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Mia. 


Hoy es el tercer viernes que hablaré por video-conferencia con John para contarle cómo me va con Thomas.

¿Y cómo me va?

Pues de maravilla.

Si alguna vez creí que Thomas era estupendo, perfecto, fabuloso, ahora lo confirmo. No solo es educado, caballeroso y atento, también es sumamente detallista y ha hecho de este viaje de trabajo una experiencia placentera.

Por mi parte, yo he podido sobrellevarlo todo muy bien y creo que me ha ayudado muchísimo involucrar a mi novio en mi trabajo, que también es como un sueño hecho realidad, porque así él ha podido notar lo importante que es para mí mi escritura. Eso es precisamente lo que busco siempre, personas que sepan que las cosas que son importantes para mí no se pueden desplazar, y que por el contrario me apoyen.

Thomas lo sabe hacer de maravilla, él entiende y también me apoya.

Hace cinco días, yo estaba terriblemente histérica porque mi stand de firmas no estaba listo y llevábamos más de diez minutos de retraso, mismos que contaban demasiado. ¿Sabes cuantos libros se pueden firmar en diez minutos? Así que eso y el hecho de que no podía quedar mal con mis lectores, porque mis lectores son lo más preciado en mi corazón, me tenía muy mal. Pero entonces Thomas personalmente fue y consiguió una mesa, la montó y luego se dedicó a pasar de uno en uno a los que esperaban por su firma, e incluso me esperó cuando decidí reponer el tiempo perdido, aun cuando eso significaba quedarnos más de lo planeado.

Planeo contarle a John al respecto hoy que nos conectemos, porque creo que así él podrá notar que Thomas es un novio increíble, bastante maduro y que yo en consecuencia, también me esfuerzo demasiado por quererlo, cuidarlo y darle atención.

John siempre me dice que me tome las cosas con calma, que no sea tan intensa. Pero ser intensa es parte de quien soy y a veces no lo puedo evitar, aun así, le tengo siempre en mente con sus consejos porque realmente quiero su ayuda y porque aprecio mucho las observaciones que hace de mí.

—Mira lo que he conseguido — dice Thomas entrando en la habitación, sostiene dos trozos de papel y me los muestra —. Son boletos para esa obra que querías ver.

—¿De verdad? ¡Creí que se habían agotado! — exclamo bastante sorprendida.

Él niega con una sonrisa.

—El detalle es que son para hoy — se mira a la muñeca, donde lleva su reloj —. De hecho, la función es dentro de una hora.

Hago un puchero suavísimo y miro a mi reloj, faltan treinta minutos para conectarme con John pero realmente quiero ver esa obra.

—Hoy tengo video-conferencia con John — le explico a Thomas, él enarca una ceja.

—Yo creo que John entenderá — me anima.

—Pero...

—Además, pueden hacerlo otro día. Yo creo que esto es más importante, porque es una oportunidad única y ya tenemos los boletos.

Tomo una gran bocanada de aire y le digo que está bien. Le mando un mensaje de cancelación a John y no espero a que me responda, por el contrario, me dirijo a la maleta y tomo un vestido que empaqué para ir a cenas o eventos más formales, me maquillo un poco las pestañas y luego de ponerme zapatos, nos vamos, ya que el teatro está al otro lado de la ciudad y debemos aprovechar el tiempo para no llegar tarde.

Cuando subimos al auto de alquiler, veo que John me ha contestado con un simple "ok" y de inmediato me siento fatal, porque le he quedado mal y no me gusta quedarle mal a nadie.

Thomas pone la radio mientras conduce guiado por el GPS y cuando vamos a medio camino, baja el volumen para decirme algo.

—No entiendo tus video-conferencias con ese chico, Mia, pero no creo que deberías tomarlas tan enserio. Una video-conferencia puede hacerse cualquier día y a cualquier hora.

Supongo que lo dice porque he estado muy callada en todo el camino y con cara de angustia. Sin embargo, no concuerdo con su opinión, porque nuestras video-conferencias vienen con el paquete de nuestra relación profesional y deben respetarse como tal.

—Son cuestiones de trabajo, por eso es que son tan importantes y por eso es que ambos cumplimos con ellas — explico.

—¿Cuestiones de trabajo?

—Así es — digo poco dispuesta a ceder información de más.

—No creo que para ese chico sean cuestiones de trabajo, preciosa.

—¿Ah no? ¿Y por qué no?

—Porque dudo mucho que ese chico lo tome como cuestión de trabajo.

—No entiendo.

Me mira de soslayo pero de pronto regresa la vista al frente, al camino, donde su vista debería estar.

—Para ese chico esto es como una conquista, con el pequeño detalle de que no hay nada por conquistar — explica.

No sé con exactitud cómo lo miro, pero me siento ofendida, casi como si acabara de darme una bofetada.

Quiero decirle que se equivoca y que ese ha sido un comentario muy imbécil de su parte, pero no quiero discutir. No porque sea de las que se quedan calladas, sino porque no entiendo por qué siempre todo sobre John es coqueteo y conquista a los ojos de los demás, y también porque no entiendo por qué eso me enoja tanto.

—Te equivocas sobre él, Thomas — digo lo más tranquila posible —. John no está tratando de conquistar nada. Fui yo quien contrató sus servicios y hasta ahora él ha sido sumamente profesional.

—Yo solo menciono algo que he estado observando, Mia — insiste.

—Pues deja de mencionarlo, porque no es verdad. Y con estas menciones tuyas, me irrespetas más a mí que a él — concluyo.

—¿Ah sí? ¿Y eso cómo te irrespeta, perdón?

—Porque cuando alguien habla de coqueteo, jamás se habla como algo unilateral. Para que haya coqueteo se necesitan dos. Y créeme que yo no he estado coqueteando con él, porque no soy esa clase de chica — explico —. Y eso, es precisamente lo que me irrespeta, que hables de un coqueteo descarado que según ocurre frente a tus narices, como si yo fuera esa clase de persona.

—A lo mejor ese es el problema, a lo mejor él no para de coquetear aun cuando tú no le sigues el juego porque ni siquiera te das cuenta. Yo jamás hablé de ti, yo solo hablé de él y su intento de conquista.

—Pues mejor zanjemos el tema, porque no tienes razón y no dejaré mis asuntos profesionales por esta discusión absurda.

Thomas estaciona el auto, pues ya hemos llegado a nuestro destino. Sin embargo, las ganas que tenía de pasar una noche junto a él viendo la obra, se me han esfumado y de pronto me siento enojada, confundida e incómoda, pero sobretodo, me siento desesperada, porque hay algo que está sucediendo que yo no logro comprender. 


Dos preguntas: 

1) ¿Quién tuvo la razón? 

2) ¿Se puede ser tan ciega como Mía?

Y, por cierto, disculpa enorme porque Wattpad me ocultó la historia y no la pude actualizar antes. En esta semana queda otro capítulo por acá. 

¿Ya me siguen en Instagram? Estoy como angieejack y por ahí me pueden mandar mensajes, preguntas y comentarios. 

¡Los leo! ¡Besos!

DOCTOR CORAZÓN | Angie JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora