19.

289 32 10
                                    

John.


—¿Qué has hecho últimamente? — inquiere Vanesa, mi hermana menor.

Estamos en un pequeño restaurante que sirve desayunos en el centro de la ciudad, la he invitado a almorzar porque quería hacer algo bonito por ella luego de que me ha estado pasando parte de su mesada a cambio de mis lecciones, pero también porque extraño a mi familia.

—Estudiar, trabajar y creo que eso es todo — resumo rápidamente, ella se ve sorprendida.

—Eso no suena a ti, hermanito.

—Bueno, ser un desheredado ha sido duro, pero sobreviviré y para ello he tenido que concentrarme más en trabajar y menos en ir de fiesta.

—También veo que has dejado el gimnasio — observa hacia mis brazos, que han adelgazado un poco.

—Casi no tengo tiempo para eso — me alzo de hombros, ella me pregunta que por qué y decido contarle de Mia.

Vanesa es una chica apenas dieciocho meses menor que yo, pero es madura, es buena escuchando y le gusta que le cuente de mi vida, virtudes que a mí no me van mal, desde que ya no tengo a mi madre ni a mi hermano, porque a mi padre nunca lo tuve mucho.

Así que le hablo ampliamente de cómo comenzó todo y de cómo nos hemos acercado en este tiempo, también aprovecho para contarle que me ha invitado a la parrillada que organiza su familia cada mes.

—¿Y vas a ir?

—Claro, ¿por qué no?

—Bueno, pues porque me has dicho que ahí estará el chico que le gusta, su exnovio que también es su roomie y su mejor amigo — explica, yo la miro sin entender y ella se apresura a decir —. ¿Vas a estar cómodo con eso?

—¿Por qué no lo estaría?

—John, hermano, ¿de verdad tengo que decírtelo?

—Claro, porque no entiendo tu punto — le hago saber, aunque a estas alturas sé hacia dónde está yendo y no me gusta.

—Mi punto es que te gusta esa chica y algo que según tú es un trabajo y negocio, está tornándose en algo más personal — pausa y me mira fijamente —, especialmente para ti. Y creo que deberías tener cuidado, John, porque de lo contrario no vas a ser imparcial y, por si fuera poco, corres el riesgo de salir lastimado.

—¿Cómo sabes que me gusta? — es todo lo que atino a decir.

—Porque no hablabas así de alguien desde Emma.

Me estremezco al escuchar ese nombre, Vanesa no se arrepiente de decirlo y tampoco se inmuta por su sinceridad.

—Mia no me gusta como Emma.

—Tal vez aun no, pero lo hará.

Niego, no porque ella no tenga razón en que Mia me gusta.

Lo cierto es que luego de pasar toda una noche pensando en ella, en cómo actuó, en las cosas que me dijo y en todo lo anterior a eso, llegué a la conclusión de que estaba jodido y sí que me gustaba. Pero también llegué a una segunda conclusión y es que: Mia podrá gustarme, podrá gustarme más que las chicas en promedio, pero no puedo permitírmelo.

Simplemente no puedo.

—No puedo dejar que esto traspase lo profesional, Nes. Necesito ese dinero — concluyo —. Y por eso no he declinado la invitación. Si puedo estar tranquilo aun con todos esos chicos a mí alrededor y alrededor de ella, podré soportar los meses de trabajo que nos quedan por delante.

Vanesa no se ve muy convencida pero me da su aprobación y luego de eso yo le pregunto cómo ha ido su vida.

—Mucho mejor que la tuya — responde antes de que ambos comencemos a reír. 

DOCTOR CORAZÓN | Angie JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora