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John.


Cuando las personas dicen que lo han perdido todo, me imagino que no se refieren a que sus padres los manden a la calle y les priven de sus millonarias vidas. Creo que perderlo todo es algo más serio e importante. Sin embargo, para mí, John Maxwell, el que me manden a la calle y me priven de mi millonaria vida, se siente como perderlo todo.

No me malentiendas, la verdad es que no soy un mimado, pero tampoco es como si en la vida hubiera tenido que preocuparme muchísimo por tener para comer todos los días, así que sí, me siento asustado y jodido.

Es irracional, injusto y desconsiderado de parte de mi padre. ¿Yo cometo un error y él me bota? ¿Cuántos errores ha cometido Joshua en la vida? Y no, no recuerdo que lo haya botado por ninguno de ellos. Claro que Joshua jamás hizo a mi padre y a nuestro apellido quedar en ridículo y tampoco le contradice en la perfecta vida que él tiene planeada para nosotros. Y luego estoy yo, quien contrario a mi hermano mayor, me desentiendo totalmente de mis responsabilidades y tomo mis propias decisiones, eso sin contar que nuestra reputación familiar me importa un comino.

Todo lo que quiero es libertad y respeto hacia mis sueños, en cambio, Joshua quiere continuar con la empresa de la familia y por ello, papá jamás le correría de casa y le cortaría su suministro económico, cosa que ha hecho conmigo.

De lo único que me reprocho en este momento es de que debí haber considerado que este día llegaría y pensar de manera inteligente, ya que de haberlo hecho no tendría que sentirme como un vago sin techo y en cambio tendría algo de ahorros para emergencias.

Pero resulta que no soy tan inteligente.

Mi teléfono suena en el bolsillo, debe ser Mike.

—¿Hola?

—Viejo, estoy afuera — dice mi mejor amigo, no alcanzo a distinguir si su preocupación es sincera o si espera por el momento para estallar en risas.

—Ya salgo — es todo lo que digo antes de que él cuelgue.

Tomo las maletas con lo que he empacado y camino hacia la salida. Nuestro mayordomo abre la puerta para mí y agradezco que al menos sus consideraciones no me hayan sido arrebatadas. Al pie de las escaleras de la entrada a nuestra gran mansión, está la pick-up que Mike eligió por su cumpleaños número veintidós, lo veo salir del asiento del piloto y se apresura a ayudarme sin mencionar una sola palabra, yo también coopero en ponerlo todo tan rápido como me es posible en la caja de la camioneta para marcharme ya.

Cuando terminamos Mike vuelve a su lugar y yo solo doy una rápida mirada a la que solía ser mi casa antes de marcharme.

Por la ventana a la izquierda, en lo alto, veo a mi madre, pero ella no se inmuta ni un poco por mi partida, porque justo como la esposa de George Maxwell debe ser, no le importan los sentimientos maternales que a cualquier otra mujer harían doblegar, solo le importa quedar bien con papá para que así él no bloquee también su tarjeta de crédito.

—Solo puedo pensar cosas realmente desagradables acerca de todos en mi familia — digo poniendo dos dedos sobre el puente de mi nariz mientras subo a la camioneta, cierro la puerta y Mike pisa el acelerador.

—Eres un Maxwell, amigo. No es como que precisamente te tocó una familia amorosa, comprensiva y llena de paz.

—Lo sé, pero, ¿es realmente necesario eso de botarme?

—Tal vez para sus intereses.

—Ha sido un error estúpido que ni siquiera estaba en mis planes. Y pensándolo bien, creo que no ha sido mi culpa.

—Pero a tu padre se le ha arruinado su trato y a como lo ve, ocupa a quien cortarle la cabeza...

—O los fondos — interrumpo bufando.

—Tranquilo, sabes que siempre eres bienvenido en mi casa.

—Gracias, Mike. Pero después de esto lo que menos quiero es dependencia. Creo que es tiempo de que me ponga a trabajar y deje de estar en manos de las cuentas millonarias de mi padre.

Hago una pausa y miro por el espejo retrovisor, mi casa ha quedado lejos.

—Escucha, amigo, eso suena a algo realmente bueno... Pero ¿qué planeas hacer? Nunca has trabajado de nada y ahora se requiere experiencia para todo.

Me quedo pensando en que Mike tiene razón. Para cualquier otra persona, un amigo tan honesto como él podría ser lo menos requerido, pero funciona para mí.

—Tienes razón — digo recordando de repente que nunca en mi vida he hecho más que pedir dinero, aun así no me rindo y agrego positivamente —. Pero se me ocurrirá algo. 

DOCTOR CORAZÓN | Angie JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora