Perdidos en Auradon [COMPLETA]

Capítulo 5: La Historia

—Listo. Mira.

Evie miró el dibujo hecho por el muchacho, en el cual estaban garabateados varios nombres.

—En mi tierra un terrible hechizo hizo que mis abuelos tuvieran que mandar muy lejos a mi mamá siendo una bebé, pues estarían condenados a pasar el resto de su vida en un lugar llamado Storybrooke donde el tiempo nunca avanzaba y la magia no existía.
>>>Mis abuelos son el Príncipe Encantador y Blanca Nieves. Sí. Los mismos que existen en tu tierra, porque allá también existen sólo que diferentes a los de aquí.

—¿Algo así como sus doppelgängers?

—Chica lista— felicitó.

—Bien. Entiendo esa parte. Continúa, por favor.

—Muy bien. Mi mamá, Emma Swan, se convirtió en La Salvadora. Su propósito era, como lo dice el título, salvar a todo el Bosque Encantado del hechizo que robó todos los finales felices.
>>>Yo nací producto de una relación con el hijo de lo que aquí sería equivalente al rey Adam, solo que mi abuelo paterno era un ser de alma tan oscura y turbia que todos le temían. El Oscuro, mejor conocido. Igualmente Belle lo curó con su amor, pero ella no es mi abuela, sino que mi abuela fue su primer esposa. Casi no sé nada de ella.

El dibujo tenía dos separaciones, uno donde estaba David y Mary Margaret y debajo de ellos Emma y Neal, mientras que del otro lado estaba El Oscuro y su esposa, con una línea debajo que decía el nombre de Bealfire y entre paréntesis Neal. La línea en la que se unían Emma y Neal daba como resultado el nombre de Henry.

—Emma, mi madre biológica, creció sin padres y se enfrentó al mundo sola por mucho tiempo— relató mirando a su abuela—. Como dije, el hechizo robó todos los finales felices. Y es por eso que al ser huérfana, con la carga de ser madre a una edad relativamente temprana y con la desaparición de papá, decidió darme en adopción.

—Lo siento mucho, Henry. Es algo horrible.

—Tenía sus motivos. Ya la perdoné porque entiendo que creyó que era lo mejor para mí. Terminé, por azares del destino o tal vez no, en Storybrooke.

—¿Y Regina fue la persona que te adoptó?

—A eso voy. Sí, efectivamente, ella me adoptó y la adopción de mi mamá me dio una vida llena de comodidades y amor. Era un niño mimado, aún lo soy, claro, pero siempre sentí que no encajaba ahí y conforme crecí noté que nadie envejecía, que hacían todos los días lo mismo y que yo era el único al que el tiempo parecía afectar. Y entonces, mi abuela, que en ese entonces no sabía que era mi abuela, me obsequió un libro de cuentos. Once Upon a Time.

Henry había unido su línea con la de Regina. Evie notó que no había un nombre a su lado. Quería preguntar, pero no lo hizo. En cambio tomó entre sus manos un libro que Henry le ofreció con una sonrisa. Era grueso, pero su contenido sólo mostraba en su mayoría hojas en blanco.

—El libro, en sí, relata cuentos que en el mundo sin magia, sólo eran eso. Simplemente cuentos. Lo leí por mera curiosidad. Las historias eran tan atrapantes que en muy poco tiempo lo memoricé al derecho y al revés. Amo a ese libro y lo conservo como parte de mi historia— añadió acariciando con el dedo el domo del viejo libro—. Y todo lo que me parecía raro, comenzó a cobrar sentido.
>>>Comencé a relacionar el final del libro donde decía que todos fueron obligados a ir a un mundo sin magia y sus identidades serían reemplazadas. Relacioné un personaje con el habitante de Storybrooke que se asemejara. Y todo encajó. Mi mamá era esa bebé que había sido mandada al mundo sin magia antes de que el hechizo la atrapara. Mi abuela era la dulce maestra Mary Margaret Blanchard, quien amaba a los pájaros, quien encajaba con la descripción del libro. Mi psiquiatra era Pepe Grillo. La abuelita y nieta del café del pueblo eran Caperucita Roja y su abuelita. ¡Era una locura! Pero no tanto si reflexionaba sus actitudes y que el tiempo no parecía cobrar factura, además de que ninguno recordaba quién era antes. Sólo recordaban cosas vagas y sin importancia. Eso me dio el ánimo de seguir investigando.