Capítulo 20: La Peor Madre

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¿De verdad crees que ella te quiere?

¿A ese grado de necesidad has llegado como para no ver sus verdaderas intenciones?

¿Cuáles intenciones? — murmuró Evie contra la almohada. Mal dormía abrazada a ella.

Ella no había podido dormir en toda la noche a pesar de las insistentes súplicas de Mal para que descansara. Aún tenía el recuerdo de su madre biológica fresco, con el creciente miedo de que se le ocurriera aparecer de nuevo y está vez la llevara con ella a la fuerza. Si su propósito al visitarla había sido llenarla de dudas e inquietudes, lo había logrado.

Con cuidado se apartó de su mejor amiga y se bajó de la cama pisando de puntillas para evitar hacer ruido. Fue a su closet, sacó un conjunto de ropa deportiva que nunca había usado y que estaba escondido en lo más profundo del armario. Tocó la tela negra entre sus dedos unos cuantos segundos debatiéndose entre usarla o no. Claramente ese no era su estilo, pero lo necesitaba urgentemente si quería averiguar cosas. Su ropa de Vk llamaba la atención, pero esa evitaría que alguien la reconociera. Entró al baño no sin antes asegurarse de que Mal seguía dormida.

Cuando estuvo vestida se miró frente al espejo. El cabello azul también era llamativo. Se hizo una coleta alta y apretada que no dejaba escapar ni un solo mechón y se puso la el gorro de la chamarra deportiva sobre la cabeza. No se maquilló tampoco, no tenía humor ni ganas. Las ojeras y la palidez en su rostro eran sólo una muestra de algo que la afectaba y que haría lo posible por no dejar que lo hiciera más. Lo único colorido en su cara era el feo golpe que le había dado Grimhilde. Se dio una última mirada de pies a cabeza conforme con su aspecto. El aspecto perfecto para salir sin tener que dar explicaciones a nadie.

—¿Evie?— la chica apenas salió del baño y vio a Mal sentada sobre la cama. Por fortuna aún estaba más dormida que nada.

—Hola, Mal. Vuelve a dormir, ¿quieres?

Ella asintió y volvió a acomodarse lista para seguir durmiendo por mucho tiempo más acurrucada en su cama. Evie sonrió enternecida y se acercó a ella para darle un beso en la frente. Mal suspiró feliz entre sueños.

—Necesito respuestas, M.

Partió directamente fuera de las instalaciones. Era de día ya. Las personas pasaban a su lado sin reconocerla, incluso se topó con Jay pero él estuvo muy ocupado coqueteando con otras chicas como para notarla. Evie suspiró lamentando que lo de Jay y Loonie no hubiera funcionado. Continuó su camino hasta lograr salir.

A lo lejos divisó a Regina, abrazando a Henry. Su hijo. Ahí también estaban los demás. Ocultó muy bien su rostro entre la capucha y decidió no ir con ellos por ahora. Se alegraba de que Henry hubiera aparecido. Con poco que lo conocía podía llegar a saber con certeza que era un buen chico, e indirectamente, era alguna especie de hermano para ella. Sólo esperaba poder conocerlo más.

Se detuvo llegando al inicio del bosque donde estaba el camino que se dirigía al Lago Encantado.

"¿Y ahora cómo encuentro a Grimhilde?

Te dije que tú vendrías a mí— dijo su madre tras ella. Evie no se movió en un principio—. ¿Y tú maquillaje? ¿Dónde quedó el rubor? No puede ser que vengas vestida de esa manera, ¿qué son esos trapos que llevas puestos?

La mujer caminó dando vueltas a su alrededor, examinando cada detalle en su hija hasta que de tanto verla con los labios fruncidos en descontento Evie rodó los ojos. De inmediato los ojos oscuros de Grimhilde notaron su mejilla golpeada y se sintió terriblemente mal de ser la causante de que su bonita cara estuviera arruinada por el golpe que ella misma le dio.

Perdidos en Auradon [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora