En camino

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Camino al sur de Argentina.

23 de febrero de 2026.

1 día Antes del Evento.

Año del Evento.

El aterrizaje en Mendoza fue suave. La gente aplaudió emocionada dentro del avión.

La escalera se abrió en la pista y realizaron una breve caminata hasta el interior de la terminal.

El calor era seco y soportable, si no fuera por la cantidad de horas que llevaban en movimiento. Todo les incomodaba.

Franco atravesó rápidamente la fila de migraciones.

Emma pasó por la cabina de extranjeros y respondió escuetamente a la pregunta.

—¿Motivo de su visita a la Argentina? —preguntó el oficial de inmigraciones.

—Turismo.

"Turismo", pensó, "me voy a divertir como nunca".

Franco la esperaba del otro lado con una sonrisa. Se abrazaron y besaron por un momento.

"Todavía no estamos a salvo", pensó Emma, aunque tuvo que reconocer que se encontraba algo más relajada.

Salieron cogidos de la mano al exterior de la terminal. Franco buscó con la mirada. Apoyado en un todoterreno de color gris divisó a su hermano Marcos.

—¡Marcos! —gritó.

Su hermano corrió a su encuentro y se fundieron en un abrazo acompañado por palmadas en las espaldas.

—¡Huy! ¡Que viejo que estás! —dijo luego de romper el saludo y separarse para mirarlo de la cabeza a los pies.

—¡Siempre el mismo boludo! —exclamó Franco para volver a abrazarlo entre risas.

—Esta es Emma —dijo cuando por fin abandonaron los saludos.

—¡Hola, Emma! —dijo antes de abrazarla y levantarla por los aires.

Aunque Marcos era el hermano menor de Franco, le llevaba algunos centímetros de altura y algo más de corpulencia.

Franco había sido el universitario de la familia y Marcos el deportista, integrante de la selección de rugby de su provincia.

Emma se sonreía al descubrir idénticos gestos en ambos, pese a que Marcos llevaba el pelo más largo y de un castaño varios tonos más claro que el de Franco, el brillo de sus ojos era el mismo.

Marcos desbordaba entusiasmo.

"Quizás es la ignorancia por lo que se nos viene encima", pensó Emma sin dejar de sonreír y adorando la desbordante alegría de los hermanos al encontrarse.

Veía a Franco más distendido. Relajado. Parecía que por unos momentos se había olvidado de lo que les quedaba por vivir.

—Tenemos que irnos ya —dijo Marcos— Doris me aclaró que es importante que no perdamos tiempo.... y que ustedes me explicarían el resto —terminó señalándolos.

Franco y Emma cruzaron miradas.

—Vamos, entonces —acepto Franco.

Cuando estuvieron sentados en el todoterreno preguntó.

—¿Por dónde?

—La 40 está espectacular —dijo Marcos mientras encendía el motor refiriéndose a la ruta nacional número 40 que atravesaba entera las provincias de Mendoza y Neuquén— está hecha a nuevo. Vine como tiro. En 12 o 13 horas estamos en casa.

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