿Henry?

El rostro de Blancanieves y David aparecieron de pronto, y aliviado, se apresuró a darles al niño a sus padres. Su abuela rápidamente logró calmarlo sólo con murmurar un par de palabras, dejando boquiabierto al chico.

—Él no dejaba de... ¿Cómo...?

—Soy su madre. Me extrañaba— dijo con simpleza Nieves. David asintió acariciando la mejilla del bebé.

— Henry, surgieron varias cosas importantes e inesperadas. Nos quedaremos en el castillo por un par de días, gracias a Regina—informó David, interrumpiendo a su nieto justo antes de que hablara—. Por favor, ve y sube al quinto piso. Ahí habrá alguien que te muestre donde pasarás la noche.

Henry quiso hacer miles de preguntas pero al ver el rostro cansado de sus abuelos se abstuvo. Tiró una ligera sonrisa en sus labios, pasando una mano por su cabello. ¿Qué habría hecho Regina para lograr que les dieran hasta habitaciones?

—¿De verdad?

—Sí. Ahora ve.

El muchacho lo hizo de inmediato, la emoción recorriendo su sistema. Caminó por el pasillo hasta las escaleras, realmente emocionado de estar ahí. Desde que había sucedido lo del Hada Negra tanta preocupación lo tenían en estrés constante. Probablemente las cosas no estuvieran bien en su hogar, pero ahí tenía a su familia, sana y salva, y no quería pedir más. Si se quedaban un par de días, semanas o incluso años, él estaría dispuesto a hacerlo. Había tantas cosas que quería hacer en Auradon, tantas personas a las cuales conocer y hacer miles de preguntas. Dio un pequeño brinco cuando llegó al piso que le habían señalado, extasiado. Acomodó mejor la correa de su mochila donde llevaba todo lo que necesitaba.

—¿Eres Henry Mills? — el muchacho levantó la cabeza al escuchar una voz femenina.

—Sí... — enmudeció totalmente al ver a la hermosa chica frente a él. Poseedora de los ojos azules más bonitos que había visto jamás. Sintió algo extraño cosquillear en su estómago, pero tan pronto como fue capaz de recuperar el habla se aclaró la garganta—. Yo soy Henry Mills.

—Te esperaba. Yo soy Jane y de ahora en adelante seré tu guía en este lugar.

La información sobre ella rápidamente llegó a su cabeza;
Jane, hija del Hada Madrina y... La novia de Carlos De Vil. Henry aceptó la mano que le ofrecía, embobado por su sonrisa suave repleta de bondad. Toda ella... Era increíblemente hermosa.

—Acompáñame. Te llevaré a tu habitación.

(...)

Storybrooke, Maine–

—¡No! ¡Estás mintiendo!

—Yo no haría tal cosa. Le estoy diciendo la verdad. Regina y los demás sobrevivieron a su hechizo.

—¿Y por qué debería creer en lo que un hombre tras un espejo me dice? — gruñó la mujer, apuntando con su varita hacia el enorme espejo que colgaba de una pared.

Perdidos en Auradon [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora