El significado

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Málaga, España.

18 de febrero de 2026.

6 días Antes del Evento.

Año del Evento.

Emma no había podido conciliar el sueño. Abordar un problema de las características del que los tenía en vilo era harto difícil.

En primer lugar estaba la carga de la responsabilidad. Doris había confiado en ellos para hallar una solución. En este punto, Emma intentó no perder de vista el hecho de que los había convocado junto a otras 149 universidades. Consideró que era patológico arrogarse la responsabilidad de evitar el fin de la humanidad.

La noche avanzaba despacio y su mente argumentaba en una y otra dirección.

Mediando la madrugada, ya podía asegurar que había resuelto el conflicto de no tener que ser la salvadora de la especie humana.

El segundo problema era un poco más difícil de plantear, debido a que no dependía directamente de ella.

Si bien no podían asegurar que los alienígenas vinieron a extinguir a la humanidad o a conquistarla, tampoco había alguna pruebas de lo contrario.

Pudo argumentar que, como concepto, la extinción de la especie humana podía ser una exageración, pero estaba convencida de que, salieran como salieran las cosas, el fin de la humanidad, tal y como la conocíamos, había llegado.

Era imposible confiar en que todo seguiría igual después de un contacto con una cultura extraterrestre. Ni siquiera hacía falta que los visitantes hicieran, cambiaran o dijeran algo. Su sola existencia o, mejor dicho, la sola confirmación, fehaciente y sin lugar a dudas de que existían, de que allí fuera estaban, era suficiente para que todo lo que se planteaba la humanidad estuviera en el microscopio.

"Es como el tema de la tierra plana", pensó. "Es paradigmático. Es coyuntural".

"No estamos solos. Hay más inteligencias en el universo".

"Y están aquí. Nuestra cultura no lo resistirá", se dijo con tono negativo. "Ni hablar de las religiones".

"Bueno, todavía hay quien cree en la tierra plana, así que habrá quien siga creyendo que estamos solos en el universo", intentó consolarse.

"¡Vaya mierda de consuelo!", fue lo último que pasó por su mente antes de escuchar el despertador.

Se dió una ducha rápida y, mientras se vestía, su vista se detuvo en la fotografía que compartía con su madre, que descansaba sobre la mesilla de noche.

Recordó con una sonrisa cuando le anunció que se iría a vivir a Madrid con su nueva pareja. La vio feliz y eso le parecía lo más importante.

"Madre", pensó mientras tomaba el retrato entre sus manos.

"Es mi madre porque me ha parido y porque me ha criado. Pero sería igualmente madre si hubiera hecho solo una de las dos cosas. Seguramente habrá quien no esté a favor de esa definición, si solo se produjo el acto de parir. Pero es un matiz de la definición, es solo una ampliación de su significado".

Pensó en sus estudios. Le parecieron sumamente lejanas las teorías del suizo Ferdinand de Saussure, cuando hablaba del significado y del significante.

Volvió al mensaje de los extraterrestres. "Al mando", ¿Qué significa para ellos estar al mando?¿Quién está al mando?¿El que ejerce la función, el que ostenta el título?".

Volvió a poner el retrato de su madre sobre la mesilla de noche.

"Tengo que discutir este tema con Doris", pensó mientras terminaba de vestirse.

Salió a la calle sin desayunar.

Camino con una sensación de no pertenecer. La gente se movía en todas direcciones. Algunas irían al trabajo, otras volverían, pero nadie tenía la tarea de encontrarse con una inteligencia artificial para discutir el futuro de la humanidad.

Se sintió diferente.

Ensimismada en sus pensamientos bajó de la acera con el semáforo en rojo y casi la atropella un coche ocupado por unos muchachos.

—¡Gilipollas! —le gritó uno bajando la ventanilla.

Emma volvió a subir a la acera.

"Me dijo gilipollas", pensó. "Estoy segura que hay algo detrás de cómo adscribimos significados. Los matices son importantes".

"El muchacho no puede saber cómo soy. No puede saber si soy o no, gilipollas. Nadie puede. Nadie tiene acceso a como soy. Solo pueden juzgar mis actos.", pensaba Emma de forma frenética.

"Me dijo gilipollas porque actué como una, no por que lo sea o deje de serlo". Recordó a su filósofo preferido, Wittgenstein: el significado de las palabras está en el uso.

El muchacho no podía decir: "fijate por donde caminas, que lo haces como una gilipollas", solo tenía tiempo para decir "¡Gilipollas!".

"Pero no se refería a lo que soy, sino a lo que hacía", pensó.

"El significado está en el uso. Los matices en esta comunicación serán importantes".

Aumentó la velocidad de su paso. Su mente siguió haciendo suposiciones, barajando opciones.

"¿Quién está al mando?".

"¿Quién es capaz de pensar en los matices de un protocolo de contacto?".

Debo hablarlo con Doris.

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