Perdidos en Auradon [COMPLETA]

Capítulo 16: Lo Inesperado

Un fuerte dolor de cabeza fue lo primero que logró sentir luego de recuperar la conciencia. Henry había despertado. Uma, quien no había dejado de mirarlo por un largo rato lo notó de inmediato. Estaba solo ella. Harry y Gil se habían ido tiempo atrás.

—Hey— lo saludó. Henry aún se sentía lo suficientemente mareado como para responder o preguntar cualquier cosa—. Henry Mills, ¿cierto?

El muchacho dio una cabezada afirmativa, pasando la lengua repetidamente por sus labios. Tenía sed. Miró a su alrededor sin poder distinguir alguna salida. Notó de inmediato que sus manos y pies estaban atados fuertemente con sogas.

—¿No preguntarás qué haces aquí? Al menos puedes hablar, supongo.

—Dudo mucho que respondas a mis preguntas— su voz rasposa no era buena señal. Tosió ocultando la boca en su pecho.

—Uh, que rudo...

Hasta ese momento no había prestado mayor atención a la chica frente a él. Por lógica creía que era Uma, descendiente de Úrsula y actual archienemiga de Mal Igna. La observó por un largo tiempo, cada detalle, desde las trenzas en sus cabellos turquesas hasta la ropa que llevaba puesta. Cuando ella sonrió mostrando los dientes, supo que había pasado demasiado tiempo mirándola. Ahora ella se acercaba a él con un vaso lleno de un líquido desconocido.

—Bebe— acercó el vaso a su boca, sujetando su barbilla con una de sus manos—. Es agua.

Dubitativo Henry dio un pequeño sorbo. La frescura del agua en su boca lo hizo sentir bien, y tomó todo el contenido del vaso hasta saciar su sed.

—Muy bien.

Uma se había puesto de cuclillas al ofrecerle el agua, y ahora era capaz de ver sus grandes ojos cafés de cerca. Henry le sostuvo la mirada. Por lo que él sabía, ella no era tan mala. Sólo tenía ideas equivocadas. Tal vez si lograba convencerla de que no diría nada si lo soltaba, lograría escapar sin necesidad de luchar. Deslizó una sonrisa que intentaba ser cordial sobre sus labios, mientras ella seguía la curvatura de su boca sin perder detalle. Se aclaró la garganta, poniéndose de pie.

—Espera. ¿Podrías darme más?— pidió. Ella no dijo nada cuando servía más agua y volvía a agacharse a su altura—. Gracias.

—No te acostumbres—murmuró Uma—. Me conviene que estés en buenas condiciones.

—¿Quién eres?

—¿Eso importa?

—Te lo dije. No contestarás a mis preguntas— suspiró Henry, paseando nuevamente la mirada por la estancia. Intentó mover las manos detrás de su espalda, pero se detuvo al sentir dolor— Sé que tu nombre es Uma. Sé que odias a la hija de Maléfica... Y sé, además, que tú no eres mala.

—Harry me dijo que tú nos conocías. Y vaya que sabes cosas... Aunque te equivocas, yo sí soy mala.

Henry intentó una vez más liberar sus manos, logrando moverlas un poco más que la vez anterior.

—¿Qué ganarás con tenerme aquí? No lo entiendo.

—La varita— respondió con simpleza.

Se sentó en una silla al revés colocando sus antebrazos en el respaldo. Henry tiró una vez más sus manos... Sin éxito. Esta vez Uma notó lo que intentaba hacer.

—¡No trates de escapar, maldición!

—Bien, bien... ¡Pero duele! — se quejó, sintiendo la rozadura del material sobre su piel.

—Llorón.

Henry rodó los ojos. Ninguno dijo nada por un largo rato.

—¿Nadie te quiere, chico?— cuestionó Uma mirando el azul de sus uñas como si fueran lo más interesante—. Allá afuera nadie ha hecho de tu ausencia un lió. Ni siquiera has salido en los noticieros.