Capítulo 24: El Ataque (Parte 2)

674 58 18
                                    

Ella cayó boca arriba. Ya no podía soportar más el dolor. Los pulmones exigían más aire que ya no era capaz de juntar, el color de sus mejillas desvaneciéndose a la par que la sangre abandonaba su cuerpo.

—¡No!

Evie apareció a su lado. Regina con las pocas fuerzas que tenía acarició la mejilla húmeda de la chica que había logrado inmiscuirse en su corazón con una facilidad impresionante. Evie sonrió un poco, sin dejar de llorar, sintiéndose terriblemente mal porque sabía que era su culpa que estuviera sucediendo eso.

—No llores, mi princesa. Está bien... Está bien.

La alguacil Swan reaccionó en esos momentos. El shock inicial había pasado. La magia recorría todo su sistema activada por sus emociones.

—¡Estás muerta! — gritó Emma, acercándose a Grimhilde lo suficiente como para extraer su corazón.

—¡Swan, no!— trató de impedir Killian.

Él no podía dejarla hacer eso. Sería como sucumbir a su lado oscuro de nuevo, solo que en esa ocasión no habría retorno. El daño sería permanente.

—¡Hazlo, Emma!— le gritó Henry comenzando a correr, Emma dudó mirando a Regina comenzar a respirar entrecortadamente— ¡Hazlo!

—Henry, y-yo no puedo...

—Entonces lo haré yo.

Le arrebató el corazón de la mano a su madre y miró con satisfacción como al ejercer un poco de presión Grimhilde se retorcía. Evie se quedó quieta mirando a Henry. La determinación de acabar con su progenitora en su vista, la dolorosa idea de perder a sus dos mamás taladrando su cabeza.

—Henry— el susurro de Regina lo hizo volver un poco en sí y de inmediato se arrodilló a su lado—. No lo hagas, cariño. Tú no eres así.

—Pero mamá... Ella te hizo esto. Merece sufrir por sus actos.

—No, mi niño. La venganza nunca trae nada bueno— le hizo ver. Se alegraba de tener a sus dos hijos juntos, los miró a ambos y sonrió entre lágrimas—. Los amo. Los amo a los dos. Son lo mejor que me pudieron haber pasado en la vida.

Henry cerró los ojos y comenzó a llorar silenciosamente tomando la mano de su mamá adoptiva, presionandola contra su pecho. Era vagamente consciente de que Emma le quitaba el corazón de la otra reina y que llamaban a los servicios de emergencia, pero él no quería despegarse de su lado, tenía que quedarse con ella. La sangre no dejaba de salir. Evie lloró en el pecho de Mal cuando se acercó para darle apoyo, siendo llevada lejos de ahí para evitar que siguiera mirando la escena. No tuvo fuerzas para impedírselo.

—Por favor, no te vayas. No puedes dejarme— sollozó Henry. Regina lloró al saber que no podía prometerle nada, sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente cuando el dolor fue lo suficientemente fuerte—. No, no, no. Mamá. ¡Mamá! ¡Despierta, por favor!— miró a Emma con los ojos llorosos.

—Ya no puedo hacer nada. Perdón.

—¡No dejaré que muera!

—Déjala ir.

—¡No!— se negó rotundamente—. ¡ABUELO! ¡VEN, MALDITA SEA! ¡AYUDA A MI MAMÁ!

El Oscuro hizo su aparición apenas segundos después del llamado de Henry. Miró la escena. 

—Sabes que hay un precio.

—Lo pagaré. Lo que sea. ¡Haz algo ya!

—Sujetala de los hombros.

Rumplestiltskin suspiró y puso una mano sobre la herida. Henry se apartó un poco y cuando Regina se quiso incorporar de imprevisto la detuvo. Gritó con tanta fuerza que todos y cada uno de los presentes fueron capaces de sentir su propio dolor. Ella exhaló con fuerza abriendo los ojos de par en par.

Perdidos en Auradon [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora