SHAWN; IMAGINAS..

Vampire.

Narra Shawn.

Ser un maldito vampiro apesta. ¿Y por qué lo digo?

Porque tengo 136 años siéndolo, estoy cansado y estoy a punto de clavarme una estaca en el corazón.

No puedo salir a la luz del día sin mi anillo solar. Los colmillos lastiman mis encías y mi sed de sangre humana cada vez es mas. Comer animales siendo vampiro no es fácil.

Maldigo el día en el que jure jamás tocar la sangre humana.

— ¡Shawnie! — La voz de mi mejor amigo retumbó en mis oídos.

Por las grandes puertas de mi casa entro mi mejor amigo con una sonrisa en su cara y su camisa totalmente llena de sangre. Envidio a este estupido.

— Hey Luke — Me dio un abrazo e hice cara de asco cuando la sangre en su ropa se traspasó hasta la mía.

— ¿Sigues lamentándote por tu estupido juramento? — Se dejó caer en uno de los sillones mientras cerraba sus ojos.

— Tu no tienes corazón, yo si — Exclame fastidiado.

— Tu no disfrutas tu vida de vampiro, yo si — Me guiño un ojo y suspire rodando mis ojos.

Me crucé de brazos y me deje caer arriba de mi mejor amigo que rápidamente se comenzó a quejar porque supuestamente estaba "pesado".

— Debería conseguirte a una novia, así se te quita tu humor de perros — Intento zafarse de mi.

— No tengo humor de perros, tengo hambre — Respondí obvio.

Luke logró salir de debajo de mi cuerpo y suspiró fastidiado.

— Vamos a un prostíbulo.— Dijo de la nada.

— ¿Que?

— Vamos a un prostíbulo de vampiresas — Dijo mientras encendía uno de sus cigarros — Así te dan una buena cogida y se te quita lo amargado.

— ¿Tan siquiera existe? — Pregunte aún sorprendido por las palabras de mi mejor amigo.

— Soy cliente frecuente — Luke se encogió de hombros.

Mi mejor amigo era un mujeriego. Nada parecido a mi.

— He pasado casi un año sin follar, no me hace falta — Respondí.

— Te hace falta, créeme — Le dio una calada a su cigarro y después me miró — Vamos y te prometo que no te arrepentirás.

— Nop.

(...)

Estaba siendo llevado a rastras a un maldito prostíbulo de vampiresas.

— ¡No quiero ir Lucrecio! — Exclame intentando salirme de su agarre.

— Dime Lucrecio otra vez y rompo tu cuello.

Hice una señal de que mi boca se mantendría cerrada y el solo río.

— Eres un idiota.

Dicho esto volvió a arrastrarme hasta la entrada del prostíbulo donde el guardia ya lo conocía y lo dejó entrar junto conmigo inmediatamente.

Al entrar el olor a tabaco y marihuana inundó mis fosas nasales. Miles de chicas bailaban de aquí para allá con sus escotes pronunciados y sus shorts hasta el trasero. Algunas les bailaban a otros vampiros bañados en sangre humana mientras estos les tiraban dinero.

Absolutamente repugnante.

Hasta que una cabellera castaña llamó mi atención. La chica se dirigía hasta nosotros con una sonrisa. Tenía un top rosado con unos shorts dejándome ver sus largas y hermosas piernas. Se abdomen estaba al aire y este junto con su ropa tenían sangre humana.