- Tú?
- Si yo tarada ¿porque me has golpeado con esa botella? ¿qué tienes contra mi cabeza?
- Pues que querías que pensara me imagine a un ladrón o un secuestrador entrando a la casa. No sabia quien era y tampoco entiendo que haces aquí. Como se te ocurre entrar así, podría haberte matado.
- Estuviste cerca. - mire que su cabello rubio estaba cubierto de sangre y sus manos, ni hablar. - serías una buena boxeadora. - trata de reír pero el dolor no se lo permite.
- Maldita sea como se me ocurre romperte una botella de vidrio en la cabeza. - me agache y mire lo profundo de su herida. - por suerte no parece que tengas ni un pedazo de vidrio en la herida.
- Nooo enserio? - dijo en tono sarcástico. - parece que me estan operando la cabeza sin anestesia y dices que podria haber sido peor.
- Pues tienes la culpa estúpido casi me matas del susto.
- La que casi me mata eres tú carajo, se que eres peligrosa pero no me imagine que a tal grado. Primero el sartén y ahora la botella ¿neta?
- Callaté y ayudame a poderte levantar porque no te aguanto. - se apoyó de mi hombro para poder levantarce y cuidadosamente lo ayude a sentarce en un sillón viejo.
- Ahora que?
- No creo poderte sacar de aquí yo sola mejor voy por ayuda. - me iba a alejar hacia la puerta pero él alcanzo a sujetar mi mano.
- No te vallas. Mejor ayudame a curar la herida y listo. - mire como tomaba mi muñeca.
- Esta bien. - me solté de su agarre. - de todas maneras se un poco de medicina, mi familia me enseñó primeros auxilios.
- Me has golpeado tan fuerte que creo que perdi mi belleza.
- Ya callate sigues igual de simpático que antes. - casi me quería morir por haber dicho eso. - bueno para lo que eras antes de que te rompiera la botella de cristal... sigues igual Ok. - senti su mirada en mi, esa sonrisa arrogante de que acababa de hacerle un cumplido, eres tan estúpida Azul acabas de aumentar su ego a más no poder.
- Entre por aquí porque se me olvidaron las llaves y tenía por seguro que nadie me habriria a tales horas de la madrugada así que trepe por las enredaderas. - gracias a dios el cambió la conversación.
- Se nota que no te gusta el peligro. - lo dije sarcástica. - te encanta. - salí en busca del botiquín , regrese y saque el algodon humedeciendolo con agua oxigenada, me aceque a Harrison y lo coloque detras de su cabeza.
- Tambien me encantan otras cosas. - senti una corriente de calor que se apodero de mi sin control. - de hecho se convirtiendo en una adicción. - en ese momento su mirada se encontró con la mia. - me siento en peligro cuando estoy cerca de estas cosas encantadoras, pierdo el control y la cordura, solo me importa mirar su rostro, tomarle captura a sus hermosos ojos verdes. - la intensidad de su mirada me hacia perder el aliento. - sus labios delgados, su piel, el color castaño de su cabello, aquella mirada de ángel como la que estoy mirando en este preciso momento. - esas palabras impactaron como una flecha de fuego en el centro de mi corazón.
- Y ella debe ser especial para ti.
- Así a sido estos días. - pero entonces lo capte:ojos verdes, labios finos, piel delicada, cabello castaño, esta claro que no habla de mi.
- Te refieres a Macarena. - el azul de sus ojos no me permitía escapar o despegar mi mirada de ellos.
- Si, hablo de ella. - me aparte de golpe y me concentre en curar su herida.
- Por poco y me matas.
- No lo hice. Lamento que sigas aquí, preferiría haberte dejado inconsciente.
- Estas enojada? - atrajo mi mano hacia él causando que yo le mirara a los ojos otra vez.
- Enojada? no, porque habría de estarlo.
- Porque no tuviste la suerte de matarme.
- Tampoco es que desee no volverte a ver. - niego con la cabeza y aparto mi mirada de la de él. Siento como se aguanta el ardor de la herida. La verdad si me pasé, le quedará permanentemente una cicatriz de 4 cm de largo y de ancho unos 2 milímetros.
Entonces me acerque lentamente a su mejilla y le di un leve beso en la misma, me aparte desconcertanda ¿porque hice eso?
- ¿Porque hiciste eso? - me miró confundido.
- Hacer que cosa? - me hice la disimulada.
- Acabas de besarme en la mejilla la pregunta es ¿porque? - senti como me ponía roja como un tomate.
- Es lo que mi mamá hacia para calmarme el dolor cuando yo me lastimaba de niña. - dije pensando que era absurdo decir eso como si normalmente eso se hiciera, agache la cabeza y mire por la ventana la cantidad de rayos que caían por la tormenta.
- Apoco sí? - dijo con demaciada ironía. - a mi solian regañarme.
- Entonces no has tenido infancia. - note que no me quitaba la mirada de encima. - deja de mirarme así. Mejor ayudame a llevarte a tu habitación. - en unos minutos ya estamos en su habitación mirándonos disimuladamente uno al otro. Él se encuentra acostado en su cama y yo sentada en el sofá.
- Ya estas cansada?
- ¿Qué? - pregunte.
- Eso parece , porque no vas a tu habitación a dormir.
- Es mi deber cuidarte toda la noche así que no me digas nada. - unos minutos despues él miraba por la ventana la lluvia y los truenos que no parecen querer parar. Yo me quede mirándolo de perfil y desde aquí parece ser el tipo de chico con el que cualquier chica quiere salir.
- Parece ser que no estas nada cansada. - apartó la mirada de la ventana y se quedo mirándome fijamente.
- En absoluto y ¿porque razón lo confirmas? digo si se puede saber.
- Has estado mirándome todo este tiempo. - de nuevo senti mis mejillas arder. Tanto que abrí mis ojos como lamparas por su sinceridad muy directa.
- Bueno ¿y que hay con eso? - no le iba a dar el gusto de ganar en esta conversación.
- Si yo no te interesara, o bien, no te importara hubieses reaccionado de manera distinta quiza estarías durmiendo tranquilamente en tu habitación.
- No te estoy mirando porque me importes además quien te crees ¿el doctor corazón que interpreta la mirada de los demás a su beneficio? por favor. - me rió sarcástica. - no me gustan los chicos fresas.
- Segura? - le miro furiosa.
- Extremadamente segura!! Con esa carita de muñeco de aparador no hay ni quien se te resista pero lamento decirte que yo jamas estaré a tu disposición. - él asiente con la cabeza.
- Bien. - dice en tono indiferente.
- Bien que cosa? - mi mirada se encuentra con la de él.
- Solo es un bien de que entendí lo que dijiste. - la luz de la luna pasa a través de la ventana y ilumina sus ojos azules.
- Coincidero que tu ego ya esta por los cielos pero quiero aclarar que con alto rango tienes razones de ser un fastidioso superficial.
- Por? - le veo seria.
- Eres muy simpático hasta para las más feas del mundo.
- Y para ti que soy? - esa pregunta resono en mi mente miles de veces.
- Un idiota superficial engreído que solo piensa en sí mismo y es muy pero muy egoísta. - me levante del sillón. - que te mejores. - salí de su cuarto y entre al mio con cero señales de sueño.
Odio esa sensación de decir las verdades de la gente y minutos despues arrepentirme por mi honestidad.
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Simplemente tú.
Teen FictionLa unica e inigualable Azul Rebeca Jenett Smith Miller entrará a la escuela Prinseton de EE. UU. donde conocerá los diferentes grupos en los que se separa la misma entre ellos a las chicas fresas que ella tanto detesta PoPular Girls, todo va perfec...