Desengaño

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Málaga, España.

18 de febrero de 2026.

6 días Antes del Evento.

Año del Evento.

Emma llegó a la sala cuatro a las ocho de la mañana.

Metódicamente, sin casi darse cuenta de lo que hacía, llenó la cafetera. Revisó la temperatura del aire acondicionado y encendió la televisión.

Los rumores eran imparables. Todas las cadenas ofrecían pruebas de astrónomos aficionados aportando imágenes más o menos nítidas de extraños cuerpos alrededor de La Tierra.

Diversas habladurías sobre la naturaleza de dichas estructuras. Extraterrestres. Furia divina. Fin de los tiempos. Los más variados temas parecían tener cabida en las suposiciones esgrimidas. Imágenes de multitudes en distintas partes del mundo.

"Es imposible saber cómo terminará esto", se lamentó Emma.

Apagó la televisión casi al mismo tiempo que Franco y el Profesor Chen abrían la puerta.

—¡Hola! —la saludo Franco.

A Emma le pareció que ese "¡hola!" contenía más fuerza y profundidad que los de costumbre. Se dieron un par de besos y un muy breve abrazo. El suficiente contacto para que Emma se sintiera reconfortada y acompañada. Se dió cuenta de que él también lo necesitaba. No era la única que estaba sufriendo el problema.

Se detuvo en los ojos de Franco solo unos instantes. Siempre brillantes, pero enmarcados por unas ojeras bien definidas, que indicaban que tampoco había pasado una buena noche.

—Hola, Profesor ¿Cómo está usted?—saludó al anciano dándose cuenta de que Franco no había perdido el contacto y todavía mantenía su mano apretando su brazo.

Sintió la calidez y el apoyo que esa presión ejercía sobre ella. Luchó para no agradecer en voz alta.

—Voy a por mi café. ¿Vosotros? ¿Os apetece?

Los dos asintieron.

Franco encendió el portátil.

Doris les informó que China había tomado la iniciativa convocando la reunión de un comité mundial para evaluar la amenaza.

El comité estaría presidido por los tres países que tenían a los visitantes sobre sus territorios. Y Estados Unidos, Australia, Alemania y Japón ya habían enviado a sus expertos.

Doris y Chen discutieron sobre la necesidad de que ella revelara su existencia.

Pero Doris se mantuvo firme en negar esa eventualidad. Sus simulaciones demostraban que mantenerse en el anonimato era más eficiente.

—Profesor, no se preocupe, por favor. Cuando considere que el momento es el oportuno saldré a la luz.

Emma se apoyó contra una pared con su taza de café humeante entre las manos. Había presenciado toda la escena con cierta perspectiva, coincidía con el profesor en que parecía obvio que Doris debía hacer pública su existencia, pero también pensó que no conocía los parámetros que la inteligencia artificial argumentaba para afirmar que las simulaciones no consideraban conveniente dicha acción. Adivinó que el momento era el adecuado para cambiar el enfoque de la charla y planteó una idea que se convirtió, de facto, en el orden del día.

—A ver... imagino que lo primero que deberán decidir en ese comité será un protocolo para entrar en contacto.

Todos coincidieron con excepción de Doris.

Inteligencia diseñadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora