6.

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Mia.


En la vida hay dos tipos de personas, los que dejan y los que son dejados.

Yo pertenezco sin lugar a dudas al segundo tipo, pero John Maxwell es el primero.

Jamás olvidaré cuando entré a la universidad y lo vi, él iba caminando de la mano con una chica, ella no era muy agraciada pero mientras iba tomada de su mano, parecía ser la chica más guapa y afortunada del universo, porque John no solo es muy guapo, sino también muy simpático. Yo siempre pensé que él era el tipo de chico estereotipado, pero con el paso de tiempo descubrí que estaba muy equivocada y que para nada cumplía con los clichés. Aun así, pasaron los años y me limité a conocerlo de lejos, nunca intentando ser su amiga, no porque no quisiera, simplemente porque no creía que fuéramos personas afines. Y entonces un día, una chica en mi clase de redacción nos leyó su ensayo, el tema era "personas que llaman nuestra atención". Ella hablaba sobre John y detallaba perfectamente su fama con las chicas, pero no era ese tipo de fama vulgar, ruin y mujeriega, no, era una fama casi profesional sobre como conocía las necesidades y deseos de las chicas y como, así fuera un minuto o varios meses, mientras estuvieras con él te sentías el ser humano más bendecido de la tierra.

Ahora que por fin me he encontrado con John, no me siento muy bendecida, pero supongo que si todo sale bien y accede a ayudarme, lo estaré.

Por otra parte, él no ha hecho muchas preguntas y se ha mostrado más bien observador, pero al final ha dicho que sí a comer conmigo.

Y me he pasado toda la mañana pensando en cómo le contaré sobre mi problema para que no suene tan extraño, pero no he encontrado la forma.

Me gusta ver las cosas como un espectador de películas, es decir, desde afuera. Y he intentado con muchas ganas ver el panorama de mi vida sin involucrarme en mis propias ideas y sentimientos, para, en lugar de eso, ver todos los aspectos que no existen si me enfrasco en hacerlo personal, pero es difícil entender las situaciones nuevas.

Hasta ahora solo he conseguido pensar en mí como una tonta, excéntrica, rara y dramática chica. Y es que ¿quién usaría su dinero para ser aconsejado por un extraño? Fácilmente podría pedirle un poco de ayuda a Charlie o Frank, pero ellos obviamente no han ayudado mucho hasta ahora, así que vuelvo a justificar mis locuras. Y luego pienso en que ser dejada por todos los chicos de la misma forma no es la gran cosa, ¿cierto? Pero también pasan por mi mente los conflictos internos que eso me ha causado y me justifico de nuevo.

Así que definitivamente no puedo hacer de esto algo de un espectador y lo cierto es que me da miedo, porque enrollarte siempre trae cosas malas.

Renuncio a encontrar la forma de entenderme sin sentir pena por mí y me concentro en calmar las ansias que siento porque llegue el momento de encontrarme con John. Sé que no debería sentir como que él resolverá mi vida amorosa, pero es casi imposible para una chica optimista como yo. Aun así me digo que no tiene él ninguna culpa, por lo que no puedo poner toda esta responsabilidad sobre sus hombros.

"Y ni siquiera ha accedido a ayudarme" pienso.

Pero algo dentro de mí me dice que lo hará, tal vez no de buena voluntad pero sí por necesidad, y los compromisos por necesidad son mucho mejores.

Las horas que transcurren hasta que es hora de marcharnos me parecen eternas, pero es toda mi culpa por no controlar mi ansiedad.

Antes de dirigirme a mi auto busco entre la multitud de alumnos por mi mejor amigo. Charlie es un chico rutinario y poco cambiante, así que acierto en buscarlo en dirección al casillero de Richard, su compañero de futbol. Ellos dos siempre se van juntos a sus prácticas vespertinas, ya que juegan en un equipo local que tiene partidos importantes al final del mes con equipos de otras ciudades.

—Oye, Charlie, voy de salida pero quería preguntar si irás este sábado a esa fiesta en la granja de los Miller, así que... ¿Lo harás?

—No lo sé aún. El sábado tenemos partido y ya sabes que luego de eso vamos a celebrar los resultados — me explica, haciendo alusión a que siempre ganan (no siempre, pero mayormente) —. ¿Tú irás?

—Tampoco estoy segura. Lo de los Miller queda realmente lejos de aquí y me da temor pensar en que pueda ponerse como la última vez.

—Te avisaré si decido ir, ¿vale?

—Bien, así puedo tomar también una decisión.

Charlie promete enviarme un mensaje con su respuesta y luego me da un fuerte abrazo, me dice que me quiere y me desea un buen día.

—Buen día para ustedes también. ¡Feliz entrenamiento! — digo en tono entusiasta, como toda una animadora.

—Gracias — dicen los dos al unísono.

Beso la mejilla de mi mejor amigo y agito la mano como ademán de despedida.

—Adiós, Richard.

Me giro sobre mis talones y navego entre la multitud hasta la salida. En automático llego a mi aparcamiento, donde John espera pacientemente recargado contra la puerta del conductor.

—Lamento la tardanza, debía resolver algo — explico.

John me da una sonrisa honesta que le marca los hoyuelos.

—No te preocupes, no he esperado mucho — se alza de hombros.

—¿Quieres conducir? — le pregunto y él levanta una ceja, sorprendido de que una chica a quien acaba de conocer le ofrezca tomar el control de su auto, pero lo cierto es que yo sé que él no es ningún criminal, sabe conducir y la verdad no me gusta mucho ser el chófer.

—¿Me dejarías conducir tu auto?

—Pago porque la gente lo haga, conducir no es mi pasatiempo favorito — admito.

—Pagas por cosas muy extrañas — bromea.

—Y aún no has visto nada.

John toma las llaves del auto y lo abre, se sube al tiempo que yo rodeo el frente para hacer lo mismo. Cuando los dos estamos dentro, lo enciende y pone una mano sobre la radio.

—¿Escuchas música mientras viajas?

—Por supuesto.

Entonces hace que mi canción favorita suene.

—¡Me encanta esta canción! — dice mientras Counting Stars de OneRepublic se reproduce. 

DOCTOR CORAZÓN | Angie JackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora