Capítulo 21: El Chico Gentil

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Evie no volvió a su cuarto luego de la conversación con su madre. Necesitaba estar sola, pensar, aclarar su mente. Buscó un lugar entre la espesura del bosque para sentarse y mirar la nada. Ella no quería ser encontrada. No aún. No sin tener en claro cómo justificarse con Mal por haberse ido así. Entendía que tarde o temprano tenía que volver y dar señales de vida, pero en ese momento no tenía cabeza para eso.

Por varios minutos permaneció bajo la sombra de un gran árbol, sentada con la cabeza escondida entre sus rodillas. No había otro ruido más que el de su respiración y los sonidos de la naturaleza. Los pájaros en los árboles, el viento moviendo las hojas de los árboles y... ramas crujiendo bajo unos pasos pesados. Alzó el rostro alertada.

—Hey.

—Henry— suspiró aliviada—, ¿qué haces aquí?

—Escapo— respondió con una sonrisa. Evie lo miró confundida—. De mi familia— aclaró sentadose a su lado—. Hay un límite de preguntas que estoy dispuesto a responder ahora. Y ellos en definitiva lo traspasaron.

—Pero te estuvieron buscando, las preguntas forman parte de su preocupación hacia ti.

—Lo sé. Volveré luego, cuando el rey olvide la idea de interrogarme también.

Henry chasqueó la lengua y recargó la cabeza en el tronco, mirando las ramas de los árboles, sintiendo la refrescante ventisca pegar de lleno en su rostro.

—No estás de humor. Entendido.

—No es eso, pero debo confesar que gritarles a las personas es más fácil ahora.

—¿Tú, gritarles a las personas? Por favor, eres un chico gentil y amable— dijo Evie, estando completamente segura de eso—. ¿O no?

—Sí... Creo que sí. ¿Y tú qué haces aquí, pequeña princesa?— él notó de inmediato que Evie sonreía con tristeza.

—Vine a buscar respuestas, pero en cambio terminé por obtener más preguntas.

—¿Y estar sola te parece buena idea? Seguramente tus amigos te ayudarían, ya sabes, son como tu familia.

Ahí estaba otra vez. Siempre que hablaba con él aparecía esa seguridad sobre ellos, como si los conociera de toda la vida y fueran íntimos amigos. Siempre hacía comentarios de ese tipo, sin entender como podía estar tan cercano a la verdad, pues realmente nunca habían hablado tanto. Dudaba que fuera amigo de Jay o de Carlos, mucho menos de Mal. Pero siempre Henry parecía saber mucho más de todos y estar un paso adelante.

—¿Por qué crees eso? Es cierto, pero a veces pareciera que tú sabes mucho más de nosotros, de nuestra vida.

—Es que lo sé— contestó en un susurro, inclinando la cabeza para mirarla—. Yo conozco absolutamente todo. Soy el Autor— usó un tono enigmático, misterioso.

—¿Qué significa eso?

—Es complicado. Algún día te lo diré.

—¿Cuándo vayamos a Storybrooke?— preguntó ilusionada.

—No hay salida de aquí hasta ahora, ¿Regina no te lo dijo?

—¿Regina?— era extraño que le dijera por su nombre y no "mamá". Sacudió la cabeza en una negativa—. No he hablado con ella desde... Bueno, han pasado muchas cosas.

—Entiendo. Pero sí, estamos atrapados. No era tan sencillo irnos después de todo.

—Que mal. Lo siento. Debes querer regresar a tu casa.

—Sí, así es— volvió la mirada al frente.

Henry se sumergió en sus pensamientos, los cuales tomaron el rumbo hacia la chica de pelo turquesa y piel oscura. Tenía unas enormes ganas de verla, pero sabía que no era prudente. Todos la estaban buscando, y él al haber tenido contacto con ella era muy probable que estuviera siendo vigilado. Uma. No sabía en que términos estaban ahora, pero no podía esperar mucho. Sus relaciones sentimentales nunca funcionaban. Y algo le decía que si desarrollaba sentimientos hacia ella terminaría con el corazón destrozado. El punto ahí era si valía la pena.

"Vale toda la maldita pena del mundo" pensó.

—¿Henry? — la voz de Evie lo trajo de regreso.

—¿Sí?

—¿Crees que Regina pueda detener a mi mamá?

—¿A la Reina Malvada? ¿Por qué lo preguntas?

—Tampoco tú sabías— murmuró la peliazul—. Tuvieron un encuentro, por lo que me dijo Grimhilde estuvo a punto de asesinarla de no ser por tu familia.

Henry cerró los ojos un momento, tratando de procesar esa noticia. Sí, Regina estaba lastimada, pero nunca le dijo por qué. Ahora que lo pensaba, él tampoco preguntó.

—Eso es... Eso no es posible. Tu madre está en la Isla, no hay salida.

—Henry, ella escapó. Y me hizo esto— señaló su mejilla. Él no había notado la marca en su mejilla y se incorporó lentamente—. Dijo que destruiría a Regina por que había hecho un trato.

Al escuchar esa palabra de inmediato supo con certeza quién era la otra persona involucrada.

—¡¿Un trato?! — gritó alertado, poniéndose de pie inmediatamente para caminar a la salida del bosque, Evie lo siguió al verlo tan alterado—. Sólo una persona hace tratos de ese tipo. Rumplestiltskin.

—Rumpel... Rumple... ¿Qué? ¿Qué tiene que ver con mi mamá?

—La está manipulando. Quiere que alguien más haga el trabajo sucio por él. Maldito cobarde.

Pasó repetidas veces los dedos entre su cabello e incluso tiró de éste lleno de frustración. Ahora entendía todo. Cuando fue a visitarlo estaba seguro de que Regina moriría a manos de la Reina Malvada. Pero falló y ahora debe de estar buscando otra manera de atacarlos. Evie tomó su brazo para detenerlo, encontrando en los ojos cafés de Henry una sombra determinación y coraje que ella bien conocía. Lo había visto muchas veces en la Isla, en los ojos de su madre, en los de Maléfica e incluso en los de Mal. No era posible que existiera dentro de él ese grado de maldad y crueldad. Se negaba a creerlo.

—Lo mataré, Evie. Yo mismo evitaré que se acerque a mí familia y le haga daño— informó sin un ápice de bondad.

Se soltó de la mano que lo sostenía y siguió avanzando. Evie tardó unos segundos en reaccionar ante tales palabras crudas y despiadadas que habían salido de sus labios.

—Henry. ¡Henry!

Él hizo caso omiso y no se detuvo, cada vez sintiéndose más y más enojado, cada vez más molesto, cada vez sintiendo en su interior una ira que parecía consumir cualquier otro pensamiento coherente y bueno. La maldad recorría sus venas, nublaba su juicio y lo hacía poco a poco dejar de ser quien era.

—¡No puedes asesinarlo, condenarás a tu corazón a la oscuridad!

Henry rió amargamente al escucharla.

—Mi corazón ya está corrompido, Evie— dijo apacible—. Y ahora no hay poder moral que logre detenerme. No dejaré que mate a mi familia, ¿no lo entiendes? Tengo que protegerlos.

—Pero... ¿De quién?

Una risita extraña y hueca se escuchó en ese lugar. Henry de inmediato la identificó y puso a Evie tras él.

—Creo que se refiere a mí, querida.

****

Oh Oh...

Bueno, bueno, el pequeño Henry resultó ser más malvado de lo que él dijo que no sería jamás... Interesante.

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Perdidos en Auradon [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora