Capítulo 15: Hacer Pagar

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—Ben, esto es serio. Tenemos que cancelar el baile— intentó razonar Adam.

Ben paseó por su oficina de un lado a otro, llevándose a la cabeza su mano derecha. Ahí solo estaban su padres, el Hada Madrina y él. Las cosas habían dado un giro abrupto cuando se le comunicó que había habido un escape en la Isla. No habían estados seguros y por eso lo mantuvieron en secreto. Ahora... Ahora todos estaban en peligro.

—¿Cuántos?

El Hada Madrina soltó un suspiro tembloroso, sintiendo de forma inevitable que todo aquello era su culpa. Cerró los ojos incapaz de mirar al rey, total y completamente apenada de que aquello estuviera sucediendo.

—Tres. Sólo tres villanos lograron escapar. La Reina Malvada, Harry Hook y Gil... El hijo de Gastón—Bella asintió. El agarre del ex rey se intensificó sobre su mano—. Su ubicación es desconocida. Ya hay guardias buscándolos con discreción.

—No podemos causar pánico. Si no han hecho nada malo es nuestra oportunidad de detenerlos antes de que actúen. Doblen la seguridad. Envíen más escuadrones a buscarlos.

—Como lo ordene, su majestad.

Ben no miró a la mujer cuando le dijo eso, ni tampoco le pidió que no le llamara así. Una parte de él estaba molesta con el Hada Madrina por no evitar que aquello sucediera. La mujer se fue. Poco después Mal entró, ya vestida y lista para el baile con uno de los tantos vestidos que Evie le había obsequiado. Se veía hermosa, pero su rostro lleno de pánico era lo único que desencajaba en su imagen.

—Tienen al chico. A Henry— Ben frunció el ceño. Ella le dio la nota—. Pide la varita del Hada Madrina para liberarlo. Uma por fin apareció.

—Con Harry y Gil como aliados— agregó Ben. Arrugó la carta entre sus dedos y la arrojó al suelo.

—¿Qué?

—Escaparon de la Isla, Mal. También se cree que la Reina Malvada escapó.

Apenas dijo eso el rostro de la hija de Maléfica cambió a uno de horror puro. Ben la tomó por los brazos.

—¿Qué sucede?

—¡Evie!— es todo lo que fue capaz de decir.

Y sin perder tiempo, salió de la oficina de su prometido en dirección a la habitación de su mejor amiga. Llamó a Jay, con la esperanza de que estuviera más cerca que ella, y por suerte fue así. El hijo de Jafar al enterarse de la situación le dijo de inmediato que iría a su habitación.

Carlos no le contestó cuando intentó comunicarse con él.

El viaje al instituto jamás le había parecido tan largo y eterno. El vestido arrastrando no ayudaba en lo absoluto cuando bajó de la limusina y quiso correr. Cuando llegó su cabello ya era un desastre, al igual que el vestido, pero poco le importó.

Al abrir la puerta la escena con la que se encontró hizo que su corazón se detuviera unos micro segundos antes de comenzar a latir de forma frenética. Evie estaba ahí, llorando desconsolada. Doug y Jay estaban a su lado, ninguno sabía que hacer para calmarla. Lo peor fue ver en su mejilla la marca rojiza que claramente fue causada por un contacto brusco en su piel. Su corazón se quebró un poco más.

—Evie...

Los ojos manchados de rímel corrido de Evie se enfocaron unos segundos, deteniendo el llanto. Mal se agachó a su altura y la rodeó con sus brazos sintiendo los espasmos de Evie contra su cuerpo.

—Ella... Estuvo aquí — dijo entre hipidos Evie, aferrándose a Mal como si su vida dependiera de ello—. Ella... Oh, Mal.

—Estás a salvo, Evie.

—No supe que pasó. De pronto no podía moverme, cuando al fin pude ella ya estaba así — explicó Doug mirando con dolor a Evie.

Mal solo asintió. Se juró a sí misma que iba a hacer pagar a Grimhilde por atreverse a tocar a su mejor amiga y dejarla en ese estado.

(...)

—¿Dónde está Henry?

—¿No estaba contigo?

Emma y Regina se miraron entre sí.

—¿Papá, mamá? — cuestionó Emma a sus padres— ¿Han visto a Henry?

—No desde la comida—contestó Nieves, terminando de anudar la corbata negra de David.

—Debe de estar arreglandose para el baile— intentó apaciguar Encantador ante la angustia que comenzaba a percibir en las dos mujeres.

—Ya fui a buscarlo. No estaba en su cuarto y ni siquiera se ha puesto el traje que le llevé, lo que me hace deducir que jamás regresó a su habitación.

Regina conocía muy bien ese sentimiento que comenzaba a apoderarse de su sistema. Lo había sentido antes, claro que sí. Y Emma parecía sentirse igual. Había descuidado al muchacho los últimos días, era cierto, por eso mismo la sensación era más asfixiante que antes. ¿No debería una madre estar siempre al pendiente de su hijo? Ahora no podía sentirse peor. Miró a la mujer rubia. Ella también era su madre.

—¿Por qué no estabas con él?

—¿Tú por qué no estabas con él?— contraatacó Emma, alzando la barbilla. Regina avanzó unos pasos, amenazante.

—Basta. Las dos. Seguramente debe estar por ahí y perdió la noción del tiempo— intervino Garfio, haciendo una mueca—. No sería la primera vez.

—Él sabe que no tiene permitido llegar después del anochecer.

—Nunca debe irse sin decirle a nadie.

Nieves se acercó a la mujer de pelo oscuro, colocando suavemente una mano en su antebrazo.

—Usa tu magia, Regina. Búscalo.

Regina había sentido tanto nerviosismo que había olvidado por completo que era capaz de hacer magia de rastreo. Quiso golpearse en la frente. Tomó una bufanda de Henry que había tomado de su habitación y cerró los ojos. Nada. No podía sentir su presencia.

—No funciona. Hay algo interviniendo. Magia, tal vez.

—No es posible. Tenemos que encontrarlo.

Que se jodiera el baile. Su hijo podría estar en peligro.

—Tenemos que ir a buscarlo. Quizás si pedimos ayuda al rey nos permita la disponer de guardias— sugirió David. Ambas madres estuvieron de acuerdo.

El grupo del Bosque Encantado se dispuso a salir de la habitación topandose con el rey Ben que parecía mortificado por algo.

—¿Su majestad? — Nieves notó tras de él a un par de guardias— ¿Qué sucede?

—Lamento que haya sucedido esto, pero el Príncipe Henry ha sido secuestrado por una villana que escapó de la Isla de los Perdidos. Ya hemos comenzado a...

Regina detuvo su discurso, alzando una mano para hacerlo callar.

—¿Cómo que secuestraron a mi hijo? ¿Para qué?

—Piden a cambio de su libertad la varita del Hada Madrina— intentó explicar Ben, nervioso y a la vez atemorizado por la mujer.

—¿Y qué esperan?

—N-no podemos darle lo que pide. Es un arma muy poderosa y...

—¡No me importa!— le gritó, siendo detenida por Emma cuando intentó avanzar hacia el rey— Si algo le sucede a mi hijo...

—Regina, basta. No es manera de solucionar esto.

No, no era manera, pero Regina no permitiría que Henry fuera herido o lastimado por algo en lo que obviamente no estaba relacionado. Miró al rey seriamente. Luego desapareció dejando a todos sin importarle en lo absoluto que Emma haya intentado detenerla.

Ella se encargaría de encontrar a su hijo y hacer pagar a la o a los responsables.

Perdidos en Auradon [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora