Simplemente tú.

17 Impotente a limites.

No estoy nada tranquila esta noche por dos razones:

1 - Ashton y la Nutella desteñida no aparecen por ningún lado.

2 - La muñequita deserebrada mando su montaña de maletas por paquetería y los repartidores dejaron las cajas a media sala.

Subí a mi habitación frustrada y cansada de esperarlos.

Por un momento  la cadena brilló como el atardecer del sol y me quede contemplando su peculiar forma: ¿Será una rosa? ¿un corazón roto?

Entré a mi habitación cerrandola de golpe. Me cambie como de costumbre y trate de conciliar el sueño, lo que no sucedió en absoluto.

Me quede jugando Shadowtime por un tiempo hasta que escuche el sonido de unas voces acercandoce al dormitorio de enfrente.

Apague mi celular y prendí mi lampara de noche, es la tercera nochesita que no duermo por culpa del nocturno de Harrison  pero esta vez si me va a escuchar.
Me coloque mis chanclitas de conejitos, salí a dar un vistazo al balcón sintiendo el frío de la noche sobre mi rostro, escuche risas y allí si me alarme.

Sin dudar dos veces salí de mi habitación, lo que no esperaba era encontrarme con una Macarena borracha y un Ashton sin rastro de alcohol.

- ¿Qué has hecho Harrison? apenas llegó y ya quieres que la expulsen. - aunque por mi esta bien.

- Habla más bajito Beca no quiero que nos escuchen. - la pobre chica esta ya más en marte que en la tierra.

- Mi vida ya estamos aquí hay te amo. - ella abraza a Ashton por el cuello y eso me genera... rabia.

- ¿Porque la emborrachaste idiota? acaso has perdido la cabeza. - dije casi en silencio.

- Ella me dijo que solo tomaria una copa, me distraje un segundo y al otro ¡mirala!  - la pobre me da lastima.

- Querida amiga... - me mira. - feliz cumpleaños. - trata de abrazarme pero yo la esquivo y accidentalmente termina estrellandose con la puerta de mi habitación.

- Beca... - Ashton se agacha a levantarla y me da envidia que la carga entre sus brazos.

- Tarada. - le dije.

- Me harías un pequeño favor?

- ¿Qué?

- Abririas la puerta de mi habitación para dejarla dentro.

- Porque habría de hacer eso? tú  la emborrachaste es tu problema no el mio. - alzo mis hombros.

- Quiza porque tú eres muy educada y no eres tan malvada como para no preocuparte. - paso a su lado y abro la puerta de su habitación. - Bueno supongo que... - no se atreve a decir siquiera un gracias.

- No te molestes en decirlo, me importa poco que lo hagas. - él entra a su habitación , yo le doy una ultima mirada y salgo de allí.

- Gracias. - eso me hace detenerme por impulso, este debe ser el fin del mundo. Lentamente me giro a verle, noto como acomoda a la castaña sobre su cama y la cubre con una manta. - no me mires así, tengo la mala costumbre de agradecerle hasta a las cucarachas. - me acerco lentamente a su persona y me agacho para quedar a su altura.

- No eres tan predecible. - voltea a mirarme justo cuando estoy a cinco centimentros de su rostro, quedamos a un espacio insignificante. - pensé que ya no tenias remedio pero ahora me doy cuenta que hasta los fresas tienen corazón. - él mira mis labios y luego por unos segundos analiza mis ojos, su vista pasa de mis ojos a mi boca.

- Nunca antes sentí... -me acerco más a él.

- ¿Qué?

- Senti estas ganas de... - solo dilo. - de perder una apuesta como ahora. - una sonrisa aparece en su rostro tan perfecto, de hecho si lo miras desde este punto parece un muñeco de porcelana sin ningun tipo de imperfección. - me agrada esta compañía. - el brillo en sus ojos se apaga como una vela. - si, digo la compañía de Macarena. - con esa frase me aparté de golpe.

- ¡Que bien! bueno yo me voy espero que descanse la Maca Naca. - Ashton se incorpora levantándose del suelo.

- Te acompaño. - lo miro asombrada y a la vez burlona.

- Estoy a dos pasos de tu habitación.

- Aún así existe un espacio entre nosotros. - esa afirmación me dejo congelada ¿acaso la oración completa tenia doble sentido? - porque son dos pasos de distancia, podrías perderte. - una leve sonrisa en su rostro bloquea todo pensamiento razonable que pueda existir en mi vocabulario. - vamos Beca. - lo hace apropocito.

Avance hacia mi habitación con el chico fresa detrás mio.

Una vez llegando a mi destino.
Entro a mi habitación y antes de poder cerrar un pie se interpone en mi camino. - ni siquiera un pequeño agradecimiento por acompañarte hasta aquí?

- Solo avanzamos 2 metros. - trato de cerrar la puerta pero él no aparta su pie. - ¿Qué quieres?

- Yo no te reclame nada de que casi me mato porque tuviste la brillante idea de dejarme encerrado.

- Nadie te dijo: ¡Brinca!

- La situación era desesperante. Y acerca de lo que dije,  creo que esperabas que de mi boca saliera un: me agrada tu compañía pero en vez de eso te dije que Maca me agrada.

- Yo no espero nada de nadie y menos de una persona tan egocéntrica como tú.

- Y si te digo que yo espero algún día robarte el corazón? - mi corazón se acelera como el chocar de las olas contra las rocas.

- Te recomiendo sacar esa idea de tu cabeza.

- Beca ya fuera de la apuesta ¿qué  pasaría si funcionara pero al revés?

- Habla claro chico fresa.

- Si ninguno perdiera y ambos quedáramos como jefes de la mansión.

- No creo que suceda porque si de aquí al Domingo no me interesas yo habré ganado y tú estarás a mi disposición .

- Tal vez no te des cuenta pero ya me tienes a tus pies desde que te conocí. - roza su mano con la mia. - eso esta fuera de mis reglas. Tú estas fuera de mis reglas - la calidez de su mano me arrebata la sensatez. - pero no me quedaré de brazos cruzados, Beca. - mi nombre se escucha tan hermoso pronunciado por su boca que me cuesta creer que lo odio con toda mi alma. Aparta su mano de la mia y noto cierto destello azul en sus ojos, como un trueno que impacta en mi corazón, sea lo que sea no es bueno. - me estas confundiendo. - aparta su pie y logro cerrar mi puerta por completo.

¿Qué yo lo confundo?
¿Qué lo tengo a mis pies?
¿Qué me interpongo en sus reglas?

Menudo idiota seguro y son sus palabras baratas de conquista pero a mi no me mueve ni un pelo.

Es rarisimo que no me reclamo lo de la carta.