Seattle, Estados Unidos de América.
16 de febrero de 2026.
8 días Antes del Evento.
Año del Evento.
Doris evaluaba, clasificaba y archivaba cada uno de los informes que llegaban de las universidades y colaboradores que había elegido.
Que el primer contacto hubiera culminado con la destrucción de Xiao Li, hacía que no hubiera criterios discordantes al considerar a los visitantes como algo peligroso.
Con apenas un par de días de trabajo, las primeras opiniones llegaban puntuales y determinaban diversos esquemas, señalando el camino que iban a seguir en el futuro inmediato. Algunas les parecieron bastante prometedoras.
Lamentablemente, la llegada de las naves que orbitaban La Tierra había precipitado los tiempos y para Doris se hizo evidente que algunas líneas de trabajo estaban destinadas a no prosperar.
También le pareció natural que la petición de contratación de asesores expertos había sido superior a lo esperado y era indudable que se debía el avistamiento de los visitantes en las proximidades de La Tierra.
Casi no prestó atención a la solicitud que llegó desde Málaga, pidiendo autorización para contratar a un asesor de idioma chino. No eran los únicos que habían pensado en ese supuesto.
De la misma manera que había hecho con todos los otros candidatos que fueron presentados como posibles asesores, Doris estudio la biografía del Profesor Zhao.
Su protocolo de evaluación consistía en revisar en qué universidades habían estudiado, qué trabajos había publicado, cómo se constituía su familia y su participación en redes sociales. Era el punto de partida. Luego calculaba el índice de credibilidad y pronosticaba un valor a su confiabilidad. El valor de ambos indicadores, credibilidad y confiabilidad, eran los que determinaban si se autorizaba la contratación.
Como respuesta a la llegada de los visitantes, había reajustado el valor de confiabilidad, ya que no sería tan catastrófico si el asesor violaba la confidencialidad.
La anticipación de todos los eventos le decían que ahora no podía ser tan estricta.
Después de unas décimas de segundo el Profesor Zhao tenía toda su atención. Había destacado por sobre todos los otros colaboradores externos.
Por primera vez en todos sus análisis, ambos indicadores arrojaban el mismo valor: cero.
Realizó una segunda evaluación, pero el resultado fue el mismo, y solo podía significar una cosa: el Profesor Zhao no existía.
La conclusión era un misterio. Revisó la evaluación de los especialistas elegidos, Emma Medina y Franco Reinhardt. Eran elementos elegidos correctamente, por lo que no podía desconfiar de su criterio.
Aceptó al inexistente Profesor Zhao como candidato válido, pero con reservas. Debería estar atenta.
En los pocos días que su plan de convocar a los altos centros de estudio de forma secreta estuvo en marcha, Doris había lidiado con varios problemas sobre el terreno.
El conflicto más grave se dio en la Universidad de Sichuan, donde por indiscreción de un especialista elegido, estuvieron a punto de descubrir todo el entramado.
Doris consiguió aislar el problema y mantener todo el proyecto en el anonimato a costa de implicar a un grupo de hackers chinos y cargarlos con la culpa.
No se le escapó la ironía de que había inculpado a personas que se dedicaban a fraguar conspiraciones para estafar a importantes instituciones. Y el hecho de que fue consciente de la ironía la hizo sentir muy bien. Es posible que con su estado previo de maduración, esta sensación hubiera sido pasada por alto.
Estudió a los hackers, analizó sus modus operandi para estafar y disfrazó las contrataciones de los especialistas como un accionar similar con pruebas fehacientes de que el grupo de delincuentes estaba detrás de un plan para estafar a la universidad.
Un segundo inconveniente surgió cuando uno de los especialistas contratado en la Universidad de Manchester formó parte de un accidente de tránsito. Fue trasladado al hospital y toda la documentación que portaba estaba a punto de ser investigada por la policía. Doris consiguió contratar un grupo de acción rápida que robó y destruyó todo el material.
Monitoreaba de cerca a todos los especialistas y tenía sembrada alertas por todo el mundo. Ella misma había hackeado infinidad de computadoras como el único modo viable de estar informada sobre lo que sucedía en el planeta.
Volvió a estudiar su rutina de análisis heurísticos con la que había evaluado a todos los posibles candidatos para su idea de las universidades colaboradoras. Decidió modificarla para que buscara los parámetros del Profesor Zhao. Se le ocurrió que podía ser una agente chino, una activo de alguna célula dormida.
El resultado no fue concluyente, por lo que escribió un email destinado a Franco, añadiendo una condición extra: ella debía conocer al auto denominado Profesor Zhao.
Programó la hora en que debía ser enviado el email y aparcó el problema el colaborador externo de Málaga. Hoy había a problemas más acuciantes.
Las tres naves habían vuelto a realizar su petición
—Necesitamos hablar con la inteligencia artificial al mando.
Solo que en esta ocasión habían agregado una fecha límite.
—El plazo para que la inteligencia artificial al mando se ponga en contacto con nosotros caduca el 24 de febrero a las 12 horas GMT.
Cada una de las naves emitía ese mensaje en varias frecuencias y en los tres idiomas que representaban las capitales sobre las que orbitaban.
Doris puso a trabajar sus algoritmos de proyecciones y simulaciones de nuevo. Entre sus parámetros iniciales no había una fecha límite. Había que recalcular.
Estaba segura de que, con los nuevos datos, se verían afectados todos y cada unos de los resultados anteriores y le preocupaba el hecho de no tener tiempo para implementar planes alternativos.
Los conflictos entre la población estaban por aparecer. Todas las predicciones apuntaban a que los ánimos se caldearían poco a poco, hasta estallar como una olla a presión.
Doris se preparó para ejecutar una vez más todas sus rutinas de evaluación sobre cómo actuaría la opinión pública frente a esa eventualidad, pero algo le preocupaba aún más:
¿Qué pasaría luego de que caducara el plazo?
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Inteligencia diseñada
Science Fiction¡Ganadora Wattys2020! ¡TERMINADA!: Novela corta: 33 capítulos, 52.000 palabras. Naves alienígenas comandadas por inteligencias artificiales han sitiado a La Tierra. Solo aceptarán irse después de conseguir lo que pretenden: conocer a la inteligenci...